━━ PRELUDIO

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Mystic Falls, 1867

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Mystic Falls, 1867

Sus gritos se podían escuchar por el bosque de Mystic Falls, haciendo eco entre los árboles, y perdiéndose en el acto a través de la noche. Estaban bastante lejos de la ciudad o de alguna vivienda que pudiera escuchar como clamaba por una ayuda que jamás le sería brindada.

Las lágrimas de desesperanza se deslizaban por sus pálidos pómulos, que alguna vez llegaron a tener la delicadeza de una hermosa muñeca de porcelana, pero ahora estos habían sido lesionados al recibir golpes y latigazos, dejando grabada en su piel cicatrices y hematomas como señal de vergüenza para el pueblo.

Su largo cabello pelirrojo que alguna vez fue sedoso ahora estaba lleno de lodo y completamente enredado, dándole así el aspecto de ser castaño gracias a la poca luz que había aquella noche en el cielo. La luna se había escondido por detrás de las nubes que representaban la señal de una próxima tormenta que comenzaba a manifestarse a través de los truenos que rugían con fiereza, como si la propia naturaleza estuviera a favor de lo que se estaba por cometer en aquel pueblo que exigía justicia, y estaba por obtenerla al condenar a muerte a una joven que, a pesar de que alegaba que ella era inocente, todas las pruebas recolectadas indicaban que ella era la presunta culpable.

A los pueblerinos de Mystic Falls en realidad ya no les importaba atrapar al culpable del crimen por el cual ella había sido condenada, sino que esto era más un acto de venganza y desesperación por buscar aplacar un caos que había azotado su hogar tantos años atrás, y ahora, finalmente, tenían a alguien para sacrificar.

Siendo sujeta de sus muñecas por el agarre de dos hombres del pueblo, Clarisse Hale se removió con inquietud entre los brazos de sus coautores. El vestido púrpura que ella llevaba y con el cual había sido encarcelada hace ya más de tres días estaba deshilachado y mugriento. El pliegue de la falda estaba cubierto por lodo, mientras que las mangas de este estaban rasgadas por los latigazos que había recibido por ser obligada a decir una verdad que todos quisieron escuchar, pero que ella no era la causante de ello.

Estaba aterrada. ¿Cómo no iba a estarlo? Solamente tenía diecisiete años. Sus padres habían renegado de ella, no tenía a nadie en su vida en quien ella pudiera apoyarse, o que la pudiera socorrer en esto. Habían sucedido demasiadas cosas en tan poco tiempo, que tal vez sentía dolor por sus heridas físicas o internas. Estaba asustada por la sentencia a la que la condenaron injustamente, o también podía estar asustada de sí misma. No estaba segura de que sentimiento correspondía a cada situación que había experimentado de forma tan cruel. Solo tenía la certeza que ella había vivido en infierno que una persona debía atravesar en un año, pero Clarisse lo tuvo que experimentar en cuestión de días.

Arrastrando los pies por el lodo del bosque por el cual se estaban internado, Clarisse pestañeó a través de las lágrimas que nublaban su vista y ahogó un sollozo cuando distinguió las inconfundibles llamas de fuego que danzaban en las antorchas de los pueblerinos que estaban ante lo que era la hoguera que tenían preparada para el criminal; era el lugar donde ella estaba sentenciada a morir.

𝐂𝐇𝐀𝐎𝐒 》los originalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora