Capítulo 4

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-Sabía que volverías- le dije, con una sonrisa burlona-
Me devolvió la sonrisa.
-Y yo que estarías aquí, esperándome.
Había hablado con Alejandro por primera vez en menos de 48 horas y, sin embargo, sentía que lo conocía mucho más de lo que nunca conocí a Gabriel, por ejemplo. Venía más arreglado; con la camisa metida por dentro y los cabellos bien peinados. Estaba apoyado de nuevo en mi mesa de la biblioteca, observando curioso todos los papeles desperdigados por ella. Decidí burlarme un rato de él .
-No te me subas, majo. Estoy aquí por un castigo.
El alzó las cejas, curioso.
-Ah, ¿es por eso por lo que estás ordenando todo esto?
Bostezé, mientras fingía dormirme, aburrida por su conversación. El solo pudo reírse.
-Sí, claro. Voy a colaborar con el colegio por voluntad propia , no?
-Podría ser.- se rió de nuevo. Tenía una risa Preciosa- ¿qué has hecho para tener que soportar este infierno tan terrible?
No podía contárselo. Empezaría a preguntar y las cosas se estropearían. Lo estaba pasando bien y no quería terminar con... lo que fuera eso.
Me acomodé y susurré.
-Es un secreto.
El susurró también .
-¿sabes que aquí nadie nos oye, verdad?- se acercó a mí lentamente, rodeando la mesa. se puso de cuclillas para estar a mi altura y acercó su rostro al mío. Su nariz prácticamente rozó la mía;entornó los ojos. Era un chico que tenía muchas facetas diferentes; podía ser tierno y sarcástico, como ayer, o atrevido y muy seguro, como hoy. Y eso me atraía mucho, muchísimo. tragué saliva. El notó mi nerviosismo y su sonrisa se ensanchó. Lo estaba pasando muy bien burlándose de mi debilidad.
Oh, quería jugar. Muy bien, él se lo había buscado.
-Puaj- dije, apartando mi rostro del suyo y alejándome- apestas a colonia.- en realidad olía maravillosamente- fíjate, si hasta te has arreglado el pelo. Menos mal, ayer ibas como un cuadro.
Su cara se contrajo en una mueca, visiblemente sorprendido por mi reacción. Me había pasado. Supuse que se enfadaría y se marcharía. Joder, no quería que se fuera.
Y entonces, agitó sus cabellos y sonrió.
-La chica misteriosa tiene carisma. Lástima que no viniera a intentar ligar con ella. Igual yo estoy aquí también por obligación...
Ouch. Golpe bajo. Me enderezé en la silla, tensa.
-Entonces, ¿a qué vienes?- le dije, nerviosa , mirándome las uñas-
Sus mejillas se tiñeron de rojo, aunque yo fingí no haberme dado cuenta.
-Necesito una recomendación de un libro. Para mí. Eres buena, mi madre ya ha leído más de la mitad de Los Bridgerton en una noche, y le encanta. - estaba entusiasmado-Y quiero uno que me enganche, hace mucho que no leo.
-Me estás utilizando, lo sabes, ¿verdad?
-Tú me estás utilizando para alejarte del trabajo-elevó sus cejas, divertido. Voltee los ojos, tenía razón-
-Está bien.¿ Alguna idea?
-Bueno, mi libro favorito es Dive...
-Divergente, sí. Me lo imaginaba.
-¿te lo has leído tú también?
-Sí, Divergente, Insurgente y Leal. Me gustaron todos, aunque el final es una mierda.
-Vaya que sí. No me lo esperaba para nada.
-En fin- dije, cortándole el rollo- puedes probar con Los Juegos del Hambre. Es también una distopía y estoy segura de que te gustará. Está en el tercer pasillo, estantería 10. Tiene un pájaro amarillo y una flecha dibujado en la tapa negra.
El frunció el ceño, sin comprender en qué momento nuestra conversación se había torcido.
-Ah, ¿no me acompañas?
-tengo mucho que hacer- bufé, concentrándome de nuevo en los papeles-
-vale- dijo- pero antes de marcharme , yo también tengo una cosa para ti.
-¿el qué?- le dije, curiosa, levantando la vista del papel.
El sacó de su bolsillo un libro, cuyo título era El corredor del laberinto. Suspiró.
-Como parece que la única forma de comunicarnos bien es a través de libros, tengo uno mío que dejarte para agradecerte también lo de mi madre.
vaya, gracias, pero no hacía falta- lo cogí y lo examiné. parecía bueno, aunque no había oído hablar de él-
No había terminado la frase, pero Alejandro ya se había perdido entre los pasillos.
Ese chico era toda una caja de sorpresas.


Llegué a casa un par de horas más tarde e intenté concentrarme y empezar a estudiar algo, pero había mucho tráfico en el exterior y el ruido de los coches y los claxons me lo impedía. Yo no solía rendirme, pero me veía tan perdida y cansada, sin entender nada, y sin nadie que me explicase y ayudase, que decidí tumbarme en la cama y descansar. "Ya lo haré otro día, hoy es jueves." Era una excusa bastante pobre, pero odiaba los jueves.
Estaba también bastante nostálgica y de repente tuve la necesidad de hablar con mi hermana. Cogí mi móvil, un precioso Iphone 12 (regalo de mi decimoséptimo cumpleaños) y rebusqué entre mis escasos contactos hasta encontrar el de mi hermana Nina.
¿debía o podía llamarla? lo había intentado durante dos meses y no había respondido. Quizá ahora sí lo hacía. ¿De qué iba a hablar con ella?
Podía decirle que mamá estaba bien. Decirle que había vuelto a clase aunque no había vuelto con Gabriel ( a ella le encantaba ) . Que parecía que las noticias habían dejado de hablar de lo que sucedió, al menos, durante unos días. Que no había tenido interrogatorios durante más de una semana. Que había conocido a Alejandro.
O también podría decirle lo de las pesadillas.
Aunque sería más fácil preguntarle dónde narices estaba escondida, cómo estaba y por qué no respondía a mis llamadas. por qué se escondía de mí. Si creía que había sido yo. ¿pero y si sonaba muy violenta y enfadada?
Joder, era mi hermana. No debería ser tan difícil.
Así que marqué su número, sin ningún plan o temas de conversación, buscando que ésta surgiera sola, y esperé, ansiosa.

Hola, soy el contestador de Nina Clent. Probablemente no esté disponible , así que ¿por qué no dejas tu mensaje después de la señal?
Suspiré, agotada. El contestador de Nina y yo nos habíamos hecho muy amigos en las últimas semanas. Nunca dejaba un mensaje, pero ese día tenía ganas de hacerlo. Respiré hondo .
-Nina, soy yo, Elena. ¿te importaría llamarme, cuando puedas? Tengo que hablar contigo, es importante. Y te... te echo de menos.
mensaje registrado.
Dejé el teléfono y me tiré en la cama , agotada. Por el rabillo del ojo vi en la mesita de noche el libro que Alejandro me había dejado, y como no me apetecía mucho dormir, lo cojí y lo abrí. Un olor a leña y a eucaliptos inundó la habitación y mis sentidos. Era un olor dulce y delicioso, un olor a hogar. Me fijé que en la primera página había anotado, en la esquina, un número de teléfono, resaltado en subrayador amarillo, con una carita sonriente. me apresuré a guardar el número , curiosa, y escribir un mensaje . Notaba el pulso en los dedos y no sabía cómo empezar.
-¿Quién eres?
-creía que no ibas a escribirme nunca, chica misteriosa.
Sonreí como una estúpida a la pantalla.
- hola, Alejandro. Supongo que no era sólo dejarme un libro.
-Es una forma muy eficaz de conseguir tu número. Estaba pensando que podíamos vernos algún día fuera de la biblioteca, para variar. Podríamos ir a cenar , ¿qué te parece?
El corazón me dio un pequeño vuelco. Decidí bromear.
-Me seguirás persiguiendo por la biblioteca si digo que no, ¿verdad?
-te pediré que me recomiendes todos los libros de la biblioteca si hace falta
-Está bien , anda...
-estupendo :) podemos vernos mañana en el Straciatella a las ocho y media, si te parece bien.
El Straciatella era un restaurante italiano , el más caro y exquisito de todo el pueblo. atraía siempre a clientes de todas las partes del mundo, que buscaban probar sus deliciosos platos. Sólo había ido una vez y hacía mucho tiempo,cuando mis padres seguían juntos , pero tenía un recuerdo precioso del sitio y me encantaría volver. Eso sí, me parecía un poco raro que hubiera conseguido sitio...
-Suena genial! pero tienes reserva, ¿no?
-Sí, no te preocupes. Nos vemos allí. Buenas noches, Elena.
-Buenas noches
Apagué el teléfono y las luces. Me metí en la cama y me sentí estúpida al pensar ilusionada en la noche siguiente .
La Luna se alzaba imponente sobre el cielo oscuro y yo me perdí ,de nuevo, entre mis sueños y pesadillas.

Lo que nunca te dije Donde viven las historias. Descúbrelo ahora