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- Creo que me estoy cansando de ser su recadero. - Gustabo solamente rodó los ojos.
- Es un favor de amigos, no te quejes. - Horacio hizo un leve puchero mientras analizaba la carta entre sus manos, metida en un sobre azul pastel.
- ¿No tenían una forma más normal de declararse? ¿Por qué a ciegas? - El rubio sonrió mientras de daba media vuelta.
- No tienes idea. - Y comenzó a alejarse, mientras escuchaba las quejas del peligro.
- ¡Es que tengo que llevar cartas que ni siquiera sé que contienen! ¡Gustabo! ¡No me dejes hablando solo! -
Confiaba plenamente en el teñido, sabía que a pesar de que la curiosidad lo matase no se iba a meter en su vida privada, iría a entregar la carta y todo estaría bien.
"Sé que no quieres que sepa quien eres, pero la duda me carcome cada vez más.
Ya hasta consideré la opción de decirle a mi madre que me lleve a terapia ¿Eso es suficiente?
Quiero abrazarte, quiero agradecerte por todo lo que estás haciendo por mi, que aunque no creas que es mucho, para mi lo es todo.
Gracias por darte cuenta de como me siento. En serio, muchas gracias.
-Gustabo"
Conway sonrió mientras guardaba la carta de Gustabo y luego volteó a ver al chico de cabello rojo.
- ¿Cuándo le dirás quien eres? No quiero ser cartero de nadie. -
- Quizás pronto. - Le dio un beso en la frente, y tomando su mochila salió corriendo, no quería perder la idea de lo que le respondería.
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