Capítulo 3: Pasillo del tren

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"Malditos naturales..." gimió Hermione.

Quedarse sola en su cabina había sido una estrategia acertada. Ya no podía soportarlo más. Durante horas, había aguantado el beso afilado de la tela entre sus nalgas, callada y ligeramente sonrojada mientras sus amigos se atiborraban de dulces. Al notar el tamaño de sus traseros (sobre todo el de Ron), la chica de pelo castaño empezó a preguntarse si ellos también sufrían el ataque de su propia ropa interior. 

No, cualquier calzón chino natural que sufrieran no podía compararse con el tormento constante que sufría Hermione bajo sus faldas. La vida de estudiante número uno no daba tiempo al entrenamiento ni al ejercicio. No quemaba calorías, así que todas acababan en el mismo lugar: Su gigantesco trasero. 

"Mil hechizos y ni uno puede encogerlo" Hermione suspiró antes de dejar a sus bragas en paz "Ron deberían haber vuelto ya del baño..."

En un momento ya estaba dando zancadas por los pasillos, con los dedos cerca de la barita. Aún recordaba la vez que un grupo de dementores abordaron el tren. Siendo una chica sagaz y despierta, siempre debía estar preparada para lo peor. Sus ojos se centraron en aquello a su frente. No tenía tiempo para observar a aquellos que dejaban sus propias cabinas...ni el par de ojos entrecerrados que la seguían con odio.

Tras cuatro vagones vacíos, Hermione empezó a ralentizar su paso. Lo más probable era que Ron se había bajado ya, algo extraño sabiendo que sus maletas seguían en el vagón. Fue entonces cuando escuchó un chillido fuera del vagón, seguido segundos antes por uno mucho más reconocible: El de Ron.

"Parece que tendré que salvarte el trasero otra vez Ro-"

"Petrificus Totalus!"

Hermione abrió la boca, pero el hechizo llegó antes. Todo su cuerpo, de pies a cabeza, acabó perfectamente congelado, dejando solo los ojos de la maga libres para saltar de derecha a izquierda, buscando aterrorizados al culpable del hechizo. O, mejor dicho, la culpable.

"Vaya y luego la gente dice que Draco no sabe ensuciarse las manos ¡Mira que tirón!" Pansy, the Slytherin por supuesto, y enemiga acérrima de Hermione, se rio mientras observaba a la castaña "Lástima que no se lo haya dado a la perdedora que verdaderamente lo merece. Dime Hermione, ¿Hace cuanto no recibes un calzón chino? O espera, se me olvidaba que no puedes hablar"

Para cerciorarse de esto, Pansy subió una mano y la lanzó contra el trasero de Hermione. El chasquido del impacto pudo oírse en todo el vagón, pero los únicos chillidos fueron los de la mente de Hermione. Pansy asintió para sí. Se tomó su tiempo robándole la barita a su enemiga, para luego bajarle la falda hasta los pies.

"Bragas de Griffindor. Que original" Pansy sonrió al ver como la tela roja ya volvía a introducirse en la raja de la joven bruja "Aunque parece que saben cual es su verdadero lugar. Solo necesitan un ligero empujón"

Hermione sintió como el labio inferior empezaba a temblarle. El hechizo no duraría mucho más, pero ya era tarde para hacer nada, mucho menos sin su barita. La joven bruja cerró los ojos con todas sus fuerzas. No podía gritar. No podía darle ese gusto a esa maldita sangrelimpia de Pansy.

"¡NOOOOOOOOOOOHHH!" el elástico sobrepasó los hombros de Hermione en un parpadeo. Pronto, la castaña volvía a poder hablar, o al menos chillar a pleno pulmón mientras Pansy la levantaba del suelo, y a sus enormes nalgas también "¡Para! Detente! ¡E-Esto es barbárico!"

"Ya iba siendo hora de que alguien te pusiera en tu sitio ¿La mejor bruja que haya visto Hogwarts? ¿La más lista? ¡Ya veremos que dicen cuando vean como llevas tus bragas!" rugió Pansy.

Hermione pidió auxilio, ayuda, socorro. Pataleó en todas direcciones mientras sus brazos se movían como un par de inútiles aspas de molino. Nada podía parar a Pansy, ni al torrente de tela que seguía inundando su pobre raja. Hermione llegó tarde para contener sus primeras lágrimas. Era demasiado. Incluso sin público para reírse de su humillación, el calzón chino de Pansy era simplemente demasiado para su pobre trasero.

"Dime que eres una perdedora y pararé" dijo Pansy.

Hermione dio un respingo ¡Ni loca admitiría algo así!

Luego Pansy pegó un nuevo tirón a sus bragas. Y otro. Y otro más. Y otro más...

"¡S-Soy una perdedora!" chilló Hermione con los ojos rojos y vidriosos "¡Lo soy! ¡Por favor termina este tormento de una vez!"

Pansy fue fiel a su palabra...a su manera. Ya que el elástico estaba a meros centímetros de la nariz de Hermione, la de Slytherin decidió dar un último tirón, antes de soltar la tela sobre los ojos de la joven maga. Hermione chilló con unas energías que creía antes desaparecidas, demasiado ocupada tratando de quitarse su nueva máscara de tela como para darse cuanta de la partida de Pansy...o el extrañado pelirrojo que ahora la observaba.

"¿Hermione?"

"¿Ron?" Hermione volvió a quedarse quieta, esta vez sin la ayuda de ningún hechizo. Un silencio incómodo cayo sobre ambos magos antes de que Hermione recuperara su voz "D-Deberíamos ayudar a Harry"

"S-Si es verdad ¿Quieres ayuda con...?"

"Si por favor" Hermione soltó un nuevo gemido "Este año va a ser uno de los malos, ¿Verdad?"

Ron suspiró antes de asentir "Si. Me temo que si"

Harry Potter, una vida de calzones chinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora