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Caspian bajó suavemente a Otto sobre una manta sobre una pequeña plataforma de paja. Otto soltó un gemido mientras se movía, apoyándose contra la pared de piedra detrás de él. Suspiró aliviado, cerró los ojos y disfrutó de este calor seguro. Caspian se dejó caer sobre el suelo desnudo junto al jergón de Otto, con el rostro lleno de preocupación. Al otro lado, Peter y Lucy se sentaron. Edmund eligió apoyarse contra la pared mientras Susan se sentaba junto a Caspian. Otto bostezó, haciendo una mueca cuando el movimiento tiró del corte en su mejilla.
"Cuidado", murmuró Susan suavemente. Se inclinó para examinarlo. Sus dedos inclinan suavemente la barbilla de Otto.
"Deberías aprender a esquivar Otto", comentó Peter secamente. Dejó escapar un gruñido cuando Lucy le clavó el codo en el estómago.
Otto se echó a reír. Se rió con tanta fuerza que se dobló. El dolor de todo añadiendo un ligero toque histérico al ruido. Después de un minuto, Peter comenzó a unirse a ellos. Por encima de ellos, Edmund también se echó a reír. "Todos estos años de peleas", suspiró Edmund, sacudiendo la cabeza pero sin poder ocultar su sonrisa. "Ninguno de los dos aprendió cómo evitar lastimarse. El punto era evitar la espada Otto".
Otto se rió, tratando de mantener la cara seria. La risa le había irritado la mejilla y el rojo comenzó a brotar de nuevo. Lucy lo miró preocupada. Susan suspiró a los chicos y se levantó. Desapareció por el pasillo hasta el vestíbulo principal. Reapareciendo un momento después con una sátira agarrando el saco de Otto y otra bolsa de suministros médicos. El sátiro era una mujer de aspecto mayor con un sencillo vestido de tela. Su mitad cabra era de un marrón grisáceo, a juego con su cabello canoso y rizado. Ella le sonrió cálidamente.
"¡Mi bolsa!" Otto jadeó cuando Susan se lo entregó. "Ayúdame a vaciarla Caspian". Preguntó. Juntos, los dos voltearon la bolsa sobre el regazo de Peter y Lucy. Al menos cinco libros duros se cayeron. Una corbata de repuesto, un estuche de madera para lápices. Un cuaderno endeble, una pequeña navaja, un peine y un periódico. Y varios otros impares y extremos como una billetera, llaves y varios libros de bolsillo más. Peter empezó a hojear el contenido divertido.
"¿Cuántos libros encajaste allí Birch? Eso explica por qué siempre fue tan pesado".
"No es para ti, Pevensie", respondió Otto. Comenzó a apilar todos los libros. Los cinco libros de tapa dura primero, luego los siete libros de bolsillo más. Se los colocó en el regazo con un sonido feliz. "Me he perdido estos".
"¿Tuviste que tirarlo por todas partes?" Susan resopló. Ella y Lucy empezaron a meterlo todo en el saco. No hicieron ningún movimiento para llevarse ninguno de los libros de Otto, por lo que se alegró. Los libros siempre fueron un elemento de consuelo para él. Ahora en un mundo extraño, golpeado y dolorido. Todavía lo calmaron.
"Señor", habló el saytr. Se arrodilló junto a Caspian a su lado, con cara de preocupación. "Mi nombre es Harth. ¿Puedo echar un vistazo a sus heridas?"
