Golpe de suerte

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Podemos mirar atrás y en algunas ocasiones nos encontraremos con pequeños, raros y, a veces, mágicos momentos en los que un llamado «golpe de suerte» tocó nuestras vidas. Momentos que o bien no pasaron a más y quedaron en una alegre anécdota, o se volvieron experiencias que verdaderamente influyeron en nuestras vidas. Lo que estoy por contar es la historia de un chico y su «golpe de suerte», que pronto se convirtió en una experiencia aterradora que marcaría su vida profundamente, o al menos eso es lo que creo...

Ya nadie prestaba atención a lo que decía el profesor, el calor iba en aumento al igual que el sinfín de palabras anotadas en la pizarra. Mi aburrimiento era extremo y el ambiente de la clase no me ayudaba en nada. Mientras dejaba vagar la vista noté que dos compañeros hablaban en susurros. sin embargo, no fui el único que se dio cuenta de esto, el profesor también los había visto y comenzó a regañarlos, enfadado porque no prestaban atención a lo que estaba explicando. No se puede decir que el horrible calor de junio ayudase mucho.

Después de llamarles la atención, el profesor decidió como castigo que contaran a todos los alumnos presentes de qué  estaban hablando. 

Al principio ninguno de los dos niños habló, pero después de que fueron amenazados con la sala de castigos, contaron la historia. Al parecer uno de ellos, Santiago, le contaba a su amigo, Javier, una serie de eventos extraños que, según el joven, estaban destruyendo su vida y desmoronando a su familia.

Al principio, pocos eran los que le prestaban atención; el clima era insoportable y la idea de escuchar a alguien narrando sus problemas familiares era algo que no queríamos hacer. Pero una vez comenzado su relato, su expresión se volvió sombría, sus ojos se perdieron en la nada y cuando hablaba parecía hacerlo de manera casi automática, por mera inercia...

Era un día cualquiera cuando Santiago se encontraba de camino a su casa después de haber terminado las clases. Se encontraba distraído por las calles cuando, según él, un fuerte presentimiento lo hizo ir a un parque que se encontraba cerca de donde estaba. Al llegar, simplemente no supo qué hacer, así que comenzó a caminar por la pista que normalmente utilizan los ciclistas. 

Después de caminar un rato, se dio cuenta de que, aunque las clases habían terminado hacía un rato, no había ningún adulto o niño en el parque. Esto era bastante extraño ya que muchos padres traían a sus hijos justo después de terminar el horario lectivo. Comenzó a encontrarse inquieto debido a esto y empezaba a pensar en irse a casa cuando se dio cuenta de que, un poco más delante de donde estaba parado, había algo similar a un carrito de bebé de color negro.

Tardó unos momentos en decidirse, pero al final se acercó preocupado por si había un niño solo en el cochecito ya que no había ningún adulto cerca. Conforme se iba acercando comenzó a escuchar lo que parecían ser unos balbuceos de bebé. Al encontrarse a tan sólo unos pasos, se detuvo en seco: "¿por qué hay un bebé solo en medio del parque?" pensó, "¿no tenían miedo de que lo secuestraran?". Últimamente se había escuchado de secuestradores que embaucaban a niños de formas similares. Santiago esperaba que esta no fuera una de esas situaciones en las que alguien lo estuviera observando, esperando a que él bajara la guardia con el bebé.

Mientras estas preguntas e inquietudes invadían su mente, una pequeña mano se asomó por la carriola, impulsándolo a asomarse dentro de ésta. Lo que vio fue un pequeño niño, balbuceando, pataleando, nada extraño en sí. El niño parecía estar jugando con algo, un pequeño objeto redondo y de color plateado; estaba tan absorto en su juego que no se había percatado de que Santiago estaba ahí.

"No tengo idea de si fueron minutos u horas los que estuve viendo al bebé jugar. Por un momento mi mente se quedó en blanco" comentó Santiago. "Cuando por fin me di cuenta, el bebé había dejado de hacer ruidos y me miraba fijamente."

Traducciones de CreepypastasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora