3. Cazador.

18 4 0
                                    

— Aguarda un segundo. — Pauso con una cara de horrores, su expresión denotaba miedo. — No, es que...

— Lo que te digo es que ayer alguien estaba asechándome, Alek. Debemos hacer el reporte a la universidad. ¿Y si es un asesino serial? ¿Sabes que es lo que vi en ese bosque? — Hice una pausa recordando las palabras de Annibal. — Y Annibal dijo que era para alguien ese mensaje, ¿Y si era para alguno de nosotros? no lo se. — Espete confundida, enfadada.

Alek solía creerme cuando yo le decía las cosas, ¿Por qué ahora no lo hace? es algo serio y no me está ayudando, está negando esa situación. A veces quiero abofetearlo.

— ¿Y qué esperas que ellos hagan, Alaska? ¿Protegerte? no pondrán más vigilancia en el campus, lo sabes. — Tomo su teléfono revisando mensajes, no le importaba ahora.

— Antes estabas a punto de cagarte del miedo y ahora parece que te importa una mierda que había un loco detrás mío, estúpido. — Me levanté con furia y salí de la habitación para entrar a la de Greta.

— ¡Dios! Alaska, golpea la puerta. — Me tiro una camisa en la cara ya que ella estaba silenciosa y con un hombre encima, lo que me faltaba. — ¡Sal, vamos! Rápido, rápido, rápido. — Me acoso para salir con rapidez, tomé un respiro y sin un lugar seguro en el que estar decidí salir con rapidez a poner la queja.

Miedo, enojo, tristeza.

Ya no sé nada, pero parece que las emociones que siento lo saben todo. Los temores que siente alguien aumentan cuando hay motivos de su miedo, hay miedo. Alguien está acechándome. Alguien está respirando en mi nuca y siguiendo mis pasos.

Estoy paranoica.

Una voz familiar sonó detrás mío, me gire para verlo y era Annibal. No sé porque o como, pero su mirada sin nada me hizo sentir seguridad, un nudo se hizo en mi garganta y me gire para darle la espalda y seguir caminando. Llorar frente a alguien, jamás.

— ¿Todo bien, Conejita Blanca? Hey. — Me giro con fuerza y a la vez una delicadeza monstruosa.

— Suéltame. — Luche contra sus brazos, pero él no me soltaba. Golpee su pecho con intensidad y las lágrimas de rabia comenzaban a salir.

— Alaska, puedes decirme que sucedió. — Me tomo del rostro y limpio mis lágrimas, se sentía cálido. Seguro.

Mi voz se rompió y veía el hermoso rostro contrario borroso. Él sonrió y solo basto eso para hacerme quebrar, llorar con desconsuelo. Alek no me ayudo, Greta no estaba para mí y ahora solo está un completo desconocido, ¿Qué demonios pasa? todo parece ir en mi contra, todo parece desbordarse.

Nos hallábamos ambos sentados en una parte verde y sola del campus, le había contado algunas cosas. Nada muy detallado solo un repaso de mi rabia con Alek.

Al girarme, el rostro inexpresivo, pero a la vez cargado de una emoción de... ¿Rabia? ¿Por qué sería así? no le encuentro sentido. El pareció notar mi mirada y relajo su expresión sonriendo, una sonrisa vacía. Él es una situación complicada que siento que no se manejar del todo.

— Así que Alek no te creyó, no parece ser un buen amigo. Si vas al directorio del campus tampoco te creerán, pero aquí tienes quien si toma enserio esta situación. ¿Qué te parece si te acompaño al iniciar y finalizar clases? eso servirá. — Tomo un respiro y se puso de pie extendiendo su mano, su ayuda.

— Gracias, pero, aunque así fuera. No sé quién es, y quizás es cierto... solo estoy paranoica. Quizás estoy estresada e imagine que había alguien ahí. Quizás solo me sugestione con la prueba que hubo, solo eso. — Suspire y tome la mano del chico, caminaba con tranquilidad escuchando los pasos pesados de Annibal.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 07, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Una tormentosa oscuridadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora