QUERIDO ALEX:
Hoy te echo de menos, pero ya no me dueles, ya no me quemas, ni mucho menos me siento rota. Han dicho tu nombre y yo ya no sonreí. Arrugaste mi corazón, cuando prometiste reconstruirlo. Y no te culpo por aquello, por eso hoy me voy, porque llegaste a fastidiarme la vida, pero decido irme, y eso es de valiente.
Hoy hablo para ti, porque antes de marcharme, necesito despojarme de todas las sustancias que sembraste en mí. Me abandonaste en verano, aún sabiendo que era mi estación favorita.
Odiaba las despedidas, porque era consciente de que no había un mañana. Por eso, cuando me dejaste por primera vez, me ahogué con los poemas de Bécquer. No te importó aquel día que nuestras manos se juntaron y te entregué mi corazón, cuando mis ojos decidieron conectarse con los tuyos.
Me enamoré hasta llegar al éxtasis de que no querer estar con nadie más, que no seas tu. En tantas noches de caos, me perdoné, sí, me perdoné por confundirte con amor, por confundir el sabor de tus besos con gloria, creí que tus abrazos me estaban salvando de la guerra que atravesaba mi alma, pero no, me estabas ahogando y ni siquiera fui capaz de darme cuenta.
Hoy me encuentro en Madrid, la ciudad de mis sueños, ¿lo recuerdas? Tu podrías llamarme justo ahora, llorando y discúlpame, pero no me volvería loca, ni tomaría el primer vuelo para ir a buscarte. ¿Y sabes por qué? Porque me enseñaste amarme en todas mis dimensiones. Así que aprende a sobrevivir sin mí, deja de insistir por algo que tú mismo dañaste, construye tu propio mar, si así lo crees necesario, pero por favor, no me llames, porque ya no volveré.
Seguí las recomendaciones de Sabines, dejé de fumarte, de beberte, de pensarte. Y, además, me receté tiempo, abstinencia y soledad. Y sí, me salvé del caos provocado por ti. Me levanté de mi cama, luego de que por mucho tiempo el reloj se haya detenido, me sequé las lágrimas, me quité ese peso de encima, el de no aceptar de que tú no volverás.
Por cierto, Alex, gracias a Benedetti fortalecí el concepto del amor, porque tú te encargaste de ensuciar aquello, aun así, te das el lujo de ir por el mundo haciendo añicos todo lo que tocas.
Hazme un último favor, deja de disfrazar el caos por amor, deja de sostener lo insostenible, no pretendas arreglar lo que has roto, ni mucho menos confundir el día con la noche.
Desnudé mi alma, y no fui por ti, fui yo leyéndome una y otra vez, hasta llegar al punto de hacer poesía con mi cuerpo. Y ahora que estoy desnuda, quiero decirte que, formas parte de aquello que llaman olvido.
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UNA JUGADA DEL CORAZÓN
PoetryTodos en algún momento debemos enamorarnos, aunque no lo deseemos. A todos nos han roto el corazón alguna vez, a todos nos han dicho que nos aman, mientras nos mienten a los ojos. Todos nos hemos salvado de alguna guerra que creímos imposible de ve...