Nadie emitía un solo ruido, todo el mundo estaba expectante. Del cuerpo gigante que acaparaba la visión de todos comenzó a salir un humo blanco que invadió el lugar, después de unos segundos, salió del cuerpo una niña llena de restos orgánicos que luchaba por zafarse de los hilos musculares que la ataban al gigante. Se acercaron algunas personas vestidas de túnicas blancas a asistirla, en ese momento la sala se llenó de aplausos, Helena no entendía la razón de los aplausos y el sonido la aturdió. Comenzó a perder fuerzas hasta que cayó desmayada.
La personas que la asistían la acomodaron en una camilla y fue llevada a la enfermería del cuartel. Theo Magath y los demás superiores presentes celebraban el éxito de la primera fase de su plan, aunque sabiendo que sin duda lo que estaba por venir era infinidad de veces más complicado.
Antes de tomar la decisión, Theo dudó que la joven fuera la elegida para una misión tan importante, su rendimiento era pésimo y su ingenio era aún peor. Temía que siquiera lograse llegar a las murallas con vida, pero Müller insistió fervientemente en que era ella quien debía ir a Paradise, así que decidió aceptar la idea. Müller, en cambio, tenía un ingenio indudable.
Helena, mientras ellos celebraban, recuperaba poco a poco su conocimiento hasta que finalmente logró enfocar su vista en la enfermera que le administraba un suero. Aunque fuera algo un poco masoquista, a la castaña siempre le había agradado la sensación de líquido pasando por sus venas, le resultaba refrescante.
Un dolor insoportable pronto invadió su cabeza. Soltó un chillido e instintivamente se sujetó esa zona con ambas manos. Pronto percibió unas voces hablando por todos lados, hablaban un lenguaje desconocido para ella, algunas voces gritaban y otras sollozaban, pero lo común que había en ellas era el tormento. Intentando callarlas, de manera irónica, empezó a gritarles de vuelta.
La enfermera pidió ayuda y tomó a Helena de las manos, tocaba su rostro y la obligaba a verla para ver si podía volver a su cabales, cosa que no funcionó. Las voces eran cada vez más y su ruido era peor con cada segundo que pasaba. Al llegar más refuerzos no vieron más opción que sedarla, así que la joven cayó inconsciente por segunda vez.
Pasó un día entero sin que la pre adolescente reaccionara, los altos cargos la mando se estaban cuestionando si realmente se había tomado una buena sentencia. Se miraban entre sí suspirando pesadamente mientras esperaban noticias de la condición de su proyecto más ambicioso.
-Señores, no hay lugar para los lamentos, lo que realmente define un rumbo son las resoluciones. - El teniente se levantó entre la incertidumbre, harto del negativismo de sus subordinados.
--Pero nadie había presentado un comportamiento así, Müller.
--Todo tiene su propio grado de dificultación-- Dirigió su voz firme al contrario, esperando que sus comentarios se los reservara para sí mismo. --Démosle un día más, en caso de que no reaccione tendremos que informar inmediatamente a--
Su oración no pudo ser terminada por el sonido de la puerta abriéndose. Era un soldado novato informando que Helena había despertado. Los presentes soltaron su tensión agradeciendo a su dios las nuevas noticias. "Increíble como la nación depende de una niña inútil" Pensó para sus adentros Magath.
Pasó un mes en el que Helena estaba en observación, debían asegurarse de que podía valerse por sí misma sin ningún contratiempo antes de enviarla a un terreno tan peligroso. Durante esa semana, su entrenamiento se volvió aún más exhaustivo, al punto de que descansaba únicamente tres horas por día. Sin embargo, para sorpresa de algunos mandos su rendimiento mejoró notablemente, si bien, no se volvió la mejor guerrera que Marley haya presenciado, sin duda su mejora la posicionó en un podio más alto en comparación al que estaba.
ESTÁS LEYENDO
Liability | ʟᴇᴠɪ ᴀᴄᴋᴇʀᴍᴀɴ
Fanfictionʏᴏᴜ'ʀᴇ ᴍʏ ʟɪᴀʙɪʟɪᴛʏ | ❝ No lo entendía hasta que te conocí. Me creí incapaz de sentirlo, pero ahora estás delante de mí y a tu lado se encuentra mi futuro. No lo entendía hasta que te conocí: el amor es la muerte del deber. En tus ojos podía leer...