Gian POV
Mis manos ejercían precion sobre las caderas de tan hermosa mujer que tenia al frente, misma que no dejaba de gemir, de jadear y gritar una y otra vez que no me detuviera, era ingenua si creía que iba a hacerlo.
Mis movimientos eran agresivos, firmes y certeros. Ya había perdido la cuenta de las veces que la hice correrse.
-¡Gian!...-Gritó la castaña temblando debajo de mí.- ¡Más! ¡Oh dios!
Cerre los ojos ante la oleada de placer que sentía, misma que aumento cuando mi imaginación comenzó a traicionarme. La chica ya no era castaña, su cabello era negro como la noche, su voz era más aguda y su cuerpo más delgado.
-Carajo...
Anabella lograba sacar mi lado salvaje, su rostro, sus labios rojos y mirada hipnotizante me volvían loco.
Mis caderas se movían contra el cuerpo femenino sin piedad alguna. Anabella me pedía más; me miraba suplicante y excitada, la imagen de su cuerpo desnudo y rostro sumido en el placer me estaban provocando ser cada vez más brusco con esa mujer.
Mi puño tomó el cabello de la chica y tiro de él para hacerla arquear el cuerpo hacia mí y comenzar a devorar sus labios. Esos alaridos provocaron en mí una fuerte energía, misma que salia con cada movimiento de pelvis que daba contra el culo de Anabella.
Anabella...
-¡Joder!
La imagen de la pelinegra entre mis brazos fue el estimulo que necesitaba para terminar de vaciarme en su interior. Cerre los ojos dejándome llevar por el extasis y finalmente, caí en la realidad.
La bella figura de Ana desapareció y maldije por eso, solté el cuerpo de la mujer frente a mí y me deje caer en la cama boca arriba. No puedo creer que haya fantaseado con esa chica y lo peor es que me corri pensando en que era ella la que estaba gimiendo.
-Dime que no estas cansado cariño.-Ronroneo la chica esparciendo besos por todo mi pecho hasta subir a mis labios.-Quiero repetirlo.
-No estoy cansado.-Respondí tajante dejando ambas manos detrás de mi cabeza.- Pero solo uso las cosas una vez.
La sonrisa que había en su rostro desapareció y la mía se hizo más grande al verla levantarse de la cama indignada.
-Eres un idiota.
Recogió sus pertenencias y sin más se fue de la habitación, menos mal no tuve que pagarle.
De la mesa de noche tomé mis cigarros y lleve uno a mis labios, encendi el mismo dándole una profunda calada dejando salir el humo después. ¿Como diablos pude pensar en ella? Y lo más importante ¿porque?
Esa niña revoltosa, engreída, mal hablada y pedante me hacia ponerme duro en pocos segundos. Pensar en ella retorciéndose de placer debajo de mí cuerpo se había convertido en mi castigo, algo que tenia tan cerca pero no lo podía tener.
Desde que Anabella cumplió los quince no pude seguir viéndola como a una hija, ni siquiera como a una hermana menor. No, mis pensamientos sobre ella eran impuros. La deseaba demasiado, quería tocarla, besarla, acariciar cada centímetro de su cuerpo desnudo pero sabía que no era posible. Esa fue la razón por la que decidí alejarme de ella lo más que pude, hacerla aprender sobre armas y defensa personal la mantendrían ocupada y yo haría el intento de no pensar más en su cara.
Fui malo con ella, las cosas que le hice en su niñez jamas me las iba a perdonar pero en ese entonces la veía como un desperdicio humano. Pude haberla salvado pero no gane nada, solo un dolor de cabeza.
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Lo Definitivo |En Proceso|
Roman d'amour¿Que hacer cuando tu vida depende de la persona que más daño te a echo? Desde joven Anabella Rossi a llevado una vida de excesos y dificultades, no es una mujer fácil de tratar pues su carácter y falta de confianza la llevan a ser una total pesadil...