...
-Dallen baja cariño!
-Voy papi- corrí escaleras abajo para encontrarme con él.
-Peque, me iré a Barcelona por un tiempo a trabajar, cuídate y cuida de mamá, ¿vale?
-Shi papi, te esperaré como siempre...- añadí con lágrimas en los ojos.
-Las princesas no lloran...- recalcó aquel hombre al que adoraba con todo mi ser.
-Te quiero papi.
-Y yo a ti pequeña, recuerda, el día que vuelva te traeré una rosa blanca como siempre. Ahora debo irme, me esperan fuera.
-Adiós cariño- escuché la voz cálida de mi madre.
-No se dice adiós, no nos estamos despidiendo para siempre, se dice hasta pronto cariño...
Y se marchó, salió por aquella puerta la cual separaría nuestros caminos una vez más....
Mi padre y yo, siempre fuimos uña y carne, el siempre decía: el suelo está muy duro para que caigas sobre el, por eso siempre caeré antes que tú para evitar tu caída. Y por doloroso que suene, lo cumplió, cayó antes que yo...
Él era mi héroe, me hacía volar sin alas, me llevaba al cielo con sus abrazos, me transportaba a un paraíso de colores con su sonrisa.
Mi papá era increíble, está mal que yo lo diga, pero era una persona humilde, bondadosa, cariñosa, era el mejor, era sencillamente perfecto, con una simple mota de felicidad te hacía ver colores en un cielo gris, si te veía con lágrimas en los ojos te los limpiaba y te repetía una y mil veces que las princesas no lloran, y eso le hacía especial y único...