Kindergarten Boy - Sungki

- 03 ꕤ

- ¿Mamá?

Llamó Sunghoon entrando a la cocina de su casa. Su madre, una mujer de 39 años, bajita -Sunghoon agradecía haber sacado la altura de su padre- tanto que le llegaba al hombro. De pelo negro y largo, con sus mismos ojos pequeños y rasgados y su tono de piel.

- ¿Si, Sunghoon-ah?

Dijo la mujer, con la dulce voz que Sunghoon adoraba, recordando cuando tenía la misma edad de Sungchan y se recostaba en el pecho de su madre para dormir todas las noches en la cama matrimonial, él en vez de acostarse a su lado, se subía a su vientre y recostaba allí, ocultando su rostro en el cuello de su madre, quedándose dormido al sentir caricias en su espalda, el aroma al perfume de su progenitora y como esta le arrullaba.

La mujer tenía puesto el delantal que Sunghoon le había hecho para el día de las madres cuando tenía la misma edad de Sungchan, hace más de 12 años, en donde Sunghoon había hecho un feo dibujo de unas mariposas en un jardín y sus manos pequeñas estampadas de diferentes colores por todo lo restante. Aquel delantal ya estaba desgastado por tanto uso, manchado por demasiadas cosas que Sunghoon no tenía idea de qué eran, y tan feo y vergonzoso -porque más encima, tenía su nombre escrito en una esquina- que Sunghoon lo único que quería hacer al vérselo puesto es quemarlo y tirar los restos por el inodoro, pero su madre lo atesoraba con tanto cariño que lo soportaba solo por verla feliz al recordarle con esa edad entregándoselo.

¿Sunghoon, qué hacía en la cocina realmente? Ni el mismo sabía qué rayos estaba haciendo, pero su mente había estado tan confundida estos dos últimos días desde que conoció al mismo sol en persona al ir a dejar y retirar a Sungchan en el jardín infantil, que realmente necesitaba una respuesta a la extraña necesidad de ir a dejar a Sungchan por las mañanas.

Y de verdad le jodía demasiado, porque Park Sunghoon no era alguien madrugador, no señor, él se dormía tarde y se levantaba tarde y quien osara a interrumpir sus horas de sueño salía de su habitación con un ojo menos. Park Sunghoon jamás estaba dispuesto a ayudar a alguien sin recibir al menos una mísera barrita de cereal por la persona contraria.

Entonces, ¿por qué rayos estaba parado allí, en la puerta de la cocina de su propia casa, viendo como decirle a su madre que quería llevar a Sungchan al jardín sin parecer un completo loco y sin esperar nada a cambio?

Bueno, si esperaba algo a cambio, pero no era nada material, si no que era la magnífica presencia de Nishimura Riki en el feo jardín de su hermanito.

- ¿Hijo? ¿Qué sucede Hoonie?

Preguntó la mujer, dejando un poco la olla de lado para mirar al pelirrojo.

Sunghoon se había desconcentrado al oler el exquisito aroma de estofado de cerdo que seguramente su madre estaba cocinando con esmero en esa olla. Y le dió ternura ver el pequeñito cuerpo de Sungchan adormilado y enroscado a la cadera de la mujer, estaba muerto de sueño, pero Sungchan amaba tanto la comida que no se dormiría hasta haber comido lo que veía en la olla. Volvió en si al escuchar la voz curiosa de la pelinegra mayor, y sonrió torpemente al ver la ceja enarcada en curiosidad.