Milán, Italia. 5 años
Anabella Rossi
Obscuridad. Solo eso es lo que mis pequeños ojos podían ver y el primer recuerdo que tengo de mi niñez.
En ese entonces solo tenía 5 años, pero lo recuerdo como si hubiese sido ayer que esos bastardos me tomaron y encerraron en una jaula como un simple animal de circo. ¿Quien le hace eso a una niña? Personas con poca vergüenza que buscan lucrarse de su sufrimiento.
El camión se iba meciendo de un lado a otro, yo seguía abrazando mis piernas para darme calor a mi misma, afuera estaba nevando y esos malditos ni siquiera me habían dado algo para cubrirme.
No recuerdo nada antes de ese momento, mis memorias de niña empiezan ahí, ni siquiera recuerdo el rostro de mis verdaderos padres, si tenia amigos, si iba a la escuela, nada.
Nos detuvimos de golpe lo que causo que el pequeño espacio donde estaba golpease contra la pared del vehículo. Mire a través de los barrotes a las demás, porque si, yo no era la única secuestrada. Sus rostros no los recuerdo tampoco, pero si que eran todas mujeres de diferentes edades. Estaban igual que yo, asustadas, seguramente preguntándose que seria de ellas ahora.
Escuché que los hombres que iban en la parte delantera bajaron de inmediato, quería saber que ocurría pero mi vista no alcanzaba a ver más haya de la pequeña ventana que separa la cabina del conductor con la caja del camión, esa era mi única fuente de luz. Hubo un silencio largo, probablemente unos diez minutos en los que lo único que llegaba a mis oídos eran los sollozos de las otras mujeres. Yo seguía aferrada a las barras de acero que congelaban mis pequeñas manos, sin embargo la oscuridad y lamentos eran lo único que percibía.
Alguien maldecía, probablemente uno de esos hombres que nos llevaba a nose donde. Enseguida comenzó el verdadero infierno.
Afuera parecía como si encendieran fuegos artificiales, eso es lo que mi mente infantil creyo. Pero no, era una lluvia de balas, algunas impactaron contra las paredes, vidrios y suelo del vehículo. Los gritos y llantos incrementaron conforme aquellas armas sonaban cada vez más cerca. Mis manos cubrieron mis oídos y mis ojos mojados por las lágrimas no se despegaba de la bizarra imagen de las demas mujeres ensangrentadas, sus cuerpos inertes en suelo con heridas de bala esparcidas por todo su ser. Por alguna razón no podía gritar, no me quería mover porque de hacerlo esas personas me harían lo mismo, les importaría poco si era una simple niña.La enorme puerta trasera del camión fue abierta, varios pasos se apresuraban junto a el constante maldecir de esas personas, por miedo me escondí en una de las esquinas del pequeño espacio cubriendo mi propia boca, respirar ya era un trabajo difícil pero ahora si no lo hacia para mi mejor, no quería ser descubierta.
-Abbiamo perso la nostra merce.-La voz de aquel hombre hizo eco en todo el lugar.-Merda...
Una cantidad de insultos, gritos y maldiciones salieron de su boca, estaba demasiado enojado y yo no quería ser otra de las razones por las que terminará perdiendo la cabeza y se desquitara.
-¡Deshaganse de todo! -Volvió a gritar haciéndome sobresaltar.-¡Que no quede ni las cenizas!
No, no podía hacer eso, yo seguía ahí.
Tenia solo dos opciones, permanecer escondida en la esquina de esa sucia jaula a esperar que esas personas me matarán, o la que más me asustaba, salir de mi escondite y rogar que no me hicieran nada. La probabilidad de morir en ambas opciones era muy alta, pero aun cuando era una niña entendía que debía intentarlo, quiza mi muerte sea menos dolorosa si salia a dar la cara.
El tiempo avanzaba lento mientras poco a poco me acercaba de nuevo a los fríos tubos de acero y con facilidad metía mi mano entre estos, mi pequeño brazo temblaba, toda yo estaba vibrando por el miedo. Mis dedos se aferraron al pantalón de aquel hombre y débilmente dieron un par de tirones para que se diera cuenta de que estaba ahí, para que me mirara.
Eso fue suficiente para que diera un paso alejándose, pero poco después se puso en cuclillas para verme mejor. Esa mirada venenosa jamas la olvidaré, los ojos de la misma muerte.
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Lo Definitivo |En Proceso|
Roman d'amour¿Que hacer cuando tu vida depende de la persona que más daño te a echo? Desde joven Anabella Rossi a llevado una vida de excesos y dificultades, no es una mujer fácil de tratar pues su carácter y falta de confianza la llevan a ser una total pesadil...