Capítulo dos: Insípida insoportable

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Gerard Duperly

Después de hablar, bueno, provocar a la mujer que se dedicó veinte minutos exactos a observarme tan descaradamente, completé el día de perros que había tenido en esta universidad. Nada se comparaba con Londres, pero tenía que regresar. Mi familia estaba patas arriba y alguien tenía que poner algún tipo de orden.

Estoy cansado de vivir y tener el apellido Duperly, hasta las narices del derecho, de las mujeres y de los problemas que me rodean. Lo cierto es que mis hermanos y yo habíamos sido obligados, de alguna manera, a estudiar algo que tuviera relación con alguna empresa familiar para poder manejarla y no tener que depender de nadie.

Al ser el mayor de los cuatro, Pusula holding y cada uno de los negocios serían manejados por mí al finalizar la universidad. Mis padres no son santos de mi devoción, pero si algo tengo claro es que tendré que ayudar a mi padre, ya que está a punto de retirarse.

Desde que era un puto crío, los problemas en casa no faltaban, a pesar de tenerlo todo. Mi madre se largaba al hospital y pasaba días en él, incluso me atrevería a confirmar que se olvidaba de que tenía tres hijos en casa siendo criados por una nana que, por suerte, hacía el papel de madre. Mi padre era más de lo mismo, llegaba a casa después de un largo día de trabajo en el bufete y en los demás negocios familiares, pues de lo que menos se preocupaban mis padres era de nosotros.

A las pocas semanas de cumplir quince años, mi madre nos dijo a mí y a mis hermanos que estaba embarazada. Fue duro para ella ese embarazo, o eso siempre le reprocha a mi padre cada vez que discuten.

Hande había llegado a nuestras vidas para llenarla de luz, es una niña tan dulce, pero algo lista para su edad. Definitivamente, ella es la debilidad de mis hermanos, pero, sobre todo, la mía. Me da asco que se esté criando de la forma en la cual lo está haciendo, ya que con tan solo tres años estaba en una agencia de modelaje, lo cual me aterra, pero, a la vez, me tranquiliza saber que no está mucho tiempo con mis padres.

Caminé hasta los aparcamientos, le ordené a Engin, mi chofer y mano derecha, que me dejara el coche. Me subo al coche y, minutos después, mis hermanos aparecen, pero Álvaro viene de mal humor y eso en él es raro. En cambio, Alfredo lleva el teléfono pegado a la oreja y está discutiendo con Sandra; una mujer bastante tóxica e insoportable. A veces no entiendo cómo Alfredo puede soportarla, será por su puto culo, porque por otra cosa lo dudo.

Vamos al bar a pesar de que eran las siete y media de la tarde, pero yo, definitivamente, necesitaba una copa de lo que fuera.

Una vez llegamos al establecimiento, cruzamos la planta baja y subimos a la zona vip. Pedimos una botella de tequila y una de whisky una vez nos sentamos en la mesa. Unos minutos después, el camarero dejó las dos botellas y los vasos con hielo sobre la mesa.

—Tráenos una de Vodka, por favor —le dijo Alfredo al camarero.

Me serví un whisky y pude notar que Álvaro tenía la mano roja.

—¿Qué te pasó en la muñeca? —Mi pregunta le sorprendió por la manera en la cual me miró.

—Nada, solo que una loca me esposó. A pesar de los años, sigue siendo una puta inmadura de los cojones —dice furioso.

—¿Eylül una niñata? —pregunté asombrado, ya que, últimamente, son uña y carne.

Desde que comenzaron a salir, siempre pensé que mi hermano había olvidado a aquella mujer que le había hecho un asco durante el último curso de la ESO. Recuerdo que, al recibir el mensaje de esa mujer, en el cual le comunicaba que ella era mucho para alguien como él, cogió y se levantó de la mesa, atravesando la sala de la mansión, furioso y pegó tal portazo al salir que nos dejó preocupados a todos. Al día siguiente, regresó borracho y, desde entonces, no volvió a ser igual con nadie, ya que se cerró en banda con todos menos con Hande.

Todo es inestable #1 ✔️ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora