Capítulo 4. Mentora

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El shock inicial no se acaba rápidamente, menos cuando la noticia hace saltar a Eda, entre gritos y celebraciones desenfrenadas.

—Estoy tan feliz, chicas, ese par será afortunado de tener a unas madres como ustedes —asegura Eda, rodeando a ambas en un abrazo apretado—. Bueno, al menos intenten evitar que se maldigan cuando crezcan.

Lilith refunfuña desde el otro lado de la habitación, en sus brazos el pequeño cabracornio duerme plácidamente.

Debido a que "Yagi" como habían llamado al demonio, era aún muy hambriento y volátil. Tenían la obligación de dejarlo al cuidado de alguien cada vez que ambas estuviesen fuera de casa. Para la gran sorpresa de todos, Lilith, que estaba de visita en la casa búho, se había ofrecido a cuidarlo.

—Que desagradable, Edalyn —Lilith se levanta con Yagi, acunándolo como si fuera un recién nacido—. Estoy segura de que las chicas entendieron hace años que nada de eso fue culpa de nuestro tipo de crianza.

—Claro, lo que digas hermanita —ríe Eda.

—Luz, Amity, quiero que sepan que estoy muy feliz por ustedes —Lilith levanta a Yagi y coloca un beso en su frente—. Y si algún día se cansan de esta pequeña y hermosa bola de pelos, yo estaré muy dispuesta a aceptarlo.

—Gracias, Lilith, lo tendremos en cuenta —responde Amity con vacilación.

Yagi escucha la voz de Amity y de inmediato reacciona, saltando de los brazos de Lilith y lanzándose hacia el aire. El pequeño flota alrededor de ambas con una alegría incontrolable. Su pelaje ahora más largo, brilla con suaves tonos malva.

—Hola, pequeño devorador, ¿nos extrañaste? —Amity toma a la criatura entre sus brazos, y esta responde con su usual bramido de alegría, agudo y cantarín.

Para buena suerte de Luz, luego de unos pocos días Amity se había enamorado del pequeño demonio. A pesar de su inmenso apetito, la criatura era una bola de ternura, que solo buscaba dormir y ser acariciada la mayor parte del día. Ahora era casi imposible mantenerlos un segundo separados.

Amity se había asegurado de brindar todo lo que Yagi necesitase. Un ejemplo de esto era la hectárea de bosque que había comprado para que al demonio nunca le faltase con que rellenar su interminable apetito.

—Creo que tendrás que buscarte uno propio —Eda ríe, mirando los brazos vacíos de Lilith.

De pronto el pergamino de Amity comienza a sonar. Observa el contacto y de inmediato sus cejas se juntan con fastidio. Ese gesto es suficiente para que Luz sepa de quién se trata.

—Hola, mamá —saluda Amity sin emoción. Una pausa, y luego un murmullo que casi se podía escuchar a través del aparato—. ¿Qué? ¡Pero no estamos allí!

La conversación continúa, Amity asiente varias veces, mientras el murmullo se escucha cada vez más alto.

—¡Está bien! Llegaremos en diez minutos.

Amity cuelga, y sus ojos caen en una mirada afligida.

—Mi madre quiere hablar urgente con nosotras.

—¿Crees que ya lo sabe?

—No lo creo, si fuese así, ni siquiera se habría molestado en llamar.

Eda se acerca y le da a Luz una palmada en la espalda.

—Bueno, chicas, les deseo la mejor de las suertes. —se despide Eda, volviendo su atención hacia Amity—. Pero antes, me gustaría aclarar algo.

—¿Qué cosa, Eda? —pregunta su esposa.

—Quiero que quede claro que yo seré la mentora de ambos mocosos. Y no estoy abierta a discutirlo con nadie más.

La intención del mensaje es más que evidente. Eda por nada del mundo quiere que Odalia tome decisiones sobre la vida de sus nuevos nietos. Luz está totalmente de su lado y Amity... bueno, son temas que aún falta mucho para discutir.

—¿Ambos? ¡Eso no es justo, Eda! —discute Lilith— ¡Yo también quiero enseñarles! ¡No tienes derecho a decidir sobre eso! ¡Luz dile algo!

Luz sujeta a Amity de la mano, las dos se alejan lentamente, mientras las brujas siguen discutiendo.

Una vez juntas en el bastón, Amity es la primera en hablar.

—Solo espera a que nazcan...

Sorpresas (Lumity)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora