Punto de vista de Alex.
Había soñado durante toda la noche cómo habría sido mi vida, si hubiera cumplido todos mis sueños junto a Sam, tal vez pudiera haber despertado por las mañanas y ver cómo su tripa crecía cada día, haber visto el nacimiento de Alex, y llorar de emoción por convertirme en papá, con diecinueve, pero un papá alegre, y enamorado de la madre de su hijo, porque sí, sigo tan enamorado de ella como hace seis años. Sé que Sam ya no siente nada por todo el daño que le había hecho, me lo merecía.
La mañana había llegado a la ciudad de Miami, yo desperté en casa de mi hermana, porque había pasado la noche con ella, necesitaba del apoyo de su hermano mayor y no se lo iba a negar. Había pasado tres cuartos de la noche llorando, y yo cuidé de Jace en lo que ella se calmaba. No durmió a penas así que decidí llevar a Jace yo mismo a la escuela. Estaba tan afectada por la muerte de su marido, y se sentía tan sola que tuve que llorar yo con ella.
Una vez estaba montado en el auto que me envió Regan, junto a mi sobrino, caí en la cuenta de que no tenía idea de donde estaba la escuela de este pequeñín.
— Oye, Jace. —le digo a mi sobrino, que está en el asiento trasero con cara de sueño. Normal, joder, no son horas para estos críos. — ¿Sabes dónde queda la escuela, cierto?
—si, tío. —nos dirigimos hacía la escuela, el se despidió de mí con un fuerte abrazo, me levanté y vi a Alex con él mientras me sonreía. Sam se encontraba a mi lado.
La observé detenidamente, llevaba una falda negra de tubo que se ajustaba perfectamente a su cuerpo, una blusa blanca que le quedaba divina, su pelo estaba recogido en una coleta y unos tacones de infarto. Miraba como nuestro hijo se marchaba lentamente por la puerta de su escuela, acompañado de su primo, son dos encantos.
—¿Cómo así que trajiste a Jace? —Me mira mientras se le escapa una media sonrisa. --No me digas que ahora tienes ese instinto paternal, Morgan.
— Gia lloró durante la noche y no durmió, a penas hace un rato que conseguí que se relajase. — le respondo a su pregunta. —Quise dejar que durmiera.
—Debo ir a verla. —me dice preocupada.
Se va a marchar para su coche pero le tomo el brazo, haciéndola girar hacia mí. Su mirada se dirige por una milésima de segundos a mis labios, pero rápidamente se redirigieron a mis ojos, había sentido una corriente eléctrica atravesándome todo el cuerpo. Era una alegría saber que ella seguía produciéndome el mismo efecto que hace seis años, pero me encantaría más que ella lo sintiese también.
— Yo puedo llevarte. — le digo con voz suave.
— No, gracias. — me dice y finalmente se dirige a su coche.
--Casi --dije cuando ella ya se había ido. --Casi cuela.
Yo me monto en el mío y vuelvo a casa de mi hermana, lo que eso indicó en sí que tuviera que encontrarme nuevamente con Sam. En efecto ahí estaba ella en la puerta; seguía siendo tan bella como siempre.
Ya había llamado a la puerta de la casa de mi hermana, por lo que estaba esperando que ella le abriera. Me puse a su lado y noté como su mirada de reojo se fijaba en mi figura, conociéndola seguramente, estaría pensando en que he tonificado más mi cuerpo. Efectivamente, dos giras dan para hacer mucho más ejercicio.
— Llevo seis años esperando a volver a ver esta imagen. —Samantha y yo nos miramos a la vez para luego mirar a Gia. — Perdón, he pensado en voz alta. — la rubia de mi hermana se hace a un lado y dejo que primero pase la madre de mi hijo, y tras ella mientras mi hermana cierra la puerta, voy yo.
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De regreso a mí
Dla nastolatkówSecuela de «El que se enamora pierde» "Uno siempre vuelve a donde fue feliz." Samantha y Alex han continuado con sus vidas alejados el uno del otro, aparentemente se han olvidado, ella dejó de llamarle y él dejó de sentirse culpable por no contesta...