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Volviendo a la escuela, ¿recuerdas el día que le pusimos cucarachas a la maestra?
Dios esa señora sin dudas se lo merecía.

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Era primavera, Louis y Harry estaban en el campo, entre éste y la última calle de la ciudad había un gran canal,  que normalmente se llenaba de agua y  donde alguna personas tiraban basura, Harry odiaba esto, pero para el plan que tenían, la contaminación de la ciudad les venía perfecto.

Y ahí estaban, cuatro de la tarde, cola para arriba buscando cucarachas entre la basura, ambos con guantes y pinzas en la nariz ya que el olor era insoportable, las bacterias debían de ser miles y ninguno quería terminar en el hospital.

Entre ambos encontraron unas cinco, no eran muchas, pero si suficientes para concretar su plan, las metieron en un frasco de vidrio con agujeros en la tapa y esperaron al día siguiente para poner en marcha su travesura.

Todos los miércoles, ambos iban a la clase de matemáticas, era la primera del día y la más horrible, la profesora Mirtel hacía de esas clases un infierno, podía hablar por horas y hacer que sus alumnos resuelvan operaciones hasta verles sangrar la mano.

Siempre iba vestida con trajes de seda con muchos brillos, traía un maquillaje extravagante, el pelo teñido y levantado en un ordenado peinado, del cual ni un solo cabello se salía de su lugar, usaba tacones, lucía grandes pulseras que tintinean cuando escribía en el pizarrón y solía usar una tocecita muy falsa para llamar la atención de sus alumnos junto con su voz de pito que era la cereza del postre.

Louis solía decir que debajo de todo el maquillaje era seguro que había una vieja horrible como una rata.

Tenía fama por ser odiada por todos, incluso por muchos maestros, que opinaban que sus métodos de enseñanza eran sin duda medievales.

Ese día, la profesora llevaba un vestido con forma de tubo color naranja con unas flores en los hombros, unos tacones rojos, un rodete alto y un maquillaje de brillos dorados.

La profesora copiaba interminables cálculos en pizarrón, cuando Louis discretamente tiró su vaso de agua a los pies de la profesora, mojando así sus tacones.

Pocos segundos después esta se percató de sus pies mojados y salió al pasillo para llamar a la portera, al mismo tiempo que Harry abría el frasco y colocaba las cucarachas en el bolso de la profesora.

Louis guardó su vaso, Harry su frasco y la clase continuó normal, hasta que llegó el final de esta y todo se volvió un circo.

La profesora guardaba su cosas en el bolso cuando una cucaracha subió por su brazo, haciéndola saltar y gritar como una loca.
Del bolso salieron entonces dos cucarachas más que subieron por sus piernas.
Como una paloma con brillos, la Sra. Mirtel movía su brazos lo que empeoró la situación ya que una cucaracha que subía por su brazo calló en su gran peinado y se internó dentro de los cabellos de la mujer.

La cuarta y quinta cucaracha llegaron después cuando la profesora metió el brazo de vuelta en su bolso para buscar algo con que matarlas y en vez de un insecticida encontró dos cucarachas que subieron pro sus manos y se metieron en su vestido.

Fue ahí cuando la profesora Mirtel salió corriendo al pasillo, alertando a cualquier persona que estuviera en el mismo e incluso a los alumnos y profesores de las aulas vecinas.

Luego de calmarla y sacarle los bichos que estaban un poco muertos, la profesora volvió al aula, esta vez marcando aún más cada paso que daba con sus filosos tacones.

Al llegar al escritorio, dió una vista panorámica a la clase y comenzó a dar un largo sermón sobre el respeto a las autoridades y mayores y sobre qué el mal comportamiento en la escuela estaba visto completamente como algo malo.

A las 12 en punto sonó el timbre de salida y los dos chicos se dispusieron a guardar sus cosas, pero no contaban con que Louis al levantar su mochila, vería un gran charco bajo a esta, seguramente provocado por la botella anteriormente usada.

Y para empeorara la situación, Harry al querer ayudar a su amigo a ocultar las pistas, dio un fuerte giro, que hizo golpear su mochila contra el banco haciendo explotar el frasco de vidrio en el que habían traído las cucarachas.

La Sra. Mirtel no tardó demasiado en descubrir a ambos muchachos y agarrando a los dos de la orejas los hizo subir la escalera hasta el aula de la dirección, que al cruzar la puerta, recibieron una gran sanción y por qué no un llamado de los padres.

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Nos retaron como nunca, pero valió la pena, esa vieja con cara de morsa se lo merecía.

My MemoriesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora