•𝙲𝚊𝚙𝚒𝚝𝚞𝚕𝚘 5•

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Leah Johnson 

El ambiente aquí siempre era igual, cigarrillos, alcohol y drogas por doquier, aunque sentía que no pertenecía, solo venía a desahogar, la adrenalina fue mi gran compañera desde aquel momento donde lo perdí todo, sé que si ella estuviera aquí me daría varias cachetadas por hacer esto, por arriesgarme así.

Salimos del coche el primero en acercarse son nuestros conocidos que no solíamos verlos fuera de aquí, Charly el más cercano a mí se aproxima.

— Lista para patearles el traseros a estos maricas, linda — pasa su brazo por mis hombros.

— Obvio, lindo, más que lista — le respondo con una fingida coquetería, era normal entre nosotros jugar así, sabíamos que yo no era su tipo y ni el el mío.

— Te estaré esperando para festejar, hoy les tengo un nuevo lugar — el se encargaba de elegir donde iríamos a festejar luego de cada carrera, está más metido que nosotros en este ambiente que se sabía muchas cosas, más de las que me gustaría saber.

— Renacuajo, a correr — se nos acerca Andrew con un casco en manos, saluda a Charly y nos dirigimos a la pista.

Me subo al cuatriciclo colocándome el casco, miro de reojo a mi contrincante que ya estaba en su posición, una chica se coloca frente nuestro con un pedazo de tela en su mano levantada, a penas la baja acelero a fondo, el viento azota contra mi cuerpo pero no siento el frio debido a que la adrenalina ya esta recorriendo por mis venas, los latidos de mi corazón golpean mis tímpanos y mi mente solo esta en el circuito que tengo que completar, no era una simple pista recta, era todo un circuito bien armado, disfruto cada segundo de la carrera y con estrategia rebaso dejando atrás a mi contrincante, debido a que no había reglas, está intentando chocarme.

Acelero y me muevo hacia los costados en un intento de librarme de sus choques, a su vez no paro de putearlo cada vez que lo intenta, estamos cada vez más cerca de la meta, íbamos peleando por el primer lugar, era muy justo, no se sabía quién iba a ganar hasta que acelero con todo sin importar nada, una sensación de euforia me azoto y mas aun cuando la primera en cruzar la línea fui yo, freno de golpe, me bajo y me tiro sobre mi amigo y demás gente que venia alabarme la carrera.

— Bien hecho, renacuajo — Andrew me susurra cuando me abraza.

— Hay que festejar, linda — me abraza y me da una vuelta por el aire, una vez mis pies tocan la tierra, niego la cabeza sonriendo.

El camino al nuevo bar fue tranquilo y lleno de risas, solo íbamos Andrew, Charly y yo. Entramos y de por sí ya se encontraba un tanto lleno, nos agarramos una mesa y los chicos fueron a la barra a pedir las bebidas. El celular me vibra, lo saco y veo que es un mensaje de un número desconocido.

"¿Dónde estás?"

Era lo único que decía, sentí una sensación de ya saber quién podría ser, no le tomo importancia, lo vuelvo a guardar, sinceramente solo quería despejarme luego de una semana llena de emociones encontradas, necesitaba un respiro.

— Aquí tienes tu cerveza — Charly me la pone frente mío.

— Gracias — le sonrió. Una vez sentados, Andrew larga la pregunta que tanto lo venía atormentando.

— ¿Qué hace aquí de vuelta? — la seriedad se refleja en su rostro, sabiendo bien porque lo enfada bastante, también fueron amigos pero Noah se comportó tan mal con todos en su pasado que su regreso no le hace gracia a ninguno.

— No lo sé, solo sé que estará quedándose un buen tiempo en mi casa — suspiro y le pego un trago a la cerveza. El pelirrojo solo nos observa sin entender de que hablábamos.

— Sabes que puedes quedarte en mi departamento un tiempo, ¿no? — le sonrió y asiento, agradecida de tenerlo en mi vida, después de tantas altas y bajas en mi vida, el jamás se fue de mi lado.

Cambiamos de tema y comenzamos a sentir el alcohol hacer efecto, las risas volvieron a entrar en el ambiente, bailamos, cantamos y nos divertimos, bebimos más y más hasta que comencé a marear es ahí donde decidí parar, íbamos de salida los tres hablando boludeces y apenas pudiendo caminar, las risas sin razón salían, me separo un poco de ellos para llamar un taxi, debido a que ninguno iba a poder conducir en este estado. Una mano me arrebata el celular y se escucha como corta la llamada, levanto la vista dispuesta a decirle de todo a la persona, de mí no sale ni una palabra al ver que era Noah.

— ¿Qué haces aquí? — Andrew es el primero en hablar.

— Vine a ver si Leah se encontraba bien — responde seriamente, la risa sarcástica se escucha salir de mi amigo.

— Si como no

— Vamos los llevo — se ofrece este.

— Esperen, ¿Quién es? — Charly habla por primera vez y en su voz se nota que es el más alcoholizado de los tres.

— No te importa — responde seco Noah — ya vámonos.

Lo seguimos sin discutir sabiendo que era mejor que nos lleve el, abre la puerta del copiloto y me hace una seña para que suba, lo hago sin refutar, la verdad que el alcohol me mantiene bastante calmada, los chicos suben a la parte trasera.

El trayecto parecía ir tranquilo, solo cada tanto sentía que el me miraba de reojo. Hasta la puerta del edificio donde vivía Andrew, se estaciono, estábamos por bajar hasta que Noah pone una mano sobre mi brazo impidiéndome bajar.

— Tú te quedas — me ordena, iba a refutar pero mi amigo se adelantó.

— ¿Tu quien te crees? ¿Eh? — su tono elevado me alerto.

— No quiero pelear, la cosa no es contigo — contesta este sin darle mucha importancia. Andrew larga una carcajada sarcástica.

— Cuando no, siendo tan cobarde — el rencor se nota en su voz, veo como sus ojos marrones tan hipnotízantes se vuelven salvajes, sabiendo que podría causar su enojo, me interpongo en su pelea.

— Déjame bajar — le digo soltándome de su agarre, este niega la cabeza, suspiro por su terquedad y prosigo a cumplir su capricho — corazón — me dirijo hacia mi amigo de esa manera cada vez que solía pedirle algo o se enojaba conmigo — volveré ¿sí? — este suspira, niega con la cabeza.

— Conociéndote, si no la traes a más tardar por la mañana, iré yo mismo a buscarla, imbécil — sale dando un portazo al no tener respuestas de Noah y Charly lo sigue somnoliento.

Inmediatamente mis nervios se pusieron de punta al encontrarnos solos, sabiendo que la noche seria larga, me acomodo sobre el asiento y dejo mis ojos fundirse en un sueño. 

 

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•𝐀𝐞𝐭𝐞𝐫𝐧𝐮𝐦• 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝑡𝑜𝑑𝑎 𝑙𝑎 𝑒𝑡𝑒𝑟𝑛𝑖𝑑𝑎𝑑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora