Capítulo 5

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POV Alice:

Estaba debajo de ese cuerpo, apoyada sobre el frío pavimento de la entrada y no tiritaba debido a que Jhon emanaba tal calor que se filtraba entre la fina tela del pijama. Mientras nuestros labios se acariciaban con ansias intensas y nuestras manos tocaban pieles ajenas, pieles que deseábamos, Jhon rompió el momento apartándose de mí.

Al principio no entendía que pasaba hasta que un vomito líquido salió de su interior dando la impresión de haberle rasgado las entrañas. El intento de apartarse no dio mucho resultado ya que las salpicaduras del líquido llegaron hasta mi piel y cabello.

Que mis fosas nasales identificaran el olor a alcohol unido al fétido ácido del vómito, ocasionó que mi estómago se removiera con incomodidad y tuviera una arcada que por suerte no llegó a más.

Me levanté del suelo, apartando con una mano mi cabello que estaba hecho un desastre y mi mejor amigo todavía estaba soltando de todo ahí en la entrada de mi hogar.

¿Cuánto bebió este hombre? Recordaba que Jhon era uno de esos chicos que podía beber la noche entera y solo se sentiría mareado,  así de mal solo lo había visto una vez.  Cuando cumplió los 21 fuimos a celebrar en una discoteca que pertenecía a un primo de Clark, por lo que nos colaron y teníamos barra libre. Jhon se tomó casi la mitad de las bebidas del lugar y después no paraba de pedirnos que lo perdonáramos por algo que no recuerdo bien y tampoco entendimos, estaba muy ebrio y solo decía bobadas.

Me acerqué a él para ayudarlo y agradecí que sus vómitos cesaran y ya solo quedara el reflejo de la arcada.

-Jhon- lo tomé del brazo – ven, dejame ayudar.

Me pase uno de sus brazos alrededor de mis hombros y con dificultad lo entré a la casa. El hecho de que no me ayudara ni un poco hizo que subir las escaleras fuera un completo desafío, pero después de 20 minutos ya estaba en el baño de mi habitación.

Con cuidado lo recosté contra la pared de la ducha y abrí el grifo.

-¡Joder, está helada!- Me reclamó con un grito algo divertido ya que arrastraba las palabras.

-SHHHH – Me llevé un dedo a la boca- Habla bajo, vas a despertar a papá.

Respondió con un puchero y yo reprimí la risa que tironeó de mis labios al verlo así. Su enorme cuerpo estaba tiritando debajo el agua y aunque aquello no me hacía sentir bien era la única forma de que sus neuronas volvieran a funcionar y lo más importante, que no vomitara todo mi cuarto.

Al sacarlo de la ducha ya estaba menos ebrio e inconscientemente comenzó a retirarse los vaqueros mojados causando que un rubor trepara por mis mejillas, así que cambié la mirada. Me dirigí al closet para buscar una de las toallas grandes, al regresar al baño intenté, de todo corazón, no mirarlo, ya que solo lleva un bóxer mojado, si yo veía aquello creo que mi pequeño corazón quebraría. Mi vista se concentró en los relieves de la pared del costado y le alcancé la toalla que envolvió por encima de sus hombros mientras seguía temblando por el frío.

Ya podía caminar perfectamente así que le di la espalda abriendo la puerta para pasar a mi habitación pero di un respingo al sentir los brazos fríos de Jhon envolver mi cuerpo.

La toalla quedó tapándonos a ambos y mis ojos eran platos llanos mientras intentaba suprimir el jadeo que trepó por mi garganta de la impresión. Me abrazó con más fuerza pegándome más a su cuerpo casi desnudo, su torso se sentía caliente a pesar de la fina película de agua que lo cubría y sobre mi espalda sentía su bóxer empapando mi pijama. Su cabeza la dejó caer sobre uno de mis hombros y las pequeñas gotas heladas que abandonaban su rizado cabello, caían en mi piel y me causaron un ligero escalofrío que erizó mis poros.

-Kiddo, en serio, tengo mucho frío- Y así, con ese susurro nos guió abrazados hacia mi cama y nos tumbamos.

Estábamos de lado, yo de espaldas a él,  todo su cuerpo me abrazaba como si fuera un pequeño peluche, me apretaba mucho contra sí, dando la impresión de no querer que me apartara nunca mientras dejaba pequeñas caricias en mi cuello con su nariz causándome una agradable sensación de cosquilleo.

Alrededor de cinco minutos lo pasamos así hasta que sentí que su respiración ya era calmada y superficial, me liberé cuidadosamente de su agarre y cuando giré mi cuerpo hacia él, ya estaba sumido en el sueño.

Por unos minutos me quedé detallando su rostro, tenía rasgos que endurecían sus facciones pero todavía se le podían apreciar algunos aniñados, pero eran escasos. Jhon tenía una piel un poco bronceada por el sol tan poderoso de Seaside, pero aún era bastante clara. Su frente era amplia y orgullosa, adornada por unas cejas pobladas y algo despeinadas. Sus pómulos altos y esa mandíbula testaruda endurecían sus facciones pero la suave curva de su nariz no tan elevada y sus labios carnosos hacían una combinación maravillosa. Algo que atraía siempre mi atención, era ese cabello en rizos no tan apretados, era de un color negro increíble, al igual que sus ojos, nuestros ojos y siempre parecían tener vida propia colándose y cayendo por su frente.

En silencio abandoné la cama en busca de una colcha para abrigarlo, también otra toalla para pasarla por su cabello e intentar secarlo un poco. Terminada la tarea con éxito me dirigí al baño para darme una ducha. Me coloqué otra pijama, esta era menos infantil ya que era un conjunto de chor y blusa corto de un satín negro.

Mi mirada iba de la cama a mi pequeño sofá, del pequeño sofá a la cama, debatiéndome si sería buena idea dormir a su lado, pero inmediatamente la descarté y como niña buena me acosté en el pequeño sofá que quedaba entre las dos grandes ventanas de cristal de mi habitación, justo en donde había visto aquella rosa casi negra.

Una vez allí apoye mi cabeza en el reposabrazos y estuve un largo rato mirando el cielo de mi ciudad. Esa noche no había luna y la falta de luz allá arriba hacía más visibles las estrellas, las nubes aquella noche también decidieron ausentarse por lo que la vista la protagonizaban aquellos astros formando hermosas constelaciones que en ese momento deseé saber a profundidad sus diferentes significados. A medida que pasaron los minutos el sueño empezó a ganarme y mis ojos se cerraban quedándome dormida de a poco.  

El Hombre que Nunca SoñéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora