Anónimo

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- La chica con la que había pasado la noche y no sólo eso, sino con la que he compartido sentimientos realmente íntimos y bonitos se fue, dejándome ahí, yo le supliqué que se quedase un poco más, su padre no se daría cuenta, ya nos inventaríamos una excusa.

Ella se negó rotundamente, podía imaginar el porque, su padre le pegaba, era lo más obvio, siempre llegaba con moratones y marcas de cosas que no quiero mencionar.

Hoy en día no es tan raro que un padre pegue a su hija, los guardias le repetían a su madre, la cual iba hacía ellos con desesperación, ojos llorosos y un moratón en la cara "Algo habrá hecho para que su marido les pegue a usted y a su hija, ahora váyase a hacerle de comer"

En fin, estamos en 1967, es de esperar, en realidad yo soy un hombre muy moderno, a mis 19 años comprendo los derechos de la mujer, comprendo por lo que pasan, las apoyo.

No se imaginan la de veces que ha llegado a mi casa, escapándose de su padre, llorando y pidiéndome que duerma con ella, que la abrace, yo veía lo que ese monstruo le hacía, yo la apoyaba, quería que él no se saliese con la suya, ella merecía más- ¡ Ah vamos, sabes que es imposible, soy mujer! es tan fácil decir que lo enfrente desde la piel de un hombre- Sus palabras me hirieron, he de admitirlo, estaba y estoy locamente enamorado de ella- Pero claro... Tu eres hombre, a ti te respetan, tu puedes trabajar, solo un hombre hipócrita podría decir las tonterías que dices.- Auch, golpe bajo.

-¿Que?- Me miró, volteando los ojos- Veo que no tienes ni idea de lo que son las preguntas al aire- Ella continuaba mirándome, sus ojos clavados en mi boca, siempre hace eso- ¿Sabes que? Mejor vete- Le señalé la puerta, ella me miró, confusa- ¿Eres sorda? Si eres tan valiente como para enfrentarte a mi, hazlo con tu padre, y si no lo haces, no vuelvas a mi casa, ni a mi, no querré saber nada de ti.

- ¿Cómo eres capaz de decirme eso? Te intentas hacer el moderno, te crees que nos apoyas, pero solo eres una carga más, un machista camuflado, ¿acaso tengo que hacer lo que tu digas?¿Si no lo hago harás un berrinche cual niño pequeño?- Sus palabras herían cada vez más, yo la ayudaba y ella me apuñalaba.- Oh, no, reconozco esa cara...¿Vas a llorar? Que pena.- Lo inesperado ocurrió, me dio una bofetada, dejando mi cara roja.

- No vuelvas por aquí, te he querido, pero eres dañina- la eché, cerré la puerta en su cara y en cuanto lo hice caminé hacia la cama, me dejé caer, no podía creer lo que acababa de pasar, ella es realmente una hiedra venenosa como me dijeron, me advirtieron, yo di mi voto de fe, soy realmente estúpido, lo sé. Ella es peligrosa, pero cada vez me atrae más y más, no puedo alejarme de ella, por mucho daño que me haga, Rei es y siempre será el amor de mi vida y eso me desagrada.

Esa misma noche caí derrotado, dormí como un bebé, lidiar con ella era complicado, sus cambios de humor, sus mentiras, todo de ella lo recuerdo de manera melancólica aquella mañana.

Tres días después tocaron mi puerta, usualmente era el cartero, me había propuesto trabajar en casa. Abrí la puerta, lo que vi me sorprendió, era el dulce rostro de mi hiedra venenosa, todo golpeado.

- Hice lo que me dijiste, por favor, ayúdame, ya no puedo más- Asentí, dejando notar mi semblante frío, en ese momento me abrazó- Gracias, de verdad, gracias.

- Tranquila, luego lo arreglaré- después de decirle eso, la besé, me correspondió, como de costumbre, la cogí de los muslos, ella dio un pequeño salto para reincorporarse y rodeó mi cintura con sus piernas, la llevé a la cama y lo que sigue... no debería contarlo, es algo más íntimo de lo que parece.

Otra vez me encontraba ahí, sentado en mi cama, suplicándole que no se fuese ya, que su padre no se daría cuenta, además, ya tenía todo eso arreglado, supe lo que tenía que hacer desde el primer día en que apareció golpeada por él, llorando, tan vulnerable.

Me dijo que no, no podía, me levanté y la ayudé a ponerse su lujoso vestido, ella se marchaba, otra vez... el revolver en la mesa la hizo retroceder, por un momento pensé que ella iba a quedarse, que no se iría, que confiaba en mi y en mi palabra, todo lo que le dije la noche anterior, lo prometí, yo me haría cargo de su padre, ella podía estar tranquila, pero ese no es su estilo, se marchó...





🌑El jinete oscuro🌑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora