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¿Te acuerdas de ese lugar que nos aterraba tanto? Ese lugar que simplemente era como el nivel dos de la primaria.

Estábamos tan nerviosos, parecía nuestro fin, pero ese nunca lo fue, fue simplemente el comienzo de una nueva etapa, nuevos compañeros, nuevas maestras, nueva institución, pero el mismo amigo, nos teníamos uno a otro para apoyarnos.

La verdad es que fue una tontería, tanto miedo por nada, ¿que será de nuestros compañeros en el futuro?
No lo sé pero espero que Liam pueda seguir adelante con sus estudios, era un gran compañero.

El uniforme era horrible ¿lo recuerdas? Esas camisas, me hacían picar el cuello.

Aún sigo sin saber como la terminamos, fueron muchos diciembre los que pasé en esa escuela, matemáticas, siempre era por las malditas matemáticas.

Y Dios, la profesora Mirtel, era insoportables, sus largos sermones me hacían dormir en la silla, recuerdo cuando llenamos su bolso de hormigas, gritó como loca y no dió clase por una semana por la picazón en su mano.

¿Estará jubilada? Supongo que si, cuando nos dió tenía alrededor de unos, no sé ¿150?

Sin dudas hemos ido varias veces a dirección, ¿por qué éramos tan estupidos?

No digo que hallamos cambiado, por qué nuestra estupidez es de nacimiento, pero hemos mejorado ¿no?

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El otoño estaba a la vuelta de la esquina y los dos chicos pedaleaban temerosos hacia la secundaria.

Era un día nublado y frío, la gente ya usaba suéteres, los niños llevaban gorros, el invierno se acercaba y los dos amigos se acercaban a la secundaria.

Sus mochilas estaban llenas de libros y carpetas, hojas rayadas sin palabras que aguardaban a ser rayadas.

Al cruzar la calle ambos pudieron ver el gris edificio que los esperaba, era enorme, dos pisos, miles de aulas, ventanas de madera y el patio de ladrillo.

Dejaron las bicis en el bicicletero y caminaron hacia la enorme entrada, abierta de par en par esperando a los nuevos alumnos.

Asustados atravesaron esta encontrándose con miles de estudiantes, algunos de su edad y otros más grandes, en el centro del Hall había un par de preceptoras que indicaban a los alumnos hacia que aula dirigirse, Lou escuchó como una de estas, bajita y rechonchita gritaba a los chicos de primero que se dirigieran al aula 28.

Así que tomó la mano de Harry que estaba embobado viendo su alrededor y lo tiró entre la multitud, hasta un gran pasillo mucho más tranquilo, en el que al final se encontraba la bendita aula.

My MemoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora