Capítulo 2: Las sospechas de Diego

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Durante el camino de regreso a la Academia, aún podía percibirse la tensión latente, luego de la discusión que mantuvieron Reginald con Diego. Número Dos todavía seguía bastante enfadado, y aunque creías que podías llegar a ser la última persona que quisiera tener cerca, te sentaste a su lado en el automóvil.

Si bien no pretendía ignorarte, parecía estar más concentrado en lo que sucedía en el exterior del vehículo, tal vez buscando allí fuera algo de calma.

—Estuviste muy bien en la misión, Diego —intentaste animarlo al hacer ese comentario por lo bajo.

Por un instante no creías que él te respondería, pero sí se giró para verte y responder.

—Lo sé. Aunque fue un completo engaño —respondió, sin hacer siquiera un intento por ocultar cómo se seguía sintiendo respecto a la misión.

Tú observaste a su padre que iba conduciendo, pero no parecía prestarles atención afortunadamente, y por esto podían seguir platicando al respecto.

—Tienes razón, lo fue —admitiste, estando en completo de acuerdo con él—. Pero cumplimos con lo que nos pidieron. Y te luciste —volviste a halagarlo, algo que considerabas con sinceridad.

—No lo puedo creer, ¿Número Ocho diciéndome un cumplido? —respondió, casi como si se estuviera burlando porque lo hicieras— ¿Qué otra cosa más extraña pasará hoy?

—No alardees o jamás volveré a hacerlo —le advertiste pretendiendo seriedad, cuando al desviar la vista de él tus labios se curvaron en una impensada sonrisa.

De cierto modo sentías alivio, porque lo ibas desviando de esos pensamientos de frustración que mantenía desde que terminaron con la misión.

Para cuando llegaron a la Academia, ya se encontraba tanto la prensa como un grupo de fans esperándolos, porque creían eran los responsables de haber salvado a la hija del Alcalde.

—Una mentira, eso es lo que somos hoy —comentó Diego, una vez más volviendo a esos primeros pensamientos.

—Diego, no otra vez —le pidió Luther, tras escuchar como tanto tú como otros de sus hermanos suspiraban cansados, tal vez porque creían se avecinaba otra discusión más.

—Omitan cualquier tipo de comentario a la prensa, yo me encargaré —les indicó su padre, antes de bajar del vehículo y a continuación ustedes lo harían uno por uno.

Caminando por el espacio libre que quedaba entre las vallas hacia la entrada de la mansión. Tú ibas junto a Diego, y sería él quien te quitaría del medio cuando uno de los fans saltara la valla, anteponiéndose a ti para que no te alcanzara.

—Hey, ten más cuidado, pudiste hacerl@ caer —le advirtió al chico, cuando casi chocó contra ti debido al salto que dio a la valla.

—Tranquilo, Diego, no creo haya sido intencional —interveniste, tomando al kraken del brazo para que ambos continuaron caminando hacia la entrada.

Al detenerse en las escaleras, pudieron observar la escena que le siguió, un nuevo conflicto que tendría a su padre como protagonista y al fan con quien ustedes se habían cruzado anteriormente.


"Su padre que había visto esa situación también se acercaría para interferir.

—Vuelve tras la barricada —le indicó Reginald al chico.

—Es solo... —comenzó a decir, algo nervioso por la imponencia del señor Hargreeves—. Nací el mismo día que los niños de la Academia. Creo que soy como ellos, debo serlo —le explicaba, y su padre parecía estar prestándole atención—. No he descifrado cuál es mi poder...aún. Pero con su ayuda, podríamos saberlo —le pidió, con la esperanza de que realmente fuera a ayudarlo.

Reginald se inclinó hacia el joven, observándolo con detenimiento, como si estuviera buscando algo en él, a través de sus ojos.

—No tienes poderes. Nunca tendrás poderes —sentenció el creador de la Academia—. Ahora, ve a casa —le hizo una seña con su mano para que se alejara.

—No, por favor, solo... Yo... —balbuceó el niño, y en su desespero comenzó a implorar apelando a la bondad inexistente de Sir Reginald—. Tiene que dejar que me quede. Vine hasta aquí desde muy lejos. Por favor, déjeme quedar.

—Un pequeño consejo, niño —le dijo su padre, apoyando una mano sobre el hombro del chico—. No todos en este mundo pueden ser poderosos. Perseguir algo inalcanzable es la receta para una vida de decepción y resentimiento. Así que sal de mi propiedad —elevó su voz al decir esto último, empujando al niño para alejarlo de la Academia. (...)

Una vez que todos ustedes ingresaron a la Academia, seguidos por su padre, las puertas se cerraron y un silencio incómodo reinó durante los primeros segundos. En el exterior, seguían presentes algunos fans siendo custodiados por la policía que les indicaba que se retiraran.

—Pudiste ser más amable con él, ¿no te parece? —le sugirió Allison, quien no pudo contenerse después de la escena que habían observado fuera.

—Hay que acabar de raíz con esas ilusiones banales, él jamás será especial como ustedes —respondió Sir Reginald. (...)

Intentaste intervenir, al sugerirle a Allison que sería mejor dejarlo por la paz. Aunque estabas de acuerdo con ella al defender al joven, pues no fue un buen modo de comportarse de Reginald, pero lo mejor era no llevarlo a mayores consecuencias que pudieran afectarla.

Demasiado afectados estaban los ocho ya desde la misión, que les había mentido respecto a la joven que rescataron, y estaban mintiéndole a las personas en general al hacerles creer que se trataba de la hija del alcalde. Y ahora a eso se sumaba esa situación muy incómoda con el fan. (...)"

-Mi vida con los Hargreeves, Temporada 1. Capítulo 24: Encuentro con los Fans.


Mientras caminaban hacia sus habitaciones, Diego volvió a acercarse hacia ti, preocupado después de lo que había sucedido minutos antes.

—¿Estás bien? —te preguntó.

—No... —negaste de inmediato, suspirando con pesadez—. Creo que solamente necesito descansar un poco.

—Es cierto, creo que todos lo necesitamos —admitió.

Diego estaba a punto de dar media vuelta para alejarse, pero antes de que pueda hacerlo lo detuviste, volviendo a acercarte hacia él.

—Espera, Diego...

—¿Qué sucede? —interrogó, deteniéndose para continuar platicando.

—Gracias por lo que hiciste hace un momento —le agradeciste, debido a que te salvara de caer en público ante los fans y las cámaras tras tu primera misión, habría sido un debut muy penoso—. Aunque sí creo que el chico no tenía la intención de empujarme.

—No tienes nada que agradecer, pero sí creo que deberías tener más cuidado —te sugirió.

Quisiste decir algo más, pero esta vez él no te dio suficiente tiempo como para hacerlo. Suponías que luego de su discusión con Reginald realmente necesitaba estar a solas, probablemente la mayoría del equipo lo necesitara.

La hija del Alcalde (Diego y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora