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Conan

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Conan

Odio estar rodeado de personas y odio estar solo. ¿Quién entiende a Conan?... nadie. Nunca quise involucrarme con las personas más allá de una simple conversación o una simple salida. Siento que al dar un pedazo de mí es darle poder a la otra persona sobre mí...¡¿A quien le importa mi vida?!.

Me levanto del sofá y estiro mi cuerpo. Es hora de hacer mi recorrido habitual de los domingos. Salgo del edificio y monto mi bicicleta. Siento el aire fresco chocar contra mi rostro, la ciudad de Gante tenía un clima muy agradable, hoy el sol iluminaba los cielos de un frío enero.

Las personas toman aire fresco, mientras se sientan a tomar un buen chocolate y disfrutar de unas buenas croquetas de quisquillas. Los padres jugaban con sus hijos con las cometas elevadas a lo alto; turistas emocionados sacándose fotos con los edificios históricos de la calle, me encanta el aire de Patershol.

Pasear me hacía sentir bien y en compañía con las personas extrañas. Estaciono la bici junto con los demás estacionados. Me encanta el canal, me recuerda aquellas vacaciones que tomábamos con mi abuelo, arreglo mi suéter gris y tomo asiento en la banca de siempre. Compro un vaso de chocolate de un vendedor ambulante, bebo mi bebida y disfruto de la hermosa vista en frente.
El canal era un escape perfecto para cualquier momento del día. Las suaves sonido que desprendía las aguas eran tan tranquilas y relajantes.

-¿No te importaría?-subo la mirada encontrándome con unos ojos azules.

-Adelante- sonríe y toma asiento a mi lado, retrocedo un poco más a la izquierda para no incomodarla.

Saca una libreta azul decorado con cientos de estrellas, empieza a escribir algo, mientras acomoda el gorro azul con un dibujo de astronauta que traía puesto.
Desvío la mirada concentrándome en el canal.

-Me preguntaba algo- llama mi atención- ¿Quieres acompañarme en un bote?

-La verdad no tengo ningún problema, pero no me apetece subir en un bote con una extraña.

-No soy una extraña soy Janelle.

-¿Vas por el mundo diciendole tu nombre a extraños?- pone una cara triste y pasa el bolígrafo por su cabello castaño, su muy corto cabello y vuelve a escribir.

-¿Qué tanto escribes?

-¿Vas por el mundo preguntándole a extraños lo qué hace?

-Buena jugada.

-No sabía que estábamos jugando- se encoge de hombros.

Llevo alrededor de unos 5 minutos con ella y ya no la soporto.

-Me buscaré alguna manera de superar mi miedo, es una lástima no poder contar contigo- se levanta recogiendo su bolso- Si me subo en uno de los botes, por favor, no me busques si me caigo al agua, déjame ahí en medio de los peces...estoy segura que también existirán tiburones ahí.

-Estoy seguro que los tiburones no te harían daño.

-¿Por qué?

-Demasiado dulce.

-A ti tampoco te querrían, demasiado agrio.

Suelto una risa, ella voltea los ojos y se acerca un poco a mí.

-Nos vemos, Conan- me guiña un ojo.

La reacción llega unos segundos después a mí. Me levanto de la banca y la sigo.

-¿Cómo sabes mi nombre?

-No te lo diré.

-¡Eres imposible!

-Subes conmigo y te lo digo.

-¡Y eres muy manipuladora!- se ríe- bien, subiré.

-¿De verdad?- asiento la cabeza, ella empieza a sonreír y dar saltos moviendo su vestido azul, desafiando al frío con estilo.

Teniendo el bote subimos a bordo. Empiezo a remar hasta la otra orilla. Ella saca fotos a todo lo próximo que observa (incluso a sus pies). Toca el agua y cierra los ojos en sensación de paz.

-Ya habla.

-Aún no, no puedo estar segura de que no te escaparás nadando.

-Dime una cosa.

-Una cosa- suelta risa y la miro sin ninguna gracia- Bien, ¿Qué cosa?

-¿Confías en cualquier extraño que encuentras?

-Nop- carga un poco de agua en la palma de sus manos y luego los deja correr- a leguas se nota lo inofensivo que eres, un chico de tu edad sentado en una banca mirando a las personas ser feliz y bebiendo chocolate. Eso, eso es triste.

-¿Me estabas espiando?

-Solo estaba analizando tu desperdicio.

-¿Desperdicio?

-La vida pasa a un lado tuyo mientras te sientas en esa banca y no decides ir por ella.

-¡Qué ridiculez!

-¡No es ridículo!

-¡sí, lo es!

-¡No!

-Es ridículo- afirmo una vez más con un tono más suave.

-¡Te digo...!-se levanta de golpe sin notar en donde estaba parada

-¡siéntate ahora!- automáticamente se sienta mientras el bote empieza a tambalear sin parar en el agua, se lleva las manos en la cabeza.

-¡Nos caeremos al agua y los tiburones nos comerá!

-No caeremos, solo quédate quieta.

Ella asiente y en unos momentos después el bote deja de moverse, suelto un suspiro y miro a la chica, mantenía su mirada fija en en el agua. Sus ojos empiezan a producir una emoción bastante obvia.

-¡No lo ha...!- empieza a vomitar, golpeo la frente con la mano.

-Lo lamento.-se disculpa manteniéndose con su respiración acelerada.

-Es mejor volver.

Estacionó el bote y la ayudo a bajar, toma su bolso y procede a caminar a la banca más cercana. Compro una botella de agua y se lo entrego, sonríe con una vergüenza evidente en ella.

-No quería hacerlo.

-Bien, no importa- se levanta y toma su gorro de astronauta.

-Me tengo que ir, fue un gusto conocerte. Espero la vida sea tan amable y vuelva a juntarnos.

-Espero sea tan amable y nunca más vuelva a cruzarnos.

-Eso suena lindo- susurra pensativa, mientras juega con la botella de agua- nunca digas nunca.

Volteo la mirada a otra parte, siento sus pasos alejarse, pero su voz chillona vuelve a mí.

-¡Lamento vomitar en la primera cita!- meneo la cabeza y sonrio recordando lo sucedido.

Espera un momento....me levanto de prisa, veo su gorro azul a una gran distancia, empiezo a correr intentando alcanzarla, la chica voltea a verme. Sus ojos se abren con sorpresa y empieza a correr de mí...¿Qué intenta lograr?.

-¡Espera!- grito.

Siento el cansancio apoderarse de mí, paro la corrida, solo la veo correr lejos. Busco aire intentando recuperarme, esa chica era muy rápida.

Espero nunca más volver a verla. La manipulación en persona era esa chica, definitivamente.

Decidí regresar al edificio, llevo mi bicicleta a mi lado, mientras pienso en lo sucedido. La vida en efecto está llena de sorpresas.

Un nuevo día para amarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora