❦Habits❦

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Desde que llegamos a casa de tus tíos, lo único que se han escapado de tus labios son un sinfín de disculpas. Yo sonrío triste ante ello, tu voz apagada atraviesa mi pobre ser con lentitud, como si supiera del poder que tiene sobre mí, sin embargo, no voy a mentir, tus disculpas hacen también que mi orgullo mellado deje de agrietarse.

Tus disculpas aliviaban un pedacito mío.

Siento que no debes disculparte, pero me gusta que lo hayas hecho.

—Calla, no me dejas limpiarte bien.

Bajas tu mirada, juegas con tus manos, eres un niño. Eres un niño con mucho poder, TaeHyung, y eso me asusta.

—No está... no está bien que hagas esto, siempre te causo problemas... ¿Cuando será el día en que... Te aburras de mí?

No te respondo, no tengo una respuesta, tan solo dejo que el silencio entre ambos colme la habitación, mientras desinfecto con cuidado la herida que tienes en la frente y limpio la sangre seca, improvisando un pequeño parche para que el sangrado pare y, entonces, me digno a mirarte.

La luz perlada de luna que entra por la ventana de aquella habitación ilumina tus cabellos negros, tus labios tiemblan y tus ojos están inquietos como las olas del mar, queriendo desbordar lágrimas intensas.

Aquí voy...

—Tae, no está bien lo que haces contigo.

—JiSoo...

—Debes volver al instituto, debes volver a ser tú, deja de lastimarte, poco a poco te vas hundiendo y (me hundes contigo) no quiero que salgas mal... Ni herido.

—Jisoo, yo no quise huir
— la conversación va por donde más me asusta —, pero... pero tienes razón, yo tengo miedo de que me ames, y tengo miedo de estar solo.

—Tae, no es necesario decir esto.

—¡Lo es! Lo es porque... Porque de verdad te quiero, te quiero tanto, me confundes tanto... No me gusta, me aterra... Me aterra quererte así de fuerte porque me haces débil.

—Tae, no está bien lo que haces conmigo.

—Perdóname... Perdóname por arruinar lo nuestro, por siempre huir de ti y regresar cuando me siento solo, por... Perdóname por ser un cobarde.

Maldición, no puedes ser mi debilidad y a la vez mi fortaleza, no puedes ser mi veneno y mi antídoto. No puedes ser el infierno y el cielo mismo, pero aquí estoy, metida en esta utopía.

Aquí estoy yo, besándote.

Tus manos recorren mi cuerpo, yo solo cedo, siempre me gustaron tus manos, son cálidas y fuertes, me tratan con dulzura hasta en estos momentos, donde parecemos drogados de puro placer. Con cariño acaricias mi rostro, rompiendo el beso mientras tus orbes dorados como la miel quedan clavados en los míos, dos galaxias oscuras y rotas.

No sé si lo notas, quisiera que lo hagas, y quisiera que no. Quisiera que veas que yo, al igual que tú, también me voy rompiendo de a poco por las heridas del pasado.

Mi corazón late fuerte cuando vuelves a besarme, lo disfruto. Siempre he amado la forma en la que me besas, y ahora solo siento que una parte de mí va muriendo con delicadeza al sentir tus labios húmedos recorrer mi fino y pálido cuello.

Tiemblo y suspiro, pero me sostienes fuerte, yo quiero soñar que nunca me soltarás. Mis manos traviesas se posan en tus hombros, las tuyas se meten en mi blusa y das masajes en mi piel desnuda, suelto un jadeo ante aquello, tú solo sonríes y poco a poco nos inclinamos en las blancas y arrugadas sábanas.

Con el pasar del tiempo somos suspiros, somos jadeos, somos besos y caricias, nos asfixiamos en la lujuria y el deseo de estar juntos, y así lo hacemos. De pronto estoy desnuda y expuesta debajo tuyo, y me miras como si me amaras.

Como si me amaras...

Los movimientos entre nosotros son más intensos, el vaivén perenne se siente tan bien, junto con nuestras respiraciones tormentosas y pieles ardientes ante la fiebre del placer. Entre gemidos digo que te amo, que me encantas, que no te dejaré solo, tú sonríes y de pronto, cuando rozamos lo más cercano a un cielo, tú dices que tienes miedo de amar y perder a aquel que te haga sentir así.

Pero que te quieres arriesgar por mí.

Ambos caemos, tú no me sueltas, esta vez tú me tienes y te aferras a mí, aterrado. Yo duermo confiada, pero el amanecer parece ser el mismo.

Es gris, es gélido, es solitario.

Pienso entonces que quizá tu amor hacia mí es tan grande, que es imposible decir.

Que por eso no me lo dices.

Que por eso te vuelves a ir.

O eso pensé, porque entonces me levanto rápidamente al sentir pisadas muy suaves, y voy directamente hacia la entrada, donde te quedas estático.

—Oh... Hola bonita, mis tíos vinieron.

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⏰ Última actualización: Sep 02, 2021 ⏰

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