Capítulo 3: Escape en la noche

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Después de la cena, te encontrabas en tu habitación sin haber podido conciliar el sueño. No estaban acostumbrados a ir a sus recámaras tan temprano por la noche.

Habías intentado aburrir a tu cerebro para que las ganas de dormir llegaran, leyendo uno libro que Ben te había prestado, pero estaba tan entretenida la historia que ni siquiera de ese modo podías conseguirlo. Incluso te dispusiste a hacer algunos ejercicios matemáticos, que Reginald les había dejado para que hicieran. Pero nada parecía funcionar.

Fue por ese motivo que decidiste salir de tu habitación, con cuidado de no ser descubierta, y bajar hacia la cocina por algo para beber. Pero, al momento de ir terminando de bajar los últimos escalones de la escalera, te encontraste con que alguien más estaba despierto al igual que tú.

—¿Diego? ¿Eres tú? —preguntaste, observando la sombra.

Por la silueta que podías vislumbrar, creías que podría tratarse de él. Y tan solo por esto, habías avanzado con confianza a su encuentro.

—Shh, sí. Pero baja la voz —respondió él, en igual tono bajo de voz.

—¿Qué estabas haciendo? —cuestionaste, al ver que estaba vestido con su abrigo.

Diego observó en todas las direcciones para asegurarse de que nadie más estuviera cerca. Después se acercó hacia ti, tomó tu mano con firmeza, y te llevó junto a él a un costado de la escalera, donde creía que nadie podría escucharlos.

—Tienes que prometer que no le dirás a absolutamente nadie que me viste aquí —te pidió, preocupado porque alguien más pudiera enterarse.

—Diego... —murmuraste, todavía intentando comprender por qué estaba allí tan tarde por la noche—. No entiendo, ¿qué está sucediendo?

—Eso no importa. Tengo algo importante que hacer, ¿puedes cubrirme?

—Pero, antes necesito saber, ¿qué piensas hacer?

—Solo... —parecía estar regañando entre dientes por tener que responder a eso, compartir su secreto contigo—. Voy a salir, tengo que hacerlo.

—Pero no tenemos permiso de salir, mucho menos de noche —le recordaste, provocando que rodara sus ojos, como si lo pudiera olvidar.

—¿Crees que después de lo que hemos visto hoy haré caso a las reglas absurdas de nuestro padre? Claro que no.

—Lo entiendo, es solo que...

Apartaste la mirada, con cierto temor a admitir que te preocupabas por él, que algo pudiera ocurrirle.

—T/N, no es necesario que sepas nada más al respecto —expresó él, no queriendo involucrarte en caso de que no saliera su plan tal como esperaba—. Únicamente, por favor, no le menciones a nadie que me has visto aquí esta noche.

—Pero, Diego... —quisiste detenerlo, en cuanto viste cómo giró, en dirección a una de las ventanas.

El Número Dos parecía no querer escucharte, simplemente siguió con su plan de escapar de la Academia, por aquel punto ciego que daba al callejón.

A ti te daba mucho miedo que algo malo pudiera ocurrirle. Ni siquiera tenías idea de a dónde se dirigía. Y sin dudarlo, ni por un segundo, te encaminaste también hacia el exterior por el mismo lugar que él había escapado. Lo seguiste en silencio, sabiendo que Diego notaría en cualquier momento que lo estabas haciendo.

En el próximo capítulo, deberán seguir aquel que corresponda a su elección sobre la misión del secuestro de la hija del Alcalde, si fue fallida o exitosa

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En el próximo capítulo, deberán seguir aquel que corresponda a su elección sobre la misión del secuestro de la hija del Alcalde, si fue fallida o exitosa.

La hija del Alcalde (Diego y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora