La chica de la cafetería

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Garfield se despertó de manera lenta; perezoso de amanecer y, con los ojos aún cerrados, soltó un quejido, irritado ante la corriente fría que atravesó sus ropas hasta entrar en contacto con su piel. Inmediatamente un escalofrío le recorrió , provocándolo a apretar sus sábanas contra su pecho y haciéndole entender su necesidad de una cálida ducha.
Se desperezó somnoliento, deseando acostarse nuevamente y se alejó de su cama para entrar al baño...

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- ¡Gar! Oye... - Su amigo pelinegro lo llamó una vez lo observó entrar por la puerta trasera del local.
- Oh, hola, Conner. ¿Qué onda? - dijo al tiempo que se le acercaba al mayor. Este tenía la mano tendida con el delantal correspondiente del peliverde para que él lo tomara.

Garfield llevaba trabajando en esa cafetería los últimos tres meses ya que los gastos en la universidad no le resultaban precisamente baratos y tampoco disponía de muchas personas que le ayudaran a pagarla.
Allí conoció a Conner, un chico de cabello negro y ojos oscuros que se convertiría eventualmente en uno de sus mejores amigos y parte esencial de su grupo.

El local colapsaba ese día de gente, de todos los tipos y tamaños; por las 9 a.m. entró una mujer con su marido -a juzgar por los anillos en sus dedos-, de entre unos treinta y cuarenta años ambos, cuyos pedidos fueron dos simples cafés. Más tarde llegaron unas adolescentes risueñas y de voces agudas y cantarinas que hablaban eufóricas, seis, tres castañas, una pelirroja y una de cabello azul teñido. Ellas compraron todas sus donas e incluso una se tomó el tiempo de coquetearle a Conner y el pobrecillo no supo cómo explicarle que tenía novio.

Por ahí, a las 11 de la mañana entró una chica de ojos azules profundos, cabellos morados y tez pálida y de aspecto delicado como la porcelana. Llevaba viniendo a la tienda desde antes que Gar empezara a trabajar allí, aunque no sabía exactamente cuánto. Siempre venía a la misma hora, ordenaba el mismo café negro y se sentaba en el mismo asiento al fondo del lugar; lo único que parecía cambiar era el libro que llevaba con ella que variaba por semana. Ese día había llevado La Vida Invisible de Addie Larue y parecía llevar más de la mitad.
El chico se la pasaba entre el espacio de sus clientes observándola curiosamente. Siempre prestando atención hasta el más mínimo detalle hasta aprenderlos todos, pero cada vez parecía encontrar algo nuevo en ella y volvía a hipnotizarlo.
Había memorizado cada pequeña característica como su manera de caminar, la forma en que se acomodaba el cabello cuando este le molestaba para seguir con la lectura, cómo arrugaba la nariz cuando probaba el café antes de poner sus 4 cucharadas de azúcar o incluso su manejo del celular, escribiendo con los pulgares, pero manejándolo con el dedo mayor.

- Deja de mirarla como un acosador. Tienes suerte de que esté tan concentrada en su libro - Su amigo, Jason le susurró en el oído burlonamente.

Y ahí estaban Tim Drake y Jason Todd, hermanos adoptivos que conoció por medio de Conner ya que el moreno era su pareja.
Desde entonces, lo incorporaron y unos meses después, ya no tienen ningún problema con molestarlo como cualquier amigo haría.

- Cierra la boca, que llenarás tu uniforme de saliva - Se rió Tim con una sonrisa desde el otro lado del mostrador.
- ¡Todavía no entiendo porque no le has hablado aún! Yo lo haría antes de que note que te la quieres comer - le reclamó otra vez Jason, esta vez empujándolo.

El menor la miró una vez más y al ver que esta levantó la mirada, la bajó esperando que no se hubiera dado cuenta.

En eso, Conner le dió un vaso caliente de café y con la cabeza le indicó que se lo llevara a la chica de nombre...
Revisó el vaso.
Rachel.

- Ahórrale el viaje y llévaselo -

Gar tragó en seco y se armó de la valor para acercársele.
Caminó hasta el fondo y se detuvo para voltear a sus amigos quienes le levantaban los pulgares y luego Jason empezó a imitar un beso.

Se paró en frente a la pelimorada y cuando esta levantó la mirada, la mantuvieron por unos segundos, atrapados en los ojos del otro... o al menos Gar.

- Ammm, es ese mi... café? - Preguntó algo confundida la chica.
- Yo... Pues, sí - Esas fueron las únicas palabras que salieron de su boca.
- Pensé que debía de buscarlo cuando me llamaran -
- Sí, es solo que... quise ahorrarte el viaje - Recitó las palabras de sus amigos y mentalmente se dio un facepalm.
- Bueno, gracias - Le respondió.

Y permanecieron en silencio por un rato más; en un momento, Gar pareció sentir en la mirada de Rachel un cierto grado de incomodidad: ella quería que se fuera. Pero por mucho que lo deseara, ya estaba allí y necesitaba llegar más lejos que traer un simple café.

- La Vida Invisible de Addie Larue - Soltó de repente, sorprendiéndola.
- ¿Disculpa? - Cuestionó sin entender.
- Tu libro -
- ¿Lo conoces? -
- Lo he leído... Es mi libro favorito -
- Debo admitir que lo que llevo no me ha decepcionado... Entonces te gusta leer... - Esas simples palabras le bastaron a Gar para sonreír. Tal vez quería continuar la conversación después de todo.
- Últimamente no he podido encontrar un libro que me apasione tanto como ese... Es increíble como, por un segundo, la soledad puede ser tan hermosa y aterradora a la vez - Continuó el de ojos avellanas.
- Realmente pone todo en perspectiva... A veces me hace pensar que lo soledad no es de hecho tranquilidad - Rachel observó el libro y luego lo miró, pero de una manera diferente a cualquier mirada anterior que le pudo haber dado... Simplemente, parecía haberse conmovido y sus facciones, suavizado.
- Te hace desear no estar sola... Aunque creo que nadie quiere estar solo realmente en el mundo, simplemente falta encontrar ese alguien, ¿no lo crees? - Dijo el peliverde mientras se perdía cada vez más en esos ojos.
Ella se sonrojó ligeramente y después habló de nuevo.
- Para estar en el trabajo, eres bastante hablador - En eso, él cayó de nuevo en la realidad y se puso rojo como un tomate, volteó a mirar a sus amigos, quienes apartaron la mirada distraídamente y luego cuando se volvió Rachel hizo lo mismo.
- Me tengo que ir, pero fue lindo charlar contigo... - La pelimorada se detuvo, esperando a escuchar su nombre.
- Gar, me llamó Gar. ¿Y tú cómo te llamas? -
- Pensé que ya lo sabrías - Sonrío risueña ella. Tenía una linda sonrisa.
- ¿Por qué yo habría de..? - Le preguntó extrañado.
- Porque el vaso en tu mano lo dice -

Gar se sobresaltó cuando notó lo estúpido que sonó al preguntar aquello. Por supuesto que conocía su nombre, pero quería seguir la conversación como alguien normal. Aunque no salió tan bien...

- Tu café - La llamó antes de que se fuera.
- Iba a pagar en el mostrador, pero dime cuánto es si quieres - Se le acercó con una tierna sonrisa.
- Son $6.49 - Le susurra aún encantado. Ella revolvió su bolso y le dió $7.
- Quédate con el cambio. Ahora me gusta mucho más este libro - Tomó su café, rozando por unos segundos sus dedos y haciéndolo sentir una corriente de electricidad, para luego irse.

El chico se quedó mirando un rato, soltó un suspiro y luego sonrió ampliamente.
- Eres todo un galán - Le dijo Jason.

One Shots Garchel/BBRaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora