Punto de vista de Samantha.
No lograba conciliar el sueño, había algo dentro de mi que no me dejaba cerrar los ojos y dormir en paz y sabía perfectamente lo que era, la marcha de Alex. Bajo ningún concepto quería que se fuese, no entiendo por qué se iba, debía de quedarse, tenía que luchar por mí.
Los primeros rayos de sol comenzaron a aparecer por mi ventana y no había dormido nada, una voz en mi cabeza me decía una y otra vez que no dejara que se fuera, cierro los ojos y los abro rápidamente para levantarme de la cama y marchar hacia la habitación de Alex el que duerme plácidamente entre sus sábanas azules cielo.
— Venga amor, vamos a la escuela. — mi hijo se levanta a desgana y en sus ojos veo la tristeza de la marcha de su padre. Salgo de su habitación para dejarle vestirse y yo bajo a la cocina para preparar el desayuno, tengo cuatro mensajes de Gia.
Esta noche cena en casa de Ari, despedida de Alex.
Ya somos grandes para fiestas pero tenemos que despedirlo.
Y tú obvio debes venir, eres la madre de su hijo.
A las 9.00 pm, escoge el vestido negro. Nunca falla.
Bloqueó el teléfono mientras mi Niño baja por las escaleras con su mochila para su día en la escuela y su cara de tristeza aún no se ha marchado. Yo me acerco a él y le abrazo.
— Amor, sé que estás triste porque tú papá se va. — él asiente. — pero va a venir a verte y vais a hablar mucho, vais a seguir juntos.
— Pero yo le quiero aquí con nosotros. — me hace un puchero. — mami si le quieres, ¿por que no estás con el? — yo no sabía que responder, simplemente lo abracé.
Cuando me vestí con unos jeans negros, una blusa blanca holgada y una chaqueta negra, salimos de casa y yo lleve a mi hijo a la escuela para que pudiera desconectar de la marcha de su padre y poder sonreír un rato. Me aseguré que entró perfecto y me marché hacia el trabajo.
Tenía que terminar de editar El que se enamora pierde, pero no tenía la cabeza para nada. Estaba sentada en mi despacho con el ordenador encendido frente a mi y la cabeza que no me daba para más, no dejaba de repetirme que Alex mañana se iba y que podía volver a perderlo y que esta vez la vida no me iba a dar una segunda oportunidad. Me llevé las manos a la cabeza y me dejé caer abatida.
—Samantha, ¿estás bien? — preguntó Ester entrando en mi despacho, quise secarme las lágrimas pero ya las había visto así que para qué iba a disimular. — Vaya, qué pregunta tonta. — se acerca hacia mi y me extiende sus brazos y yo le correspondo al abrazo que resultó muy reconfortados. — Puedes contarme lo que sea, y creo que necesitas desahogarte.
Ester en estos seis meses me había demostrado que no solo era mi jefa sino también mi amiga, habría cobrado una figura materna que hace diecinueve años perdí, se quedó en la entrada de Sevilla. Le conté todo, de principio a fin y no me olvidé ningún detalle.
— Y ahora se vuelve a Los Ángeles y no sé qué me pasa, superé que se fuera una vez o no, no sé, ya no sé qué siento. — digo limpiándome las lágrimas con un pañuelo que al quitarlo estaba negro debido a mi maquillaje corrido.
— Yo creo que estás tan enamorada como lo dice en tu libro, y que no soportas la idea de que la persona que tanto amas se vaya al otro lado del país.
— No quiero que se vaya. — le digo mientras no dejan de salir lágrimas.
— Pues no dejes que se vaya, todo lo que acelere tu corazón y te haga sentir viva merece la pena.
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De regreso a mí
Ficção AdolescenteSecuela de «El que se enamora pierde» "Uno siempre vuelve a donde fue feliz." Samantha y Alex han continuado con sus vidas alejados el uno del otro, aparentemente se han olvidado, ella dejó de llamarle y él dejó de sentirse culpable por no contesta...