LA DANZA DE TU AMOR por Didi Ardley

156 28 4
                                    

Los personajes de Candy Candy son propiedad de Mizuki & Igarashi.
La historia pertenece a sus respectivas autoras.
Contiene lemon 🍋
Lectura apta para mayores de 18 años.


LA DANZA DE TU AMOR.

No podía ver absolutamente nada, una gran capucha cubría mi cabeza y me faltaba la respiración, definitivamente la oscuridad me traía malos recuerdos en estos momentos, aunque inexplicablemente en algunas ocasiones era un bálsamo para mi vida de mierda.

Mis manos aún seguían atadas y aun peor, ya no sentía mis piernas por estar en la misma posición y es que la silla en la que me había amarrado, no era nada cómodo, si hubiera prestado más atención no me habrían atrapado tan fácilmente,
¡Maldita sea!, escuche Pasos se acercaban y yo que pensé que tendría más tiempo.

—¡Quítaselo ya!

Conocía esa voz, mas que ninguna otra, después de todo, esa persona me engendro y me educo, lo último no de la manera correcta, pero quien dice que uno puede escoger.

De un solo movimiento, mi captor me arranca el capucho que me había colocado al momento del “rapto”

—Espero te hayas divertido estos tres meses, por que tus vacaciones se acabaron.

Me miro con una expresión, que me hizo ver que no aceptaría tonterías ni negativas de mi parte, ya antes, cuando aún era un niño la veía, justo antes de recibir una fuerte reprimenda, solo para recordarme como debía comportarme, sin embargo, esta vez sabía que había ido demasiado lejos y no mejoro el tono de mi respuesta.

—¡Su alteza, Que honor tenerlo aquí!
Trate de no sonar altanero, pero falle estrepitosamente.

—No vine hasta aquí para oír tu altanería, si llegaste hasta aquí, fue porque así lo decidí, ¿o que pensabas? ¿Qué de verdad no supe en donde estabas todo este tiempo?, todo tiene un limite y tu debes volver al palacio y encargarte de...

— Tus deberes como heredero y próximo sultán...bla, bla, bla.

Termine su frase, Ya conocía su perorata, y mi paciencia se había ido al carajo, después que uno de sus guardias me había golpeado al tratar de huir y evitar la captura para llevarme ante él.

—Deberías agradecer que te di tres meses Terrence, no sabes las ganas que tuve de traerte de las orejas desde el tercer día en que me enteré en donde estabas.

Mis cejas se fruncieron, en confusión, ¿Cómo era posible?

—¿Tres días?

—¿Sorprendido? ¿De verdad creías que podías esconderte de mí?, se todo lo que has hecho prácticamente desde que tocaste suelo norteamericano, tengo hombres por cada rincón del mundo y por Alá que estoy perdiendo la paciencia, lo de la semana pasada fue la última gota que rebasó el vaso.

Mi boca se torció en una especia de risa que no llego a serlo.

—Que no entiendes que no me interesa ser sultán, ni tener un harem, no quiero ser tú.

—Terrence, estamos hablando de familia, de generaciones y de nuestro imperio.

—Un imperio que no quiero y nunca quise padre.
Sus ojos se abrieron y me miraba como si me hubiera crecido de repente un cuerno.

—Y no me hables de familia, una vez que murió mi madre no dudaste en nombrar sultana a esa cara de cerdo, o que crees que recibí de ella, te aseguro que no fue amor.

Mi voz se torno en reproche puro, estaba soltando toda mi rabia reprimida por tantos años de maltrato por parte de esa maldita mujer.

—Y que querías que hiciera, era la mas apropiada… pero que estoy haciendo, no tengo por qué darte explicaciones, prepárate, partiremos esta noche a Omán.

—No me iré sin ella.

Mis ojos brillaron, era mi ultima carta, si realmente quería que tomara su lugar, seria a mi manera.

—¿Te refieres a la bailarina?, hay muchas mas para ti en el harem.

Había conocido a esa bailarina tres meses atrás, y había pasado unas mil locuras y peligros con ella y su hermosa hija de dos años, a quien ya amaba como loco.

—No quiero un harem, si quieres que tome el poder, tendrás que darme lo que pido.

—¿Pero te has vuelto loco?, esa mujercita tiene una hija, y pasa de hombre en hombre, que harás tu ahí.

—Esa mujercita, me ha cuidado y salvado mi vida, esa niña me ha dado mas amor que toda tu apreciada familia, y es a ella a quien he elegido, o viene conmigo como mi esposa, o tendrás que matarme y no te quedara mas que tus 5 hijas, por que hasta donde yo sé, ni todo el harem del mundo ha logrado que tengas mas varones, solo mi madre.

Los ojos del gran Richard Qabus Ben Said Sultán de Omán, se estrecharon, tal vez fue duda, tal vez fue que por primera vez tuvo miedo que cumpliera mi promesa, por que sabia que, si el me llevaba sin ella, la cumpliría.

El no pondría un dedo encima, era su tabla de salvación y jamás se desharía de mí, mientras tenía la certeza que seria capaz de quitarme la vida, solo por lograr mi objetivo así fuera en contra de mi ley, mi religión y mi familia.

Cerro sus ojos y como elevando una oración, nuevamente se dirigió a mí.

—¿Tanto te importa esa mujer que llaman Candy?
Asentí con mi cabeza, era la primera vez que mis ojos no derramaban rencor, solo ella lograba eso en mí.

—No seré yo entonces el que se interponga—dijo sin mostrar expresión alguna hizo una señal y su emir entro como un rayo,

—Has los arreglos Mustafá, porque si ese este es el precio ¡por Alá! Que será cumplido.

Estaba escéptico, no podía creer en que mi padre finalmente estaba cumpliendo uno de mis deseos.

—Eso quiere decir que… ¿dejaras que la despose?
Su postura se suavizo mientras era desatado, y me levantaba con dificultad, solo tres palabras salieron de sus labios.

—¡Dalo por hecho!

Tres meses atrás….

One Shot's Aniversario BG21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora