Donde Denki sueña constantemente sobre ojos indigo y mundos fantásticos, hasta que un dia conoce al hombre de sus sueños.
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Denki descubrIó lo maravilloso de la lectura a la tierna edad de 7 años; desde que era más pequeño sabía que las historias de fantasía eran maravillosas - su mamá le leía cuentos cada noche sin falta - pero a la edad de 7 es cuando supo la diferencia de que te cuenten una historia a leerla e imaginarla en tu mente.
A pesar de ser un niño sumamente sociable, su energética e hiperactiva personalidad ocasionaba que los otros niños se cansaran fácilmente de el y buscaran pretextos luego de un rato para dejar de jugar con el.
Es por eso que cuando su hermana mayor le regaló su primer libro de fantasía, el niño decidió tomarlo al parque y leer, intentaba mostrarle a los demas niños que el tambien podia ser tranquilo y calmado; el asunto es que, para cuando los demás niños volvieron a pedirle que jugara con ellos, era muy tarde. Denki estaba envuelto en un mundo de magia, héroes míticos y damiselas en peligro.
Para la edad de 10 años, el pequeño rubio había devorado todos los libros que sus pequeñas manos lograban poseer, semi dioses, mundos donde la tecnología y la magia existían en conjunto, historias de romances prohibidos, cuentos sobre seres míticos; Denki sentía que había logrado vivir en cada uno de ellos, al menos, por el tiempo que duraba su lectura con dicho libro.
De estar leyendo siempre que tenia oportunidad paso a imaginarse escenarios donde él era él protagonista, donde él tenia su propia aventura, el era un semi dios, el era un hechicero poderoso.
—Cariño, siempre estas soñando despierto — solia murmurar sonriendo su madre y después revolver su cabello.
Es por eso que, quiza, no debió sorprenderle cuando los sueños comenzaron a ocurrir. Fue a los 18 cuando tuvo su primer sueño, de este estilo.
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Fue curioso porque él jamás podía recordar sus sueños hasta que una noche de repente tuvo el sueño más vívido y real de su vida.
El tintineo de los tarros chocando y las risas estruendosas resonaban en el concurrido bar, el rubio tocaba con familiaridad el laúd en sus manos, de sus labios, frases salian con naturalidad. Por un momento, que pudo pensar en el momento fue 'wow, es muy similar a tocar la guitarra pero al mismo tiempo diferente'.
