Capítulo 5

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A la mañana siguiente era como si estuviera en una especie de nube. Llegué a clase con una sonrisa enorme y busqué, por primera vez, a Alejandro entre el gentío. Subí a los pasillos de segundo y lo vi hablando con dos chicas que no eran de mi clase. Estaban charlando animadamente y riéndose con él. Una de ellas le rozaba el brazo con la mano, suavemente.Sin pretenderlo, me puse celosa, sintiéndome patética al momento. El se percató de mi presencia , se despidió de ellas y se acercó a mí.
-Hola- me dijo, con voz dulce. Sus ojos brillaban , iluminados por la luz anaranjada del sol en la ventana-
-Hola- le dije, olvidándome de los celos de hace unos segundos y sintiendo unas ganas horribles de acercarme más a él. Tenía unas ganas sorprendentes de revolverle los cabellos y que aquellas chicas que aún nos miraban se murieran de envidia-
-Nos vemos esta noche, ¿no?
Sonreí.
-Pues claro.
-Me muero de ganas- dijo, risueño- tengo que ir a clase, o me pondrán una amonestación. Llevo llegando más de tres días tarde. El señor Hoffman va a matarme.
-Me extraña que no lo haya hecho ya- le dije, riéndome- vete anda, que no quiero que te castiguen esta noche.
El llevó sus dedos índice y corazón a la frente a modo de despedida y se perdió entre la gente. Las chicas de antes estaban esperándolo en la puerta de 2ºA; mirándome fríamente y con repulsión. Lo cogieron del hombro, le empezaron a susurrar cosas y lo arrastraron al interior de la clase. ¿Qué le estarían diciendo? Gruñí furiosa, y al darme la vuelta para dirigirme a clase, me choqué bruscamente con un chico, haciendo que se me cayeran algunos libros. me agaché rápidamente para recogerlos. Iba a pedir perdón cuando reconocí su voz, y me paré en seco. levanté la mirada y me topé con la suya.
-Mira por dónde vas- me había dicho Gabriel distraído.
No me reconoció al principio. Él había cambiado mucho, lo vi al estar más cerca de él. Tenía la mandíbula mucho más marcada y los cabellos dorados bien peinados, las cejas pobladas y los brazos mucho más musculosos. Estaba muy guapo.
Y yo estaba mucho más fea.
Abrió los ojos , sorprendido, y su tono se volvió mucho más... tenso.
-Ah, hola, Elena. No sabía que eras tú. Eh...-estaba tan nervioso que juraría que si le rozaba el brazo se caería de bruces-
-Adiós, Gabriel- dije, cortando de raíz la conversación, con el corazón latiendo a mil por hora-
Me levanté con brusquedad y me alejé de él lo más rápido posible. El no me siguió,pero estaba segura de que se quedo mirando como desaparecía entre la gente, y eso... era un problema. Es decir, yo no sentía nada por el, pero verlo todos los días, haciendo su vida, su perfecta vida, era... complicado. Me sudaban las manos cuando entre en clase, mientras pensaba que por qué no podía marcharse de mi vida de una vez.




Eran las siete y media de la tarde y aún no sabía qué ponerme. Estaba desesperada y extremadamente nerviosa; hacía mucho que no quedaba con alguien. Me sudaban las manos y la frente. Rebusqué entre mi bonito armario empotrado blanco, que, aunque había estado lleno de fotos en un pasado, al igual que las paredes celestes de mi habitación , entonces estaba vacío. Además solo había ropa vieja e informal del año pasado. Me negaba a ponerme mis viejos pantalones campana blancos o el top rojo demasiado ajustado para mi gusto.

Estaba a punto de rendirme y echarme prácticamente a llorar cuando, en el fondo del armario, vi una pequeña caja de cartón.La cojí y al abrirla me encontré con ese vestido. El que era mi favorito.
Lo miré y me sentí avergonzada de mí misma. Fue el regalo que mi hermano me dio por mi decimosexto cumpleaños, y fue... fue el que llevé cuando tuve mi primera y única vez con Gabriel. Pensar en ello me daba náuseas, pensar en la ilusión y las ganas que tenía de esa noche , acordarme de la vieja cama de los padres de Gabriel , de lo incómodo y extraño que resultó todo y de la gran decepción que me llevé ...
El vestido también me recordó la persona que yo era antes de que mi hermano muriera. Era el reflejo de la Elena carismática, aventurera , inteligente, sensible e inocente que yo había sido. Eran todos mis sueños escondidos detrás de una tela, todos los recuerdos enmarcados en mi piel . Mantenía ese suave olor a lavanda del detergente que mamá usaba para la lavadora. La minúscula mancha de vodka que Alaska había derramado sobre el tirante aún hacía acto de presencia, a pesar de haberla lavado cinco mil veces . En la etiqueta , junto a mi nombre, una de las pequeñas caritas sonrientes que a Eva le encantaba dibujar con su rotulador verde.
Si, en él estaba guardada toda mi adolescencia .
Y verlo así, escondido en el fondo del armario, oculto y oscuro, como un viejo trapo, me dolió . Dolía ver cómo todo aquello a lo que yo aspiraba , realmente , no era nada. Dolía ver que las cosas se rompían , que las esperanzas desaparecían y que los vestidos pasaban de moda .
Pero esa noche no iba a aceptarlo. No me quedaba otra opción .
Me quité el pijama y me puse el vestido a duras penas. No recordaba que fuera tan ajustado. Me subí la cremallera y , asustada, me dirigí hacia el espejo de pie que había en una esquina de mi habitación , enfrente de la cama.
Nunca me podría haber imaginado lo bien que me iba a sentar.
Yo siempre había tenido un cuerpo decente; pero con ese vestido, parecía toda una modelo . Mis disimuladas curvas resaltaban, y mi abdomen, del que yo estaba muy orgullosa , estaba perfectamente plano .
Nunca me habían gustado mucho ni mi pecho ni mi culo, pero el escote en forma de corazón era alucinante y la parte de atrás estaba abierta por prácticamente toda la espalda , resaltando mi piel morena y mi pequeño lunar sobre la tela oscura . Tenía los cabellos desordenados y las mejillas sonrosadas.
Estaba absolutamente preciosa . Y, aunque no me representaba, aunque no era la yo de ahora, Alejandro no tenía porqué saberlo, no? Podía fingir ser la antigua yo por una noche , y tampoco pasaría nada...
-Elena , salimos en quince minutos- anunció mamá desde el salón .
-Voy , voy !
Corrí a coger mis converse blancas , las únicas decentes , y una chaqueta fina. Había mirado el tiempo y por suerte se avecinaba una noche calurosa . Parecía que el mundo empezaba a conspirar a mi favor.
Abrí la puerta del baño y , de repente, al mirarme al espejo, con el maquillaje de mamá en la mano, me arrepentí de haberme puesto ese vestido. No podía pretender gustarle a Alejandro si no le demostraba cómo era yo de verdad.
Pero no tenía tiempo. Así que suspiré , me puse pintalabios y sombra de ojos, me peiné el pelo y salí dando zancadas por la puerta de casa.
Mamá me esperaba en la entrada, asombrada por lo mucho que me había arreglado.
-Hacia mucho que no te veía así de guapa-exclamó- seguro que vas a ver a una amiga?
Era la mentira que le había dicho para evitar sus comentarios incómodos, pero mi madre era muy lista y siempre se enteraba de todo , así que, cuando antes pasara el mal trago, mejor. Me miró, inquisitiva, mientras subíamos al coche.
-Vale, mamá-admití, con los ojos en blanco- he quedado con un chico. Contenta?
-Ah, un chico! -dijo, emocionada, mientras arrancaba el motor. Bajó un poco la voz- es Gabriel?
-No , mamá- le grité, indignada. Entonces recordé que ella no sabía nada de lo de Gabriel, Clara, o el resto de mis amigos. No se lo había dicho. Ella solo creía que me había distanciado de ellos por lo de mi hermano. Así que, relajé la voz y fui paciente- se llama Alejandro. Es nuevo.
-Ah, los nuevos- suspiró, mientras salía del jardín y se dirigía hacia el centro- siempre el doble de atractivos. Tienen esa chispa de misterio que los hace mas guapos, a que si? Es una lástima , lo de Gabriel, digo. Era un chico excelente.
-Sí, bueno.
Desvío la vista de la carretera para mirarme inquisitivamente.
-¿Qué ha sido de él? Y de Eva? Podrías invitarla un dia de estos a casa, si quieres. Haríamos galletas de chocolate, como siempre, a ella le encantaban. -estaba realmente emocionada y parecia deseosa de ver a mis amigos de nuevo-Y podrías traer a Clara para...
-Mira, mamá- le interrumpí, bruscamente, mientras miraba por la ventana para que no notara el temblor de mis labios y las lágrimas en mis ojos- ellos ya no son mis amigos. Ni Eva , ni Alaska, ni ninguno de ellos . Todos se fueron. Han pasado muchas cosas y ... todos se fueron .
Estábamos a punto de llegar al restaurante . El sol ya se había puesto y empezaron a encenderse las farolas. El viento chocaba contra las ventanas del coche . Mamá se paró en el parking del Straciatella tras dos largos minutos de silencio. Yo busqué a Alejandro con la mirada, pero mamá cogió mi mano y me obligó a girar la vista hacia ella . Su mirada era compasiva , y tierna. Se pasó un mechon rubio por detrás de la oreja, respiro hondo y me dijo:
-Elena, se que has pasado muchas cosas estos últimos meses y que las has pasado sola, y eso no está bien . Yo debería haberte ayudado muchísimo tiempo . Desde... desde la muerte de tu hermano, solo pensé en mi , en los interrogatorios, la prensa , el qué dirán y el dolor . Se que estabas muy unida a él y que has perdido mucha ...vida, por así decirlo. "Pero ahora estoy preparada . Estoy aquí para ti . Lo entiendes , verdad ? Lo he estado pensando mucho y me gustaría volver a formar parte de tu vida . Ya sabes, volver a hablar de nuestras cosas.Lo de hoy ya es un gran paso . Siento haber mencionado lo de esos chicos. Te parece ... te parece bien , no? Lo de estar más juntas ."
Mamá me sonrió y trato de apretar su mano contra la mía, pero en ese instante Alejandro entró en el restaurante y yo la aparté, apresurada, para no perderle de vista .
-Si mamá - dije rápidamente, con una falsa sonrisa- todo está bien .
-Genial. Si, genial. Pasalo bien.
Salí del coche rápidamente . Mamá parecía disgustada ante mi fría reacción. Pero yo había estado triste . Muy triste. Y ella no me había ayudado. Nunca. Me había hecho más daño aún, si era posible. Las cosas no se arreglaban de la noche a la mañana. Necesitaba tiempo, necesitaba descubrirme a mí misma y curarme.
Y para eso había aprendido a no necesitarla.

Lo que nunca te dije Donde viven las historias. Descúbrelo ahora