Klaus.

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Nikolai Ivushkin.

Él estaba ahí. Klaus estaba vivo y, ésta vez, era real.

—Klaus...— susurré, mis palabras se las llevó el viento.

Él no se movió, pero tenía una media sonrisa de su lado izquierdo pues las cicatrices del otro lado no le permitían sonreír. Tenía unas nuevas cicatrices recientes producto del accidente ocurrido hace 3 o 4 días.
Una nueva herida adornaba su mejilla derecha y otra estaba muy cerca de él lado izquierdo de sus labios. No traía su gorra pues ésta, como confirmé ayer, estaba junto a una cruz de hierro y otras insignias.

Mi mirada recorrió el resto de su cuerpo y me sonrojé al ver lo ajustado que estaba el cinturón de su uniforme; sus pantalones lle quedaban perfectos.

Klaus se veía perfecto, pero se vería muchísimo mejor sin aquél uniforme.

Nikolai, carajo ¿En qué momento te volviste tan calenturiento?

No pienses en ello. No. No, no, no, no. Mierda, ¡No!

Diversas imágenes sobre Klaus en posiciones comprometedoras iban y venían en mi cerebro, viajando a través de mis neuronas y proyectándose como un caset. Mi cara ardía de la vergüenza, la cual recorría desde mi dedo gordo hasta la punta de mis orejas. Apreté mis labios para calmarme, necesito pensar en otra cosa: cualquier cosa que no se relacione con Klaus o que me provoque una erección.

Piensa Nikolai, piensa.

Anya. Ella es linda, Nikolai. No pierdas la cabeza por un hombre estúpido y nazi.

Pero Klaus... Oh Dios. Ahora que conozco la dimensión de su cintura, quiero recorrer su cuerpo con la yema de mis dedos. Conozco lo suave que es su piel. Y con solo conocer su piel, puedo conocer el cielo.

“Klaus te está mirando” hice caso a la voz de mi cabeza.

El mostró su sonrisa perfecta de dientes imperfectos. —¿Te gusta lo que ves?

Sí, es el idiota egocéntrico que conocí en un campo de concentración.

Definitivamente, ésto no es un sueño.

—¡Klaus!— grité eufórico. No salgo de mi sorpresa y no puedo moverme. Respiro agitadamente por la boca, congelando mi garganta. Toso, seguramente estoy quedando en ridículo.

Él se acercó a paso rápido para auxiliarme —¿Te encuentras bien?

Asentí con la cabeza mientras seguía tosiendo. Mierda, creo que me enfermé.

Puedo sentir como los mocos de escapan de mi nariz hechos agua, la mucosidad pegada en los pulmones y los ojos llorosos. Me veía como un estúpido al lado de Jäger quién parecía un ángel caído del cielo.

“Alguna vez el diablo fué un ángel”

Aquella frase era algo que siempre tenía en mi cabeza cuando se trataba de Klaus. Lo único que impedía poder establecer un vínculo con él era la ideología de cada uno.

Pero poco importaba eso, cuando el problema era la opinión de los demás.

No tengo un buen Gay Radar así que no sé si Jäger sea 100% heterosexual o 100% homosexual. De una u otra forma, él me seguía pareciendo atractivo y romperé cualquier barrera para ser felíz: con él.

Volviendo al presente, tenerlo cerca hizo que mis manos sudaran y mi cuerpo temblara de los nervios. —¿Qué haces merodeando en el puente a éstas horas?— cuestionó con aquella voz que derrite mi corazón. Pude ver su aliento y sentir el calor de éste llegar a mi oreja.

Más allá del T-34 (Klaus Jäger × Nikolai Ivushkin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora