Capítulo 2.

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Lunes.
14:56 pm.

La puerta se cerró sin hacer demasiado ruido y tras esto unos pasos cortaron el silencio de ese momento.

-¿Cielo, eres tú? -Preguntó Clara.

-Ya estuvimos hablando sobre eso. -contestó Terrie sin mirarla.

-¿Cuánto tiempo seguirás así?

Terrie subió a su habitación a hacer su tarea sin dirigirle apenas la palabra a su "madre". A Clara no le gustaban los días en los que llegaba así, porque sabía que algo había pasado.

-Terrie cariño, ¿Qué ha pasado?

-No necesitas utilizar apelativos para parecerte más a mi madre.

-Yo soy tu madre.

-No, tu eres una persona que firmó un papel para quedarte con mi custodia.

-Terrie han pasado 4 años desde que estás con nosotros, y te aseguro que ninguna madre adoptiva te puede querer tanto como yo te quiero a ti, eres mi hijo.

-Menospreciando a las demás no vas a conseguir nada.

-Terrie... Subiré cuando estés mejor, al parecer ahora no se puede hablar contigo.

-Tampoco tienes necesidad de decirme nada.

-Clara suspiró ante esa respuesta.- Iré a comprobar como va la comida, mas tarde volveré. Terrie, te quiero. -Dijo mientras salía por la puerta de la habitación de Terrie.

Terrie se quedó callado en la cama durante unos minutos, tras esto, se bajó de ella y se puso de rodillas frente a la cruz que había colgada en la pared, posicionó sus manos y comenzó a rezar para pedir perdón por sus actos impuros.

Terrie no era extremadamente religioso, solo lo justo. Cuando pecaba pedía perdón, cuando estaba mal y a nadie le importaba le pedía a Dios que si podía hablar con él, de vez en cuando leía algunos pasajes de la biblia y rezaba... En fin, un creyente más. En torno a físico, era alto, no demasiado, tenía el pelo castaño, los ojos marrones oscuros, y era un poco 'orondo', pero quizá no tanto.

Su madre, Clara, era dependienta en una tienda de antigüedades cercana a su casa, era bastante conocida pero no daba muchos beneficios, prácticamente estaban cayendo en la pobreza. Ella era morena, con algunas partes rubias, tenía 31 años, el pelo no muy largo, sus ojos eran verdes, y era alta, en fin, una mujer preciosa.

Y su padre... Víctor, de 33 años, era alto, con los ojos marrones claros, el pelo negro, y barba. Pasaba todo el día en el bar, de vez en cuando se ganaba algo ayudando en alguna obra, para beneficio propio, y cuando llegaba a casa simplemente...

La puerta se abrió y segundos después se cerró con un gran golpe que se pudo escuchar en toda la casa.

-¿Por qué la mesa no está puesta? -Dijo Víctor quedándose quieto y enfurecido, dirigiéndose a su mujer.

-Cielo lo siento... No he terminado de hacer la comida, estará lista dentro de poco.

-¿Cómo que no has terminado de hacer la comida? -se acercó a Clara y le dio la vuelta agarrándola por el brazo.- Sabes que cuando llegue tiene que estar mi plato en la mesa, eres una inútil.

Víctor dirigió un puñetazo a su estomago agarrándola cada vez más fuerte del brazo.

-Lo siento cariño... No quería disgustarte. -Dijo Clara mientras una lágrima caía por su mejilla.

-Pues siempre lo haces, estúpida, aprende a respetar las normas de tu marido. -Le dijo soltándola del brazo y pegándole un puñetazo en la cara que hizo que cayera al suelo junto con algunas gotas de sangre.

Terrie.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora