Capítulo 1 parte A

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Todos y cada uno de los movimientos del director artístico eran seguidos por el que yacía sentado en la segunda fila de la platea de aquel teatro a media luz.

En el momento de aparecer en escena el nuevo Romeo, los ojos del observador se posaron en ese personaje; y de su ser se apoderó la rabia, ya que, al dedicarse a ver lo que consideró una pobre actuación, su interior gritó, ¡que él lo había representado mejor, inclusive en los ensayos!

Sin embargo, Terruce no podía hacer mucho al respecto. La oportunidad la había tenido y perdido a la vez; y ahora a otro, menos talentoso y carismático, le pertenecía su tan añorado papel.

Robert Hathaway, a pesar de haber escuchado su triste historia, —al levantarse y alejarse de su persona para ser parte de la práctica—, no le dio esperanza alguna de regresar al grupo.

Por ende, al verlo estrujar con fuerza los pedazos de periódico que anteriormente en su oficina le había mostrado, desde el escenario, el director buscado sugería:

— ¿Por qué no visitas a Los Shuberts? —, hermanos y futuros poderosos organizadores de producciones teatrales.

— ¿Eh? — expresó tontamente Terry y lo miró con sorpresa al reconocerlos.

— Este teatro pronto pasará a sus manos, y si sabes manejarte, tal vez ellos...

Terruce no necesitó saber más. Dejó los periódicos en el asiento vecino y se dispuso a marcharse, llevando a cuestas desde la Calle 42 hasta la 45, la esperanza de ser nuevamente aceptado en lo único que sabía hacer bien: actuar.

Pero, conforme Terry cruzaba apresuradamente el corazón de Broadway y callejón que servía de conexión entre los teatros Shubert y Booth, una humanidad se estrelló contra él que rápidamente prestó ayuda.

— Lo siento, madame.

La voz varonil del muchacho fue inmediatamente reconocida.

— ¡Joven Granchester!

La sorpresa fue mayúscula para Terry que apenas pronunciaba:

— Señora.

Y en lo que él, caballerosamente se dedicaba a levantar las pertenencias de la mujer, ésta se puso a interrogarlo.

— ¡¿Cuándo fue que volvió?! ¡¿Ya sabe Susana de su regreso?! ¿¡Le ha visitado ya?!

— Este... bueno... no. Yo...

— ¡¿Dónde ha estado?! ¡El no saber de usted ha tenido a mi hija en una situación verdaderamente lamentable!

— Lo siento mucho, señora Marlowe. No fue mi...

— ¡¿Adónde es que va?! —, ella lo interrumpió para contrariamente indicarle. — ¡La dirección de la casa es hacia allá!

— Lo sé. Pero antes de presentarme con ella ¡necesito conseguir trabajo!

— ¡¿Y Robert Hathaway?! ¡¿Por qué no fue con él?! ¡Y no quiero escuchar excusas baratas!

— Señora...

Terry mostró un poco de irritación; y grandemente, cuando la astuta fémina, al entregarle sus paquetes, se colgó de su brazo demandándole imperiosamente:

— ¡Lo que tenga qué hacer, lo hará para después! ¡En estos momentos, mi hija Susana es más importante que todo! No lo vuelva a olvidar.

— Y si sí, usted se encargará de estármelo recordando, ¿verdad?

— ¿Qué dijo?

— Nada, madame.

Increíblemente, Terry había respondido con docilidad; y así, por todo el trayecto escuchó a la tarabilla mujer hasta que:

CAPRICHOSO ES EL DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora