Harry nunca había sido el estudiante más popular entre sus compañeros (al menos tras su segundo año en Hogwarts). Gracias a Draco, se había convertido en el mayor perdedor de todo Gryffindor...o, al menos, uno de los tres mayores perdedores.
Pero hasta el mayor de los perdedores puede tener sueños, sin importar cuantas veces sus pantalones se caen mágicamente al suelo. Para Harry, este sueño tenía un nombre y el rostro de un verdadero ángel: Cho Chang, la chica más guapa y lista de todo Ravenclaw. Más de una vez se había desperado en mitad de la noche sudando tras un sueño agradable con ella, donde eran novios, y se cogían de las manos, y la besaba, y ella le besaba a él y...
Tenía que ser suya. No podía seguir observándola en silencio sin decir nada, sabiendo que otros podían dar el paso antes que él. Si, el nombre de Harry Potter ya no era tan famoso. Si, tras el primer calzón chino de Draco, otros estudiantes se habían unido a la diversión, hasta llegar al punto donde Harry parecía sufrir un calzón chino al día ¡Pero a Cho no le importaría que el fuera un perdedor! Solo tenía que encontrar la manera de seducirla y su suerte por fin cambiaría a mejor.
"¿Por qué me preguntas a mí? Yo no tengo ni idea Harry" dijo Ron cuando le pidió alguna idea.
"¿Quizás si le regalas algún libro?" propuso Hermione "No lo se, no conozco a Cho lo suficiente para ayudarte, Harry"
Y el círculo de amigas de Cho nunca dejaría acercarse a alguien tan poco popular como Harry Potter. Menos aún tras una humillante clase de pociones, cuando Draco, al ver que Snape dejaba la clase para coger más condimentos, sacó su barita para pegar un fuerte tirón de calzones a Harry. El elegido aún se sonrojaba al recordar los ojos de Cho sobre él y la enorme capa de tela blanca que le llegaba hasta la parte de atrás del cuello.
Sigilo, esa era la respuesta. La capa de invisibilidad le proporcionaría la oportunidad para acercase a Cho sin ser visto, escuchar sus conversaciones y aprender aquello que le gustaba o no. Tras unas pocas 'misiones' de ese estilo, tendría tolo lo necesario para formar un verdadero plan y conquistar a Cho de una vez por todas.
Y así fue que Harry empezó a poner su plan infalible en práctica. Más invisible que un fantasma, Harry siguió a Cho como si fuera su propia sombra, solo evitando la sala de Ravenclaw y el baño de las chicas (por mucho que estuviera tentado a entrar). Sentía el corazón atrapado en su garganta, tan absorto en la belleza de Cho que, al final, apenas recordaba alguna conversación que esta tuvo con sus amigas.
Tampoco se acordó de un detalle importante acerca de la capa de invisibilidad: Que da al portador la capacidad de ser invisible y nada más. La tela mágica no podía hacer nada acerca de los pasos de Harry o el sonido de su respiración cuando Cho sonreía o se agachaba para coger algo. Esto no habría tenido la menor importancia, si no fuera porque, de nuevo, Cho era una de las estudiantes más listas de todo Ravenclaw. Llega un momento que oír pasos extraños y la respiración de alguien, aún estando sola, deja de ser solo tu imaginación.
Así pues, durante la cuarta 'misión' de Harry, Cho decidió poner su propia teoría a prueba. Se internó en uno de los pequeños bosquecillos que rodeaban al más grande y tenebroso Bosque Prohibido. El otoño estaba ya al caer, dejando un suelo de hojas secas en el bosque. Mientras caminaba, Cho se fijó en los crujidos a sus espaldas. Ya no tenía la menor duda. Alguien la estaba siguiendo de verdad. Ahora, solo tenía que ocuparse de él.
Cho se paró y Harry hizo lo mismo. El elegido sintió como perdía el aliento al ver como el objeto de sus deseos, sin ninguna razón aparente, empezó a bajarse la falta, milímetro a milímetro. Harry sintió como su mandíbula empezaba a caer y el frente de sus pantalones se sentía más y más apretado. Este era justamente como uno de sus sueños, donde la bella Cho se desnudaba para él y luego...
"Fundio!" la varita de Cho dio justo en el blanco. Harry chilló como una chica al notar algo parecido a una bota estrellándose contra su entrepierna. El elegido cayó de rodillas, agarrando lo que fuera que quedara de sus genitales mientras enterraba la cara en la hierba. En esa posición, su capa empezó a caer, no lo suficiente para revelar su identidad, pero si para mostrar su orondo trasero y los cinco centímetros de tela blanca que sobresalían de sus pantalones.
"Maldito pervertido. Voy a disfrutar haciendo esto" Cho apuntó a los calzones de Harry "Wedgieardium Leviosa!"
"¡AHIEEEEE!" un nuevo chillido surgió en el bosquecillo, seguido muy de cerca del ya familiar sonido de un par de calzones estirándose hasta el límite. Los tirones de Draco, ya dolorosos, eran una maldita broma en comparación con la magia de una maga experta. Harry pataleó en todas direcciones al notar como la tela se introducía en lo más profundo de su trasero, mientras el elástico subía por su espalda invisible hasta sobrepasar su cabeza.
"No se quien eres, pervertido culogordo, pero ya iba siendo hora de que alguien te diera una buena lección sobre la privacidad" gruñó Cho.
Durante los siguientes diez minutos, Harry no pudo hacer nada más a parte de chillar y agarrarse el trasero mientras la magia de Cho tiraba de sus calzones. Quería pedir disculpas. Quería prometer que no lo haría más. Quería que Cho dejara de destrozarle el trasero con sus propios calzones. Pero si hablaba...
No, no podía rebelar su identidad a Cho ¡Le odiaría para siempre! Harry no tenía más remedio que aguantar mientras la bruja convertía sus calzones en un enorme rio de tela. Para cuando terminó, el elástico ya llegaba al mentón de Harry, donde se quedo, mostrando algo de las facciones, y la silueta de las gafas del elegido. Al menos con sus sudorosos calzones en la cara, Harry no tuvo que ver la cara de asco de Cho.
"La próxima vez haré que te expulsen. No lo olvides" dijo antes de irse, y dejar solo a Harry con su calzón chino atómico.
"N-No era la primera cita que me esperaba" gimió el mago antes de empezar el largo y doloroso proceso de quitarse el atómico.
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Harry Potter, una vida de calzones chinos
HumorParece ser que los calzones chinos no son solo 'cosa de muggles'. Harry y sus amigos descubrirán esto, y mucho más, en su estancia en Hogwarts.