Sunny Side Down (SunSun)

1

Sunghoon

Desperté por un sonido demasiado escandaloso: parecía como un golpe... o más bien, una explosión de serpentinas. Abrí los ojos: eran mis padres y mi hermana, al rededor de mi cama, con un cartel que decía "Felicidades por tu ultimo año de prepa!!!", globos, y un oso de peluche nuevo –y obviamente, ahora toda la serpentina estaba sobre mi cama...

–¡Buenos días, cariño! ¡Felicidades! –mi madre me saludó con voz chillona.

–Falta un acento –espeté con voz ronca mientras me incorporaba para sentarme.

–¿Eh? –mi padre reaccionó.

–En "último", lleva acento en la "u" –mi hermana, quien sostenía el cartel, me miró mal, arrugó el cartel y me lo aventó.

–¡Oye! –mi madre la regañó.

–¡No se puede hacer nada contigo, Sunghoon! Sólo queríamos darte una sorpresa, ¡te odio! –yo reí.

–¿Me odias? –le repliqué.

–¡Sí, te odio!

–Cálmense los dos –mi madre intervino y se acercó a la orilla de mi cama. Me acarició el rostro– Cielo...  ¡hoy comienza tu último año de preparatoria antes de la universidad!

–Qué pesado... –refunfuñé, y volví a azotar mi cabeza contra la almohada.

Mi padre se acercó, dejó el peluche junto a mí y me revolvió el cabello para salir de la habitación. Tenía que irse a trabajar.

–Sunghoon, vamos, levántate. El desayuno estará listo pronto –mi mamá volvió a hablar y besó mi cabeza para después irse.

–Oye, perdón –me estiré para alcanzar el brazo de mi hermana y tirar de él para abrazarla. Logré sujetarla y tirarla conmigo a la cama.

–Déjame. Te odio –se retorcía entre mis brazos mientras se  quejaba.

–¿Ah sí? ¿Y si te doy de mis dulces?

–¡Suéltame! –dijo por última vez.

Mi hermana salió de la habitación, y yo comencé a alistarme para ir a la escuela. Mi último año de bachillerato... qué pesado... y qué poco emocionante. No entendía porque la hacían tanto de fiestas por un nuevo ciclo escolar.

Bajé a la cocina ya peinado y con el uniforme. Mi mamá había preparado arroz para desayunar. Me senté frente a mi hermana, quien veía un viejo álbum de fotos.

–Oh, no...– intenté susurrar.

–Oh, sí –mi madre contestó tras servirme mi desayuno–. Sabes que es tradición ver tus fotos viejas escolares en tu primer día de clases. Ay... mi pequeño ya creció... –mi madre se acercó a abrazarme y comenzó a sollozar.

–Oye... ¿estás llorando? –pregunté extrañado.

–Lleva llorando toda la mañana –mi hermanita intervino–. Toma, tu anuario –me dio un álbum de fotos  con mi nombre sobre la portada.

Solté un suspiro, y tras meterme una cucharada de arroz a la boca, comencé a hojear el anuario. Había fotos mías inclusive desde la guardería. Jardín de niños, primaria, secundaria... En realidad sí me daba bastante nostalgia el hecho de que este era mi último año de preparatoria. ¿Qué iba a hacer después de graduarme? No estaba listo para la universidad, eso era un hecho. Pero no podía darme el lujo de no estudiar.