Capítulo 2

1.4K 63 2
                                    

Punto de vista de Samantha.

Siempre creí en eso de todo lo cura el tiempo, pero a mí nunca me había curado, el mirar a mi hijo cada día me hacía recordarme que mi amor desapareció un día por el aeropuerto y me dejó allí llorándole, suplicando que se quedara conmigo. La imagen de Alex cruzando la puerta de embarque me había perseguido día y noche durante años, sobre todo porque no había respondido a mis llamadas, y el hecho de tener un hijo suyo y que él no lo supiese me carcome por dentro.

Ahora Alex había vuelto, lo tenía frente a mí sentado en mi sofá mientras yo estaba apoyada en la barra de la cocina con una cerveza en la mano, necesitaba esa bebida como un salvavidas, no iba a ser capaz de tener esta conversación con Alex sin ella.

La cara del chico de pelo negro y ojos verdes, era todo un poema, aún seguía en shock, algo totalmente lógico dado que se acaba de enterar que es padre desde hace cinco años.

Lo descubrí dos meses después de que te marcharas. — dije, bebiendo del botellín de cerveza y tragando la bebida. Sentía como todo el líquido bajaba por mi garganta y me relajaba, aunque en cuestión de milésimas de segundos, el nerviosismo me volvía.—Estaba en clase y tuve que salir a vomitar y caí en la cuenta de que llevaba varias semanas, casi un mes  de retraso con el período, por lo que tu hermana me acompañó a la clínica y bingo, ahí estaba nuestro hijo.

— ¿Por qué no me lo dijiste en los mensajes de voz? Te hubiese llamado.— me dijo, aprende los labios y tragué un nudo bastante grueso antes de empezar hablar otra vez.

—Tenía la esperanza de que te importara aunque fuese un poco lo que pudiera pasarme y regresaras algún día. —dije, después suspiro. — entonces cuando ya pasó un año, me prometí que si no eras capaz de llamarme para saber que era aquello tan importante que tenía que decirte no te buscaría más, que Alex y yo merecemos algo mejor.

—¿Por qué lo llamaste Alex? — me preguntó. La emoción se podía notar en sus ojos.

—Iba a crecer sin su padre, qué mínimo que tuviera aunque fuese su nombre. — dije, Se le aguaron los ojos, Alex no se esperaba para nada esta noticia.

—No se puede negar que es tu hijo, se parece a ti. —dijo, después sonríe y yo le devuelvo la sonrisa.

—¿Estas de coña? Alex, el niño tiene tus ojos. — le dije, me rio —cada vez que le miro es como mirarte a ti pero en miniatura. Claro, que también es el recuerdo de aquel día que te fuiste.

— ¿Por qué decidiste tenerle?, Tú, aquella mujer que no pretendía tener hijos mínimo hasta los veintinueve, mira si tienes veinticuatro y un hijo de cinco.

—mi plan era abortar, pero no está permitido a partir de las catorce semanas y yo ya estaba de trece, por lo tanto mientras planeaba y todo, no podría hacerlo; luego quise darle en adopción pero le tuve nueve meses dentro de mi, sentí sus patadas y como se relajaba con mi voz, cuando nació y le vi, no pude. — le expliqué un poco con la voz quebrada. Él se acerca a mi. — mi abuelo falleció hace tres años y mi abuela hace un año. No me queda más familia, lo único que me queda es Alex, él me ha dado fuerzas para seguir adelante.

—¿Sería pedirte mucho que me dejaras formas parte de su vida? —dijo, mirándome profundamente a los ojos, esos ojos con sinceridad. Siempre supe que cuando se enterase de esto, iba a querer formar parte de la vida de nuestro hijo.

—para Alex eres un completo desconocido y no sé si podría...

—Será bajo tus condiciones y bajo tu supervisión si quieres, pero es mi hijo también y me he perdido sus primeros cinco años de vida no quiero perderme más... sólo déjame ser el padre que debí de ser.

De regreso a míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora