I. ¡No me violen!

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—Hey, ten mas cuidado y mira por donde caminas —se quejó aquel estúpido chico.

—Lo siento Tom, no prestaba atención —me disculpé.

—Ah, ya me di cuenta —contestó de mala manera.

Cuando Tom estuvo lejos yo lo imité con voz burlona, haciendo que Miranda se riera, Tom era el chico mas popular de el instituto, todos le temían, pero a mi me daba igual, incluso había llegado a insultarle y a darle alguna que otra cachetada —por ser un aborto de mono retrasado—.

—Mira Miranda —grité.

—¿Seguirás con ese tonto chiste? —cuestionó mi querida amiga.

—Es que me aburro —comenté.

—En un minuto sonara el timbre y entraremos a nuestra ultima clase, al fin —dijo en tono de cansancio.

Seguimos caminando por el pasillo hablando tonterías cuando escuchamos una voz detrás.

—¡Hey Sally! —oh oh, ahora si que estaba en problemas —¿No tienes idea de quien rompió los las jaulas de cristal en las que venían las ranas? —averiguó el profesor Marcus.

Si, lo confieso, fui yo, pero esas ranitas iban a morir, y yo no quería que murieran.

—Eh...yo...eh.

—Me lo imagine. Sally, ya es la cuarta vez que haces esto, me temo que esta vez tendré que llamar a tus padres —decidió. 

—Pero señor Marcus, las pobres ranas morirían —me quejé.

—Sally es un experimento, el instituto gasta dinero en esas ranas para que tu las sueltes —discutió.

Sinceramente pensé que el las atrapaba, pues a decir verdad era medio ratito, pero no dije nada.

Pero por favor, no llame a mis padres, ya me he metido en varios problemas este año —supliqué.

—Lo siento, pero no puedo pasar por alto esta situación, ya lo e hecho las veces anteriores y te advertí lo que pasaría si lo volvías a hacer —puntualizó.

~~~~~~~~~~~~~~~ O ~~~~~~~~~~~~~~~

—Punto final jovencita, te irás a vivir con tu hermano —decretó mi madre.

—Pero mamá, no quiero ir a vivir con mi hermano, vive con sus amigos, ¿y si me violan? —manifesté.

—No seas tonta Sally, sus amigos no te violarán —me dijo.

—Pero mama, mis amigos ¿y mi novio? —protesté.

—Sally, no te daré opciones, podrás hacerte nuevos amigos en Sídney, y hay millones de chicos en este mundo, ni que fueras a casarte con Carlos —puntualizó.

—Me niego a ir —me negué.

—No tienes otra opción, hace tus maletas —me oredenó.

No! ¡Por favor no me hagas esto! ¡No quiero! —chillé.

De repente me encontraba en un avión rumbo a Sidney, la gente me miraba raro, supongo que otra vez he estado hablando en sueños.

—Apaguen sus aparatos electrónicos y abrochen sus cinturones por favor, vamos a aterrizar —sonó la voz de la azafata a través de yo que se donde.

Apagué mi celular y esperé a que el avión aterrizara para así poder salir de esta mierda de avión.

Al fin ya abajo salí corriendo a buscar mis maletas, pero tropecé y caí al piso.

—¡La puta madre, le dije a mamá que no me obligara a usar estas mierdas pero ella, no, "por favor Sally, eres una mujercita, debes usar esto, no esos trapos a los que tu llamas ropa"! —exclamé imitándola con voz de burla mientras me levantaba, pude fijarme que nuevamente me miraba todo el mundo— ¡Si la cago a diario, pero no es algo por lo que deban mirarme con esa cara! ¡¿A caso no tienen nada mejor que hacer que mirarme?! —Me di media vuelta y seguí caminando por mi rumbo.

De pronto siento que alguien toca mi hombro y me volteo a mirar.

—Niña, si vas a drogarte, por favor, no lo hagas en el aeropuerto —me pidió una señora de más o menos unos cincuenta años para luego, irse caminando. 

Yo comencé a reír como loca. La verdad es que si, parecía que estaba drogada, o borracha pero, ¿qué podía hacer? Nada, solo reír y dejar que la gente pensara lo que quisiera, además, no las iba a volver a ver en mi vida seguramente.

Al llegar recogí mis maletas y comencé a caminar dispuesta a encontrar a mi hermano, pero como tenia hambre, abandone la búsqueda y fui hasta una tienda.

—Buenos días —saludé entrando a la tienda, el señor que estaba allí me recibió con una sonrisa.

—Buenos días jovencita, ¿en que puedo ayudarla? —averiguó.

—Amm, quisiera... —examiné el lugar en donde estaban guardados los dulces hasta que vi mi dulce favorito, regaliz rojo— quiero regaliz, dame... diez —mientras el hombre ponía los diez regalices en una pequeña bolsa yo busque algo salado. Agarre pringles, amaba estas papas fritas, y de la heladera saque una botella de Sprite. Lleve todo a la caja y pagué.

—Gracias señor que tenga un buen día —me despedí.

—Gracias e igualmente para ti —sonrió.

Al salir de la tienda escuche una voz fuerte desde lejos.

—¡Sally! -gritó alguien. El propietario de esa voz se fue acercando, una gran sonrisa se dibujo en mi rostro. Hace tiempo que no veía a mi hermano— Al fin te encuentro pequeñaja —yo reí por su apodo.

—¿Pequeñaja? Hace tres meses que no nos vemos y ¿tu solo me dices "Al fin te encuentro pequeñaja"? —cuestioné imitándolo con voz graciosa— Ven aquí, que yo quiero un abrazo niñato —Abri mis bazos y el me abrazo fuerte.

—Te extrañe un montón enana —confesó.

—Y yo a ti gigante —al separarnos el beso mi frente y agarro una de mis maletas y un bolso.

—Venga agarra lo demás y vámonos, que ya es tarde —mandó.

Y eso hice, agarré mis cosas y nos fuimos. Subimos las maletas al auto y y arrancamos hacia la casa de mi hermano, todavía de que me separaban de mi entono me enviaban a vivir a una ciudad, genial.

Después de veinte minutos de viaje llegamos al fin. Jace aparcó el auto en frente de un edificio de altura moderada, nos bajamos y sacamos las maletas.

—Cuéntame enana —comenzó a hablar Jace cuando estuvimos en el elevador— ¿Porque mamá te mando para aquí?.

—Tuve un pequeño percance con unas ranas en el instituto, luego te cuento con detalles —expliqué.

—Claro como digas, aunque a mi no me parece que haya sido pequeño, ya que parecía bastante enfadada cuando me llamo —comentó.

El elevador se detuvo y las puertas se abrieron.

—Llegamos —informó

—No me digas —mencione sarcástica, a lo que el me miro serio alzando una ceja, yo solo le sonreí.

Cuando abrió la puerta lo único que vi fueron cuatro personas saltando hacia mi.

—¡Bienvenida! —gritaron todos a la vez.

—¡Ah! ¡No me violen! —grité apartándome rápidamente.

Anécdotas de Una Chica Torpe ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora