La bruja fugitiva

305 27 4
                                    

Gender bender

En una zona al norte del mar Mediterráneo, en las fronteras de la gran transitada cuidad de Constantinopla, había un pueblo medianamente rico gobernado principalmente por una familia de burgueses y la iglesia. Ahí una pequeña familia de dos personas se acaba de asentar.

—Mi niña, ayúdame con esto.

—¡No me llames así, viejo! Ya tengo doce años— La pequeña fue hasta donde su padre la llamaba, cogió una silla a su costado y se sentó. Vio el mapa en la mesa junto a otros objetos de medición y sus ojitos brillaron— ¡¿Vamos a viajar otra vez?!— Volteó a mirarlo.

Él no podía con su corazón, su pequeña era una gran entusiasta por los viajes por que implicaba principalmente algo, aprender.

Y es que Byakuya siempre tuvo ese gran deseo de conocer el mundo por sus propios ojos y claro que le enseñó a su hija esa gran pasión.

Para conseguir ese sueño, Byakuya trabajó duramente para convertirse en el gran comerciante que es hoy. Su mayor interés siempre fue la cultura del medio oriente, pues los avances tecnológicos y científicos no era prohibidos por la religión. Y fue en uno de sus viajes donde encontró a su pequeña.

Senku era tan solo una niña de cuatro años cuando fue llevada desde Asia a un mercado en la vieja Al-Fustat —hoy conocida como El Cairo— para ser vendida como esclava al haber perdido a sus padres en las guerras civiles. A Byakuya se le estrujo el corazón apenas vio su carita sucia alzarse para mirarlo con los ojos vacíos. No podía creer la gran crueldad humana. No podía permitir que siguiera sucediendo.

Con muchos esfuerzos consiguió llevársela de ese lugar infernal y prometió con su alma ser un padre ejemplar para ella. Ahora sería su amada hija.

—No te tienes que preocupar más— Decía mientras la cargaba, sosteniéndola protectoramente en sus brazos— Yo te cuidaré a partir de ahora.

Decidió llamarla así pues según le comentaron otros comerciantes, en el idioma de su país natal significaba "Mil Cielos" y ella lo era, pues iluminaba con esperanzas a su futuro.

Senku fue su incondicional y entusiasta acompañante en todas sus aventuras. Le enseñó todo lo que sabía, compartió con ella su pasión que también se convirtió en la suya.

La llevaba con regularidad sus viajes para que aprendiera sobre alquimia, matemática, astronomía, física y medicina, así como otros idiomas. Obviamente haciéndola pasar por un hombre. Era lamentable que las mujeres no tuvieran permitido aprender, aunque eso a Byakuya nunca le importó y lo hacía de todos modos.

—Que nadie te impida hacer lo que amas, Senku— Decía mientras pasaba el peine entre sus cabellos— Ni cualquier dios puede interponerse en tu camino.

Ahora, luego de siete años, decidieron asentarse en ese pueblo a unos kilómetros del puerto más cercano a Constantinopla. De esa manera les era más sencillo trabajar.

—Será un corto viaje de dos meses por Trebisonda para conseguir seda de China. No haremos mucho— Rio con nerviosismo.

—Ah— Lo miró decepcionada y aburrida— Bueno, es mejor que quedarse aquí todo el tiempo— Bajo los hombros— ¿Cuándo salimos?

Senhaku Week 2021 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora