II. El colectivo y sus sorpresas

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En seguida se quedaron quietos y me miraron extrañados

—¿Qué? -Dijo uno de cabello verde. Me imagino que se lo habrá pintado... ¿No?

¿Porque me pregunto cosas tan obvias? Es obvio que se pito el pelo.

—Ignórenla, es demasiado tonta para su propio bien —criticó Jace

Oh, no acaba de decir lo que creo que acaba de decir. Golpeé su estomago fuertemente, lo que hizo que Jace se volviera para atrás rodeando con su brazo la zona afectada.

—Púdrete en el infierno pedazo de caca mal defecada —espeté.

—Que ternura —indicó un pelirrojo.

—No esperes más ternura de ella —bromeó mi hermano.

—Bueno, estoy algo cansada, ¿donde es mi cuarto? —pregunté.

—Hoy dormirás en el mio, yo dormiré en el sillón y Alex en el otro cuarto en el suelo. Mañana iremos a comprar tus muebles, y puesto a que no hay mas lugar, dormirás en el ático —me informó.

—Oh ¿Puedo ir a verlo? —pregunté curiosa. Jamas había estado en un ático.

—Claro, que te lleve Alex, yo iré a ponerme hielo en el estomago —se quejó.

—Esta bien ¿Quién de ustedes, pendejos es Alex?—indagué.

Y mi perdición llego ¿Porque justo Alex debía estar tan bueno?

—Vamos, que te acompaño —incluso su voz era sexy.

—¿Sabes?, creo que no me importaría que tu me violaras en este mismo instante —bromeé.

—¡Sally! —sentí gritar a mi hermano desde la cocina.

—¡Lo siento! —exclamé.

Alex rió y comenzamos a caminar hasta llegar a un pasillo. Desde el techo había una placa sobresaliendo y una pequeña y fina cuerda colgaba de ella.

—¿Quieres tirar tu? O, ¿lo hago yo? —preguntó.

—Tendré que agarrar practica, ¿no? —dije.

—Supongo —rió.

Me pare de puntillas y tire de la cuerda hacia abajo. Tuve que hacer un poco de fuerza, pero no me costo mucho. Unas escaleras se extendieron y Alex comenzó a subir.

—Ven —me invitó

Yo lo seguí hasta arriba, donde me encontré con nada. Si, exactamente eso, nada.

El piso estaba lleno de polvo igual que las ventanas, pero no había ningún mueble, ni cajas, ni maletas, nada de nada.

—¿Y se supone que esto lo tengo que limpiar yo? —pregunté levantando una ceja.

—No, te vamos a ayudar. Mañana iras con tu hermano a comprar los muebles, la cama, el armario, ya sabes, esas cosas necesarias para una habitación —explicó.

—Pero las paredes estén sin pintar, además los tornillos de las ventanas están oxidados y la madera de las escaleras también esta algo descompuesta —me quejé.

-Bueno y, ¿que sugieres? —preguntó.

—Necesito tornillos nuevos y pintura para las paredes, un destornillador y alguien que cambie la madera de esos escalones —enumeré.

—Bien, hablemos con tu hermano sobre eso —propuso.

Al estar abajo Alex me ayudo a subir las escaleras de vuelta a su posición y fuimos a la cocina, donde se encontraban los demás sentados al rededor de la mesa, mi hermano llevaba hielo en la zona donde le había golpeado hace apenas un rato.

Anécdotas de Una Chica Torpe ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora