Me tumbo en la cama aún con lagrimas en los ojos y doy varias vueltas hasta encontrar la posición más cómoda. Mañana me voy a Sevilla, a un pueblo de nombre impronunciable que no conoce ni su fundador. Le han dado la custodia a mi tía Ana, la hermana de mi madre. Lo que recuerdo de ella es que era guapísima, la típica tía soltera y moderna que te alegra la vida. Según me han dicho, cuando se enteró de lo que mi padre me hizo, quiso venir solo a partirle la cara, y bueno, dejando aun lado lo mucho que voy a extrañar a Alvaro y a sus padres, supongo que no va a estar tan mal vivir con ella.
Al día siguiente me levanto algo mareada, no me sienta nada bien eso de dormir poco. Recojo todo mi equipaje y suspiro al ver que la habitación que ha sido mía durante dos años ya no es nada, no hay nada. Cojo aire y arrastro mis maletas hasta el salón, donde ya están todos desayunando con desgana. ¿Tan felices les hago?
-Ya estoy.-digo con la mirada triste y Alvaro no tarda en levantarse para abrazarme con fuerza.
-¿Me vas a hablar todos los días?-me sonríe.
-Eso ni lo dudes.-le doy un pequeño codazo.
-Pues...se feliz, por favor.-suplica y siendo segura.
-Lo intentaré.-le prometo y miro a los que han sido mis padres.-Os voy a echar de menos.
-Y nosotros a ti, no dudes en que irnos a verte.-habla Claudia, una de las mujeres más buenas que he conocido nunca.
-Vamos, pequeña.-me agarra las maletas su marido.-Que perderás el vuelo.
[...]
-Apaguen sus dispositivos que estamos apunto de aterrizar.-dicen por un megáfono y suspiro bloqueando el móvil.
Miro por la ventana sonriendo un poco, Sevilla es tan bonita que te dan ganas de verla entera en un día. Siento como aterrizamos y cuando ya estoy saliendo, una pancarta con mi nombre es lo que mas se ve entre toda la multitud de gente. Me quedo boquiabierta bajando las escaleras mecánicas a ritmo lento, hasta que la veo allí tan guapa y simpática como siempre.
-¡Paula!-grita viniendo hacia mi.-¡Mi niña!
-¡Tia!-grito corriendo para abrazarla muy fuerte.-¡Cuanto tiempo!
-Si..-susurra besando mi cabeza.-No puedo creer todo...
-No quiero hablar de eso, por favor.
-Claro.-sonríe.-Venga, vamos, tú nueva casa te va a encantar.
Después de una media hora aparca el coche delante de una gran casa muy bonita y bajo del coche para seguirla insegura. Me enseña toda la casa poco a poco y es increíble lo bien que está decorada.
-Bueno, y este es tu cuarto, espero que te guste.-me da un beso en la mejilla abriendo la puerta y dejándome completamente boquiabierta
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
-Es increíble.-me chupo los labios.-No tenías por qué...
-Si.-asiente y pasa su brazo pro mis hombros.-Por cierto, ya se que es muy precipitado pero mañana empiezas las clases, tienes el material ya en la mochila.-me mira y asiento más insegura que nunca.-La ha elegido la hija de una amiga, ¿Te gusta, no?-asiento sonríete.-Te dejo descansar, que mañana madrugas.
-Buenas noches tia.
-Buenas noches cariño.-me da un beso en la frente.-Espero que duermas bien.
-Gracias.-susurro y se marcha con una sonrisa.
Busco el pijama en mi maleta y me lo pongo, hace mucha calor, por lo que salgo un poco al pequeño balcón que hay para tomar el aire.
Miro la calle, solitaria y tranquila. Fijo mi vista en la ventana de enfrente, esta la luz encendida y hay un chico poniéndose una camiseta. Me quedo observándolo siendo consciente que aparte de Alvaro, es el único chico de mi edad que veo en años y tengo bastante curiosidad. Lo miro por ultima vez y entro dentro, dispuesta a irme a dormir sin saber que esta noche me espera la misma pesadilla de todos los días.