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La mamá de Dylan le había dado el permiso de irse con Lola y Cameron ya que el año escolar estaba por terminar y en la escuela ya no estaban estudiando solo pasaban el tiempo.
Era la noche en la que se iban a escapar de la escuela para ir a la casa de la familia de Dylan.
Lola había empacado la mayoría de su ropa, cosas de valor para ella y el collar que su hermano le había dado estaba colgando de su cuello.
Lola salió de su habitación y se reunió con los dos chicos en la habitación de Dylan.
"Okay." Dylan habló, "vamos a caminar doce millas hacia el norte. Cuando hallamos echó eso vamos a llegar enfrente de un auto negro."
"Apenas son las nueve de la noche." Cameron habló.
"Entonces ya vámonos." Dylan caminó hacia la salida de su habitación.
Los cuatro adolescentes caminaron sigilosamente hacia la salida de la escuela. Cargaron sus cosas con ellos, estaba frío afuera y eso que ya casi iba a ser verano.
Los tres adolescentes lograron salir de la escuela sin ser vistos. Lola sentía que estaba haciendo algo malo, que estaba dejando cosas atrás.
Pero Dylan y Cameron estaban con ella, Blake se había ido. Ya no le quedaba nada en ese lugar, no necesita quedarse para nada. No hay nada que valga la pena quedarse.
Tal vez Malina, Louis y Dante, pero Louis y Malina se tenían el uno al otro y Dante hacia amigos muy fácilmente.
Más aparte Lola está convencida de que nadie la va a extrañar.
Ya después de unas horas los tres adolescentes habían llegado a el lugar en dónde los estaba esperando ese auto negro.
De el salió una mujer que se notaba que estaba por sus treinta años. Los chicos se acercaron a ella.
"Usted es Mercedes Lopez, ¿cierto?" Dylan le preguntó a la mujer.
"Si esa soy yo." Habló. En su voz se notaba que estaba cansada, era la madrugada y obviamente ella iba a estar cansada. "Vengan, los voy a llevar a la casa de sus padres, joven Dylan."
Dylan frunció los ojos, "dime Dylan solamente, por favor." Dijo mientras caminaba hacia la cajuela de el auto.
"Dios, te conseguiste un amigo millonario." Cameron le susurró burlonamente a Lola. Ella soltó una risa y caminó hacia la cajuela para meter sus cosas.
