Muchos podían describir a Izuku Midoriya como un chico tranquilo, correcto y amable. Sobre todo aquellos que lo han conocido como hijastro de Yagi Toshinori, un hombre de buen carácter que sobresalía entre muchos empresarios.
Lo que no sabían del peliverde era que podía llegar a ser completamente inseguro en muchos aspectos de su vida, como por ejemplo, los destinados. Por esa misma razón, mudarse del país fue lo mejor que le pudo haber ocurrido en ese momento tan caótico de su vida dándole la oportunidad de encontrar en algún otro lugar a su media naranja, mejor aún si era en compañía de su mejor amigo, Shoto Todoroki.
Pero todo se fue a la borda al llegar a la escuela en una limusina y darse cuenta de que sobresalían más de lo esperado. Todas las miradas estaban puestas en ellos a pesar de no haber salido aún. Algunos cuantos murmuraban, tal vez no encajaban. Y fue peor cuando el chófer bajó a abrirles la puerta del auto.
Izuku soltó un suspiro. Sabía que vivir en el extranjero sería difícil, aún así no pensó que sería tan estresante su primera hora fuera de casa, posiblemente hubiera sido mejor simplemente buscar a alguien a quien amar a pesar de que no fuera su destinado, como lo hizo su madre.
—¿Estás bien? —la monótona voz del bicolor interrumpió su reproche mental.
—Eso creo, muchas personas nos miran —tocó, un tanto nervioso, sus guantes de cuero negro.
Era la primera vez que entraba a una multitud sin haberse preparado mentalmente para ello pues pensó que era mejor improvisar.
Gran error.
—No es la primera vez —habló Shoto, mirando a su alrededor con parsimonia—, tampoco será la última.
—Eso no evita que esté apunto de tener un ataque de ansiedad.
—Solo haz lo de siempre —sugirió—. Sonríe y no hagas mucho contacto visual, a menos que sea estrictamente necesario.
No era el mejor consejo, pero le había servido durante años, esperaba que no le fallara esta vez.
Se adentraron a la academia, siendo objeto de atención de la gran mayoría. Izuku notó que Shoto ya tenía club de fans, pues las personas suspiraban e incluso parecían desmayarse cuando su amigo heterocromático pasaba por su lado, sin siquiera mirar a los demás. Se burló discretamente, era algo cotidiano a lo que le había tomado gracia.
Sacó la hoja de su mochila, viendo en dónde estaría su salón. El día anterior, Yagi y Enji habían hablado con el director Nezu por sus matrículas y sus horarios, también el lugar de salón o casillero.
Lastimosamente, Shoto estaba en el salón 2-A y él en el salón 2-B. ¿El universo podía odiarlo más?
La respuesta es sí, definitivamente sí.
Porque el condenado casillero de Shoto estaba en el piso dos y el suyo en el primer piso.
¿Qué acaso querían que muriera por su falta de habilidades comunicativas? Iba a estar sin su mejor amigo mucho tiempo.
Sí, moriría.
Seguro.
Suspiró con fuerza cuando llegó a su salón. Al menos los salones estaban cercanos.
—Nos vemos en el receso, Izuku —se despidió Shoto, moviendo su mano—. Espero que aquí tengan soba…
El pecoso observó la puerta con temor. En lo alto de la pared relucía un gran "2-B" grabado en metal.
Inhaló y exhaló diez veces seguidas, preparándose para ver a todos sus nuevos compañeros de clases, dudando seriamente con la idea de hacer nuevos amigos.
ESTÁS LEYENDO
Escala de grises (Katsudeku)
FanfictionHistoria en colaboración: Karoo-KC/Hada-san Un mundo en el que tu otra mitad es la única que te puede hacer ver las gamas de colores existentes. ¿Cómo? Sencillo, solo necesita tocar una superficie o ser vivo. En ese momento obtendrá color que tú pu...