Cómo perder un novio en siete días ★ Taegi

Día dos: Sospechas y descaro

Dentro de una escena peculiar, nuestro castaño protagonista se golpeaba repetidas veces con su libro de matemáticas que no tendría tantos problemas como los que él tenía para pensar en cómo lograr su objetivo. Los golpes caían con fuerza en su frente y rozaban la punta de su nariz, ambas partes se tiñeron de un leve color rojizo, en ese momento se sentía como un verdadero inútil, más de lo que sabía que podría llegar a ser por sus planes, en primer lugar. Por lo que le dijo Jin y lo que él mismo vio, Taehyung no creyó en lo más mínimo en los rumores que Yoongi le pidió a Seokjin que difundiera.

El día uno fue un fracaso.

Y además de eso ya había recibido una llamada de su madre notificándole que le había enviado las primeras cajas de mudanza, pidiéndole que por favor las recibiera en la aduana en cuanto llegaran.

¿De verdad sus padres debían ir a vivir con él?

Chilló con desesperación, haciendo algo similar a una pataleta sobre su asiento frente a su escritorio antes de dejar que su frente se estrellara contra la mesa.

Era martes y Yoongi tenía el día libre en la universidad, sin embargo -en lugar de estar aprovechando el bonito día que la época le regalaba para hacer algo productivo- estaba en su cuarto, matando las pocas neuronas que le quedaban en el escritorio de su habitación con el primer libro que encontró.

Taehyung confiaba demasiado en él y eso estaba mal.

Bueno, realmente no, pero sí que era malo para su plan.

El historial de novelas latinas vistas por Yoongi le decía que debía seguir intentado levantarle sospechas al más bajo, quizás los rumores no funcionaban en él como en un adolescente inseguro con bajones de autoestima regulares y principio de depresión, pero sospecha es sospecha.

La cuestión es...

Solo tenía un día para intentar hacer que funcione y esa táctica era muy a largo plazo.

¿Entonces debería ser descarado?

Habían algunas cosas que pudiera hacer para que el chico sospechara de él y una falsa relación oculta, y en todas sería tomado como un patán imbécil que solo jugó con los sentimientos del chico durante año y medio.

Bueno, siempre ser un patán será mejor que ser un marginado.

Levantó su cabeza y dejó el libro sobre el escritorio, soltó todo el aire de sus pulmones en un gran bufido -que probablemente le raspó la garganta- y tomó su teléfono. Miró el fondo de pantalla que tenía en donde salía junto al mayor, sonriendo en una de esas citas a las que fueron a ver una película estúpida, pero que aún así les hizo reír de lo mala que era, y se sintió mal. Sabía que estaba errado, no obstante habían muchos más factores que lo obligaban a mentalizarse de lo contrario, manteniéndose conscientemente en la ignorancia. Sin embargo, antes de que sus emociones lo comenzaran a atormentar, decidió abrir la conversación que tenía en Kakkao con su pareja.

Osito.

» ¿Vendras hoy?

1:35pm

» ¿Cuando no voy?
1:37pm

Inconscientemente sonrió y al darse cuenta de ello quitó su expresión. ¿Cómo vas a dejarlo ir si no dejas de sonreir como adolescente cuando te llega un mensaje suyo?

Entonces una parte de él le hizo darse cuenta de lo difícil que sería para ambos la mentira que estaba armando.

(...)