9. UNAM

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Johnny se puso la mejor ropa que tenía; una playera del América, los únicos pantalones que no se le bajaban y sus lentes en la nuca porque su barrio lo respaldaba, obviamente también su típica bandana para darle más estilo a su oufi.

Eso sí, pararse a las seis de la mañana era una hueva, pero todo lo hacía por amor.

Trabajó toda una semana sin descanso vendiendo ratas de colores en el centro hasta que por fin consiguió lo suficiente para comprarle un oso tamaño gigante y un ramo de rosas a su güerito, se lo merecía.

Obligó a Yuta a que lo acompañara porque era el único que tenía bocina y a Lucas porque era el de la mamalona, y necesitaba la mamalona para llegar con estilo y después llevarlo a comer tacos con don Mario.

Oh, y de paso le compró un globito.

—¿Y si no funciona, mi Johnathan? —preguntó algo achicopalado el Lucas. —Es que, es fresón y ya tu sabes lo que dicen.

—Eso mi Johnny —Yuta le dió la razón. —Luego pues, que su jefe es el mero mero que se anda postulando para ser el gobernador del pueblo, capaz te corretea hasta tu cantón.

—Ots, ustedes dejenmelo a mí —Johnny hizo su mejor silbido de cholo muy seguro de sí mismo.

Llegaron a la escuela justo antes de que fuera la entrada, Yuta rápidamente encendió su bocina y buscó su memoria con canciones de los Kumbia Kings, rolones.

Johnny bajó de la camioneta con el oso y el ramo en brazos, el globito tuvo que amarrarselo al dedo porque capaz y se le iba.

Y ahí estaba, su güerito viéndose tan hermoso como siempre.

—Ay que asco —dijo Jungwoo quitándose sus lentes en forma de corazón. —Unos nacos vinieron a nuestra escuela, de seguro vienen por el baboso de Hyuck.

—Puto perro oso —Chittaphon rodó los ojos. —Es americanista.

—Y vienen en la hojalata que tiene Lucas —murmuró Jaehyun haciendo que sus amigos comenzaran a reír.

Doyoung también se estaba riendo hasta que se dió la vuelta y dejó de hacerlo porque esa persona era su cholo favorito.

—Ay, estúpidos, no se rían, es mi Johnny —Doyoung empujó a su bola de amigos y corrió hasta donde se encontraba el cholo.

—¡Güerito! —dijo Johnny con una gran sonrisa. —Estoy aquí como te lo prometí así que...

—Sí.

—Oh, espérate, no comas ansias —Johnny comenzó a reír. —Bueno, como te decía, güerito de mi vida y de mi amor, futuro dueño de mis quincenas ¿Quieres ser mi novio?

—Claro que sí, Johnathan —Doyoung dejó un beso en la mejilla de su cholo haciendo que se sonrojara por completo.

—¡Dijo que sí! —de la emoción, el globito se desató y se fue volando lejos, Johnny casi se pone a llorar ahí pero Doyoung le dijo que estaba bien y terminó aceptando los regalos.

Por fin se animó y frente a toda la institución le metió tremendo beso a su güerito que hasta lo dejó sin aliento al pobre, a el y a su grupo de amigos que veían todo con asombro.

—¿Y si faltas a clases y nos vamos por unos taquitos aquí con mi don Mario?

—Acepto.

—Por eso me enamoras, chiquito.

Y se fueron a comer sus taquitos mientras sonaban las canciones de los Kumbia Kings.

De fresas y cholosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora