Si tuviera que comparar mi cuerpo, sin pensarlo lo compararía con una pradera cundida de flores silvestres.
He tenido que arrancar la hierba mala de raíz, arar la tierra para sembrar nuevas flores y regarme de vez en cuando para evitar la sequía de mis campos.
Sin duda alguna soy un campo precioso,
brillante como un girasol, perseverante como los juncos; y sobre mi piel yace la esperanza como el color de los tréboles.
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El Amor Y Otros Dolores
PoetryEsto es para nosotros, que en un momento tuvimos el corazón roto, para nosotros que sentimos como la piel se nos erizaba de solo escuchar aquellas palabras que no volvimos a escuchar jamás. Esto es para nosotros que llegamos a sonreír por solo sen...