Día 7: Circo

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Sumario: Era solo una escena, un acto nomás. No había problemas. Podría ver cómo Levi tomaba a Petra y la besaba delante de todos.

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Pocas veces podía verse a Erwin tenso o enfadado.

Aquella era una de esas ocasiones.

—Te ordené expresamente mantenerte alejada de los Jaguares— replicó con dureza Erwin –Es una suerte que no te hayan atacado.

—Ellos saben que no los atacaré.— refutó la fémina, con la mirada tranquila. 

Incluso cuando Moblit aplicó hielo en el tobillo inflamado, mantuvo una inusitada serenidad.

—Son responsabilidad de Levi.—  continuó Erwin, luego soltó un suspiro de exasperación. —Esto me generará más problemas.

El rubio salió de la carpa, totalmente irritado.

—Erwin-san tiene toda la razón— replicó Moblit, en tono de regaño.

Hanji dejó su expresión impávida y se quitó la venda de su tobillo, para hacer recuento de los daños.

—No está quebrado, solo es una torcedura mínima.

Moblit le dio su más grande mirada de desaprobación.

—Su fuerte es el patinaje, si lesiona gravemente su tobillo, ¿qué es lo que hará aquí en el circo? ¿Limpiar? Ni siquiera podrá cargar adecuadamente los baldes.

Se detuvo en su regaño porque Nanaba entró abruptamente a su carpa, con las manos en la cadera y con una clara expresión que denotaba que tenía ganas de arrancarle los intestinos a la antigua y sin anestesia.

—Eres tu propio enemigo. ¿Lo sabías?

Y reproche lanzado, Nanaba se hubo marchado.

Para sí misma, Hanji admitía que era cierto.

Tenían un evento de patinaje artístico que presentar, so pretexto de abrir unas clases en el circo y que representara un ingreso adicional, hoy empezaba la práctica de la rutina que Nanaba había ideado.

Era una pequeña historia de amor de dos amantes coqueteando en la pista de baile, tenían que expresar sensualidad, destreza, confianza, y terminaba la danza con un romántico beso. Todo actuado, claro está. Levi era su pareja de patinaje y Hanji no tenía problemas con aquello.

Pero ella no sabía si él estaba bien con ello. Lo vio tenso, ansioso, incluso le gritó a Mikasa, su prima,  por andar coqueteando con un chico del pueblo, la muchacha creyendo que llevarle uno de sus leopardos era lo idóneo para atraer su atención.

Bueno, Hanji le daba la razón a Levi a medias. Mikasa podía controlar sus leopardos, siendo los Ackerman domadores de felinos desde tiempos inmemorables, pero alguien pudo salir gravemente herido y  entonces ellos no podrían dar espectáculos ni en ese pueblo ni en zonas aledañas.

Así que, viendo demasiado ocupado a Levi, quiso ayudarlo con sus jaguares, pero al querer limpiar la caja superior, no pudo evitar resbalar, lastimándose el tobillo en el proceso.

Y he ahí, vendada, con hielo.

—No creo que funcione— Hanji escuchó a Levi decir a lo lejos, lo notaba más irritado de lo normal.

—Con esa actitud, claro que no funcionará.— reprochó Erwin en el mismo tono.

Con cuidado de no lastimarse más, Hanji cojeó hasta agarrar la muleta, apoyarse en ella, y avanzar hasta donde estaba la discusión.

A través del tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora