00: ¿Fue solo un sueño?

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La poca luz que alumbraba el lugar era acompañada de un color opaco, casi grisáceo en el ambiente

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La poca luz que alumbraba el lugar era acompañada de un color opaco, casi grisáceo en el ambiente. No le gustaba nada, le daba una sensación horrible.

Solo desde el lumbral de la puerta podía ver a una mujer, de largo cabello castaño, cubriendo su rostro con sus manos, teniendo un papel arrugado en estas. Podía escuchar el llanto, pero no entendía lo que decía, así que decidió abrir un poco más la puerta, solo para tratar de escuchar que decía.

Mala idea, la puerta hizo un sonoro ruido, interrumpiendo el llanto de la fémina, dando por finalizado el llanto. La castaña volteó, dejando ver que era su madre, sus mejillas bañadas de lágrimas saladas, su mirada normalmente dulce demostrando dolor, un dolor que solo podía provenir de su alma.

—¿Larry...?— Murmuró la mujer, su voz ahogada por su reciente llanto, tratando de ocultarlo ante los ojos de su pequeño hijo.

Ver eso fue una punzada al corazón del niño.

Se levantó de golpe, empezando a respirar de manera irregular, sus pulmones sintiéndose pesados, trataba de agarrar todo el aire que se le fuera posible para no sentir ese ahogamiento tan horrible.

Sus ojitos marrones inevitablemte empezaron a nublarse, las lágrimas brotando de estos y la mueca de desagrado nacía de su infantil rostro.

Ni un minuto paso para que la habitación se inundará del llanto del pequeño niño, balbuceando que sus padres vinieron a socorrerlo, tenía miedo, quería ver que su mami estaba bien, quería que viniera a consolarlo y decirle que no fue nada.

Su llanto por cada minuto se volvía mucho más fuerte, al punto de ser gritos mezclados de sollozos y palabras ahogadas.

Se escucharon pasos fuertes provenir del pasillo, la puerta de la habitación del infante fue azotada para dar paso a los padres de este. El pequeño se mantenía sentado en su cama, respirando pesado, junto con sus palabras cortadas y ahogadas por el inmenso llanto que le consumía.

Sus marrones ojitos, llenos de brillo y pureza infantil, estaban rojos, inundados de lágrimas que se deslizaban gruesamente por sus rojas mejillas. Su nariz escurría de mocos. Su garganta picaba por el tiempo que llevaba gritando y lloriquear.

Sin mencionar ni una palabra, la mujer castaña que era tan parecida al niño, o el niño tan parecido a ella, fue directo a tomarlo en brazos para pegarlo a su pecho. Sentir los brazos de su madre rodear su pequeño cuerpo tembloroso para empezar a ser arrullado por sus murmullos dulces y cariñosas, depositando besos en la coronilla, dejando que el latido de su corazón calmará al niño.

𝘚𝘰𝘶𝘷𝘦𝘯𝘪𝘳𝘴 𝘢𝘯𝘥 𝘱𝘢𝘪𝘯𝘵𝘪𝘯𝘨𝘴 [𝐒𝐚𝐥𝐥𝐲 𝐅𝐚𝐜𝐞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora