Es una palabra con mucho significado por detrás. Cada quién tiene su definición de esta palabra. Para algunos es un chiste, para otros es un problema, una enfermedad, una forma de vida.Para mí, pues... Es una larga historia.
Puede sonar cursi, pero se remonta hace unos cuantos años, cuando iba a mí primer ciclo lectivo, tenía 7 u 8 años.
Recuerdo que teníamos natación y en los vestidores una de las niñas empezó a preguntar quién era la más plana de todas.Automáticamente comenzaron a señalarme. Admito que era muy delgada para ese entonces, unos 29kg a mí corta edad, además de que ya medía 1,61cm.
Nunca había visto mí cuerpo como un problema, digo, tenía 8 años, ¿Por qué debería interesarme mí peso a esa edad? No había entendido eso hasta hace unos meses.
Cuando me mudé de ciudad, tenía 11 años, colegio y amigos nuevos.
Sin darme cuenta comencé a subir de peso. Lo noté apenas cuando comenzaron las burlas de mis compañeros.
Cosas como, "bola de grasa", "gorda", "obesa", "aflojá los postres", y cientos de comentarios más ofensivos con respecto a mí peso.
Ahí fue cuando sentí la necesidad de hacer ejercicio, iba corriendo ida y vuelta de mí colegio a casa, todos los días, con la esperanza eso me ayudara a bajar los kilogramos que atemorizaban mí mente cada vez que me veía a un espejo.
La internet no ayudó mucho. Dietas para bajar 5kg en una semana, ejercicios que te harán bajar todos esos kilos de más, bebidas mágicas, dietas estrictas. En esos momentos, ese tipo de información era la única que me interesaba. No comía durante 16 horas o más, porque creía que eso me haría bajar de peso. Hacía sesiones de cuatro horas de ejercicio, comía una sola verdura en el día, no dormía bien.
Realmente ridículo, ¿No? Y sin embargo, ahí estaba yo. Le temía más a los kilogramos de mí cuerpo, que a lo que eso conllevaría a mi salud.
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Reflexión de medianoche
Teen FictionPequeñas anécdotas y fragmentos de la vida de una adolescente.