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lo que sea que estás haciendo, no funcionará. me refiero al hecho de que estás riendo ahora; cualquiera puede decir que es algo incómodo, hay algo que se apaga.

el silencio que reinaba en la habitación del pecoso era algo...nuevo para éste mismo. connor no había dicho nada desde que llegó, sólo saludó a su madre, negó que tuviera hambre y subió junto a evan.

nunca hacía eso e incluso su madre lo miró con extrañeza. pero prefirieron no preguntar.

todos pueden tener malos días, ¿no?

pero, eso ya se venía repitiendo desde hace una semana y media, al punto de que empezaba a preocupar al más bajito en mucho.

— ¿me quieres decir que tienes? -ya era costumbre que hansen preguntara aquello, pero siempre tenía esa respuesta que le carcomía la cabeza.

— no lo sé.

odiaba tanto esas tres palabras, de verdad las odiaba.

— dices que no sabes. -evan claramente se estaba hartando, y quería comprender a su novio, pero era difícil realmente.— no sabes. aunque parece lo contrario. -y antes de que el castaño le reprochara aquello, el rubio prosiguió.— hay algo diferente, y estás desviando lentamente tu atención.

— si sólo me vas a reclamar mejor no hubiera venido.

de nuevo silencio. era tan raro, no comprendía y por más que quería hacerlo, el más alto le impedía el acceso a tal información.

el de hebras claras parpadeó. una, dos y tres veces, viendo fijamente a los ojos del contrario.

entonces asintió y pensó que, quizás y sólo quizás, él mismo se estaba haciendo ideas. podía ser producto de su ansiedad. pero...podía jurar que estaba mejorando, es más, sabía que había mejorado tanto que hasta alana lo felicitó y jared le dio un pastel como una forma de festejarlo.

— perdón, connie... -susurró, mirando hacia sus manos, las cuales jugaron entre sí.— estoy siendo muy encimoso, pero es porque me importas y eso...

— está bien, evan. no importa, entiendo. -sonrió o algo así, para luego mirar el reloj y fingir sueño.— será mejor que vaya a casa, ya es tarde y tengo mucho cansancio.

evan asintió. quería llorar por alguna razón.

— bueno, nos vemos luego. no debes acompañarme, ¿sí? te ves cansado también. duerme un poco. -se levantó de su lugar, tomando su mochila, mientras miraba como el más bajo asentía sobre su cama.— te amo.

el de pecas tragó en seco, forzando una sonrisa suave como las de siempre y asintió.

— yo también te amo.

entonces vio cómo se retiró de su habitación, escuchando cómo se despedía de su madre y la puerta de entrada se cerraba.

esa noche, su corazón de achicó por alguna razón, y le dolió, abriendo los grifos de sus ojos.

𝗠.𝗜.𝗔 ; tree bros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora