-Inténtalo. -lo desafié.
Tenso su mandíbula, apretó agresivamente mi cuerpo y me besó.
-Nico... -susurré.
-Ahora te aguantas por hacerme esto. - bajó mi mano a su entrepierna y sentí lo duro que estaba.
Agarró mi brazo y me llevó escaleras arriba sin importar lo que Jesi me había dicho, ni si quiera pude escucharla.
Entramos al cuarto de Liam.
Me estampó contra la pared y metió su mano por debajo de mi falda corriendo mi ropa interior.
-Me lo pagarás Ana. - el deseo era notable en su voz y en los movimientos de sus dedos.
Tapé mi boca pero el quitó mi mano.
-Vamos. Gime. -Ordenó moviendo sus dedos rápidamente.
Mis piernas temblaban y sin esperarlo hice lo que aquel quería.
-Eso. - sonrió victorioso, la mirada de deseo de Nico era penetrante, cómo si hubiera esperado ese día durante mucho tiempo.
Me tumbó en la cama y bajó sus pantalones, estaba a punto de bajar su bóxer cuando alguien abre la puerta.
-¡ANALÍA! -exclamó Erick furioso.
-Pero que mier-
Antes de que Nico pudiera decir algo Erick lo tomo del cuello de su remera y lo empujó fuera de la habitación cerrando la puerta con llave.
-¡¿Qué mierda estás haciendo?! -reclamó mirándome con total furia.
-LO MISMO TE PREGUNTO A TI
Quise sentarme en la cama pero el me lo impidió colocándose sobre mi.
-Maldita seas Ana. -Me besó.
Un beso dulce y suave, transmitía sentimientos que jamás pensé que él sería capaz de sentir por mí. Coloqué mis manos a cada lado de su rostro.
El beso se intensificó y lo ayude a sacarse la remera negra. Pero cuando abrí mis ojos y vi una marca morada en su cuello volví a la realidad.
Mi mente reaccionó y lo empuje con toda mi fuerza haciendo que cayera a un lado de mi.
-Yo no soy tu juguete Erick.
Me levanté con dificultad ya que el alcohol había hecho efecto en mi, acomodé mi falda y mi cabello.
-Ana. -Pronunció Erick antes de que pudiera salir del cuarto. Me detuve a esperar sus palabras, pero nunca llegaron y salí de allí.
Maldición Erick.
Ahora debía buscar a Nico. Pero fue tarea fácil, él estaba allí a un lado de la puerta, esperándome.
-Lamento eso. -dije avergonzada por el comportamiento de mi ex.
-Tranquila Ana. Lo siento yo no debí hacer eso. - Sus ojos avellana aún denotaban un brillo de deseo.
-Pero yo quería que lo hicieras. -confesé. En el momento en el que estaba a punto de besarlo Erick sale de la habitación dando un portazo.
Nos dió un vistazo y nos ignoró con el ceño fruncido. Pude notar sus puños apretados.
Tu me perdiste hace tiempo Erick, no tienes derecho a reclamarme, eres conciente de los errores que cometiste conmigo, ya es muy tarde para pedir perdón.
Nicolás agarró mi mandíbula e hizo que lo mirara a los ojos. Un shock electrizante recorrió todo mi cuerpo hasta mi vientre y más abajo.
Volvió a besarme y entramos nuevamente al cuarto de Liam.
•••
La noche estaba yendo de maravilla.
Estaba acostada junto a Nico, ambos tapados con las sábanas, mientras la luz de la luna que entraba por la ventana iluminaba tenue la habitación.
Estábamos acostados de lado mirándonos a los ojos. Me invadió la ternura y acaricie su rostro y la pequeña cicatriz al final del pómulo que le daba un toque rudo, pero allí entre la luz de la luna y las sábanas de la cama de nuestro amigo, él se veía tan adorable y frágil.
Sonrió ante mi gesto de cariño y me abrazó escondiendo su rostro en mi pecho desnudo. Nos quedamos así un buen rato. Los efecto del alcohol poco a poco iban volviéndose nulos.
Él levantó su rostro para poder estar cara a cara conmigo.
-Gracias. -susurramos ambos.
Creo que los dos necesitábamos sentir ese acto de cariño luego del sexo. Sentirnos seguros con alguien.
Él suele exitar a las mujeres o coquetear con ellas, pero son contadas las que ha llevado a la cama, con ellas es solo sexo o manoseo, una vez hecho eso se levanta y se va. No me sorprende, los hombres con los que he estado han hecho lo mismo- que por cierto son solo tres contándolo a él- satisfacen sus necesidades y se van dejando un corazón vacío. Sin embargo él se quedó a mi lado.
Nos abrazamos disfrutando del momento, del tacto de nuestros cuerpos desnudos deseosos, no de sexo sino de amor.
Comencé a acariciar su cabello cubierto de rulos pequeños.
-Te quiero. -cerró sus ojos y tragó grueso.
-Te quiero Nico.
Ante mi respuesta apretó aún más mi cuerpo y podía sentir ambos corazones acelerados.
-Estas loca. -bromeó.
-Vos no te quedas atrás. -sonreí.
Delicadamente me levanté y me cambié. Al hacerlo ví una marca morada en mi pecho derecho, abrí mis ojos en sorpresa.
-¡Nicolás! -exclame dando media vuelta para verlo, él estaba colocándose los pantalones.
Sonrió cómplice.
-Para que cuando te bañes me recuerdes. -Dijo con picardía.
-¡Ahora qué haré cuando deba usar traje de baño!
-Uf, me gustaría ver eso.
Comenzamos a reír. Recordé que aquel chico era uno de mis mejores amigos y lo feliz que me hace tenerlo en mi vida.
Una vez vestidos salimos del cuarto riendo y bromeando sobre qué traje de baño debía usar.
Eran alrededor de una de la mañana.
La música sonaba y la casa estaba más llena de gente.
Nuestros amigos estaban dispersos por diferentes partes de la casa.
Una vez al pie de la escalera Nicolás me tomó de la cintura y me pegó a su cuerpo.
-Te quiero mucho, gracias por la hermosa velada. -me besó suavemente.
-Te quiero idiota.
Me soltó y se fué en busca de los chicos, me quedé allí analizando a la multitud.
Hasta que lo ví a él... junto a su novia, riendo. Al instante el odio y la tristeza amenazaron con llenar de lágrimas mis ojos. Erick apareció detrás de él, me vió y de inmediato caminó velozmente hacia mi.
Me tomó del brazo arrastrandome al patio de la casa.
-Tranquila Ana, estoy aquí. -Me abrazó y no pude evitar dejar salir mis lágrimas. -Estoy aquí...
Justo a tiempo.
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Maldita Porquería
Teen FictionHay sentimientos y personas, que nos marcan demaciado, que dejan huella en nosotros, que mueven nuestro preciado mundo como si fueran alguna especie de desastre natural causados por esa maldita porquería llamada amor. Hablemos de la etapa de superac...